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Con una completa exposición en CorpArtes:

Federico Assler revela todo su universo creativo

miércoles, 22 de marzo de 2017

Daniela Silva Astorga
Cultura
El Mercurio

Hoy abre a público "Taller Roca Negra". Es una retrospectiva en la que, además de presentar 30 grandes esculturas y otras obras, el Premio Nacional de Arte 2009 destapa sus procesos e íntimas inspiraciones. Aquí, las reflexiones que hizo al recorrerla.



De entrada, siempre económico con sus palabras y sumamente humilde, agradece. Y bastante. Por la instancia, por la dedicación de las curadoras Carolina Abell y Francisca Délano, y por cómo quedaron instaladas allí las obras que componen su retrospectiva "Taller Roca Negra", en las salas del CA660, de CorpArtes. Pero, rápidamente, Federico Assler (1929), escultor pionero en el uso del hormigón armado, experimentador inquieto y Premio Nacional de Arte 2009, lanza también una advertencia. Desde el podio, les dice a quienes lo acompañan en la conferencia -su mujer, colaboradores, arquitectos y periodistas- que está algo nervioso, y que más que hablar él, siempre prefiere que su obra lo haga.

"Son ellas las que dicen; emocionan o no. Ese es el acontecimiento matérico. En el fondo, siempre he pensado la obra en un espacio de relación con la gente", explica, poco después de confesar que prefiere recorrer en conjunto la muestra. Y al final, así fue ayer. Cerca del mediodía y antes de la inauguración de anoche -con el ministro Ottone-, Assler caminó por su exposición y respondió preguntas con entusiasmo. Habló de la historia de algunas de las 30 grandes esculturas que presenta -de entre 1964 y 2017-, y de cuando se encontró, hace más de cuatro décadas, con el hormigón armado; material central de su obra y que ningún autor había moldeado así antes.

"Todo esto soy yo"

"Estas esculturas las terminé hace un par de semanas. Son simples: aquí están lo femenino y lo masculino. La blanca es como nube; la otra, más como roca", precisa el artista al comienzo de la muestra. Rápidamente, abandona su hermetismo -entre sus obras se siente cómodo- e indica un pieza de grandes dimensiones que construyó con mañío y tierra volcánica, y que actúa como un quebravista para lo que viene después. Es un voluminoso conjunto de las más diversas creaciones -en formatos más bien pequeños-, del que van apareciendo sus inspiraciones y las vibraciones de su taller. O, para él, ahí aparece toda su vida.

"Todo esto soy yo -afirma Assler con vehemencia-. Ahora, qué es uno, en realidad, es un misterio. Yo podría decir, por qué esa obra. Pero solo hubo un momento en el que sentí que debía hacer eso. En el fondo, fondo, fondo, uno jamás sabe el porqué. Ese es el misterio del arte. Y el arte está aquí, está presente siempre. A veces puede que no le llegue a la gente o que no se entienda. Esto es como la poesía; tal como las palabras hablan, lo hace la forma".

Después, la muestra avanza progresivamente hacia las esculturas y maquetas de mayores dimensiones. Es decir, va desde el anhelo hasta la concreción, a través de un centenar de bocetos, dibujos, blocks , maquetas y pinturas. "De alguna manera quisimos traer el taller de Federico Assler a CorpArtes, porque es lo que está plagado de sus experiencias. Es el lugar que nos permite llegar a su mente. Esta es una invitación a conocerlo, ver su mundo, su forma de pensar, que es muy compleja", comenta el arquitecto Bernd Haller, quien trabajó, desde la oficina Amercanda, en el montaje.

"Depende de mi cabeza y tiempo cuánto me demoro en terminar un trabajo. Pero si ahora logro hacer esto en unas semanas, es porque llevo 50 años con el hormigón", afirma el artista mientras va contemplando sus obras. Y entonces también aprovecha de hablar sobre el poliestireno -otro hallazgo-, que algo simplificó la construcción de los moldes que hoy rellena con hormigón, para crear sus esculturas. "¡Al cortarlo, se produce el nacimiento de la obra! Es entonces cuando veo realmente cómo quedó; antes no tengo el control", suma Assler, quien también expone algunos grandes moldes -que lucen densos como el hormigón- y pinturas recientes, confeccionadas con tierras volcánicas y otros materiales tomados de sus talleres.

Tiene uno en Villarrica, y el otro, que es prácticamente un museo, se llama Roca Negra y está en el Cajón del Maipo. Sin embargo, hasta el 28 de mayo -último día de la muestra-, el artista visitará también CorpArtes, donde instaló un pequeño sitio de trabajo. "Vendré a dar una vuelta, a ver qué dice la gente. Aunque quizás nadie venga", afirma. Mientras que Carolina Abell concluye: "En esta exhibición, Federico está presentando por primera vez su interior, sus fuentes; las semillas, el pasto, la cordillera, la geografía, el cuerpo humano, y también la sensualidad de su obra. El erotismo está oculto, pero tratado con mucha rigurosidad y seriedad. Él tiene aquí una intención muy generosa y abierta, quiere mostrar lo que él es".


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