jueves, 23 de marzo de 2017
Economía y Negocios
Inti Núñez
Gerente de Emprendimiento de Corfo
Al otro día de ganar el bicampeonato de América, dos periodistas señalaban el orgullo que nos hacía sentir nuestra selección. Recalcaban que era una verdadera selección. Con jugadores de Renca, Puente Alto, Tocopilla, Hualpén, Las Condes, entre otros lugares. Una verdadera representación de nuestro Chile. Y luego se preguntaban: si esto sucediera en ciencia, innovación, emprendimiento, ¿tendríamos más posibilidades de ganar campeonatos?
La respuesta es sí. Acemoglu y Robinson en su libro “¿Por qué los países fallan?” responsabilizan del desarrollo a las instituciones y sus políticas inclusivas - en particular la innovación-, señalando que abrir oportunidades, no generar guetos, democratizar y entregar medios es lo que moviliza fuerzas emprendedoras sustantivas.
Durante la década de los ‘90 en Chile fue notable el aumento de cobertura de la educación, el acceso a financiamiento, la apertura a nuevos mercados. Sin embargo, años más tarde, la concentración en algunos sectores económicos, la centralización y políticas públicas poco sofisticadas, son señales complejas. Una muestra clara del problema es el aumento anual del porcentaje de puntajes nacionales de Santiago por sobre regiones, o acaso ¿queremos aceptar que genéticamente el talento está radicado en nuestra capital?
Hay economistas que defienden la concentración porque genera masa crítica y/o economías de escala, y por lo tanto, la centralización de los talentos lejos de ser un problema sería una situación deseada. Pues no. En innovación no existen estas premisas y por el contrario, las masas críticas en talento se producen con baja cantidad. Por esto vemos a Israel, Finlandia, Suecia, o a ciudades como Boulder Colorado, en los rankings de países emprendedores e innovadores. Incluso, Silicon Valley era en sus inicios un pueblo cercano a San Francisco.
Las políticas de centralización y concentración de oportunidades solo apagan talentos porque una parte de la sociedad no aporta al notar que compite con desventaja. Por esto el profesor de Babson, Daniel Iseberg, señala que los sistemas de emprendimiento -ecosistemas- deben ser manejados regionalmente. Pero ¿qué significa esto?
Implementar ecosistemas regionales de emprendimiento significa adaptar los dispositivos de política para que se instalen adecuadamente en los territorios–por ejemplo los coworks y concursos semilla regionales de Corfo que ofrecen oportunidades de Arica a Magallanes-y la supervisión de ésta a través de información adecuada que estimule la competencia y muestre los desequilibrios. En este sentido, ya existen medidas que se encargan del manejo de estos sistemas regionales como los mencionados espacios colaborativos, redes de mentores, concursos semilla regionales, los pilotos de descentralización de Corfo. Pero en esta tarea también se suma la comunidad emprendedora, como la ASECH y su red nacional, con ejemplos notables de ecosistemas locales como el de Antofagasta, o todas las iniciativas de la región estrella de Coquimbo.
Estas políticas regionales deben concentrarse en competir con referentes globales, levantar sus talentos sin complejos y estimularlos alejándose de medidas de protección o resguardos. Cuidar que exista igualdad de condiciones y oportunidades para todos los territorios. Si no consiguen estos objetivos podemos sufrir lo mismo que sufre el Campeonato Nacional de Futbol, una fuerte baja en su calidad luego de los resguardos solicitados por los clubes “grandes”. Hace rato ya que no avanzamos en competencias internacionales, ni vendemos jugadores al extranjero. Se apagó el talento.
Es clave convencernos que para aumentar las posibilidades de llegar al desarrollo en base a industrias basadas en conocimiento, es necesario prender todos nuestros motores y poner a disposición de este fin todos nuestros talentos. Entendamos que en las regiones vive el 60% de nuestras capacidades y debemos amar Chile como un todo.
