-Parece que el eslogan de este año es "por un mayo sin vendimia". Con precios como ese, no es de extrañar que los argentinos vuelvan a golpear las puertas de las bodegas chilenas, a pesar del encarecimiento de la materia prima local. Sube de $100/kilo en 2016 a $220/kilo en la partida de cosecha de cabernet en 2017
Andrés Caballero habla por teléfono desde su camioneta. Al enólogo jefe de Viña Santa Carolina, una de las mayores del país, el verano no le ha dado tregua. En febrero partió cosechando sauvignon blanc y chardonnay, casi tres semanas antes de lo tradicional. Por eso ha tenido que vivir en las últimas semanas en la carretera, supervisando los campos propios y de proveedores externos para decidir cuándo iniciar la cosecha.
Su apuesta es que la vendimia chilena se cerrará en abril, incluso con los carmenere, la cepa más tardía.
El tórrido verano, que puso en jaque a buena parte de la zona centro sur del país por los incendios forestales, en parte es responsable de que la vendimia haya partido con el acelerador a fondo.
Precisamente, el humo es un factor que tiene a los enólogos nerviosos y mirando con mucha atención qué sucede con los viñedos. En Chile, salvo un par de experiencias puntuales de algunas empresas, no existe un mayor conocimiento sobre el efecto en el vino.
Caballero también tiene la convicción de que será una vendimia de volúmenes acotados.
-Todavía estamos en la mitad del primer tiempo, por lo que algunas cosas pueden cambiar; sin embargo, ya se aprecia una tendencia a la baja en la producción -afirma el enólogo de Santa Carolina.
Por segundo año en línea, el clima no da respiro a los viñateros. Si este año el calor golpeó con fuerza, la vendimia anterior estuvo marcada por la caída de la producción en las uvas tintas por el diluvio que se dejó caer en abril pasado.
Rodrigo Soto, enólogo de Veramonte, cree que, a pesar de que el clima fue diametralmente opuesto entre las últimas dos vendimias, se trata de las caras de una misma moneda.
-Estamos viendo el efecto del cambio climático global, que trae eventos más extremos. Ese factor tiene que estar incorporado en la producción de vino, pues nos va a seguir acompañando en el futuro. La logística de procesamiento y la viticultura tiene que adaptarse a ese nuevo escenario -afirma Soto.
Si las lecciones serán aprendidas o no, todavía está por verse.
Lo que sí está claro es que el mercado tomó cuenta de la nueva situación. Los precios se han mantenido firmes y se ubican entre los mejores de los últimos años para los agricultores.
A continuación algunos de los elementos que están marcando la partida de la compleja vendimia 2017.
1 Producción 15% bajo el potencial
La vendimia de 2010 marcó un cambio de etapa en Chile. A partir del bicentenario el piso de producción escaló a los 1.200 millones de litros anuales. Fue la respuesta a un cambio comercial y tecnológico.
Los agricultores se vieron obligados a aumentar la producción por hectárea ante varios años de precios bajos de la uva vinífera. Las espalderas se comenzaron a manejar con una mayor "manga ancha" productiva. A ello se sumó un crecimiento en la superficie de parronales, capaces de más que doblar la producción por hectárea de las espalderas. Finalmente, se masificó el uso de clones, más productivos que las tradicionales selecciones masales.
El diluvio de abril del año pasado impidió que se expresara ese nuevo promedio chileno. Se estima que la producción de la última vendimia se ubicó en torno a los 1.000 millones de litros.
Para este año, los volúmenes chilenos deberían ser ligeramente superiores. En la industria del corretaje de vinos se estima que, si no sucede nada extraño en las próximas semanas, la producción de 2017 llegará en torno a los 1.050 millones de litros, cerca de 15% menor al potencial.
Sin embargo, mientras que en la vendimia pasada la baja fue principalmente en el cabernet sauvignon y el carmenere, en la cosecha actual se dará en todas las variedades.
Para entender la actual caída hay que remontarse a la primavera de 2015. En esa estación se produce la inducción, cuando se activan las yemas frutales responsables de la vendimia subsiguiente. Lo particular de 2015 es que tuvo una primavera fría, lo que dificultó la inducción. El escenario se repitió en el proceso de la diferenciación, a fines del verano de 2016. Por eso en 2017, en general, los racimos se muestran más livianos, con menos bayas.
A la ecuación que explica la baja productiva hay que agregar la falta de agua en la zona central. La región del Maule tuvo una sequía importante este verano. De hecho, en la producción de secano en Cauquenes las estimaciones hablan de una baja de cerca de 30%.
Entre los viticultores se reconoce que una parte importante de la producción de la zona central tuvo por lo menos un riego menos por el menor caudal de los canales.
2 Alza en los precios
Como pocas veces, el mercado ha estado muy activo en esta vendimia. Las principales compañías elaboradoras de vino comenzaron a cerrar contratos en la primavera, un alivio para los agricultores. Todavía está fresco en el rubro el recuerdo de hace un par de vendimias cuando los productores con uvas a punto de cosecharse no encontraban compradores.
Los precios han remontado en forma notoria, especialmente en las cepas tintas.
En el caso del cabernet sauvignon genérico en parrón, pasó de los $100 a $120 el kilo a inicios de la temporada anterior, a rondar los $200 a $220 kilo en la partida de 2017. En tanto, el carmenere varietal en espaldera pasó de $140 a $150 el kilo en la vendimia pasada a un nivel de $250 a $260 el kilo por estos días.
La explicación pasa por la baja de stocks de vino luego de las pérdidas del año pasado. Si se suman las exportaciones de vino embotellado, a granel y las ventas dentro del país, la industria vende anualmente cerca de 1.100 millones de litros. Es decir, por segundo año consecutivo, la producción sería menor a las necesidades para cubrir la demanda.
En todo caso, no se trata de que los agricultores tengan asegurados números azules en los resultados de esta vendimia. La caída en los volúmenes de producción en algunos casos particulares puede ser superior al aumento de precios.
Los que sí tendrán un año complicado serán las empresas elaboradoras de vino. El alza de la materia prima será especialmente compleja para las empresas de graneles, que compiten principalmente por precios. España sigue teniendo un costo de producción más bajo que el chileno y puede erosionar la cuota de mercado nacional en países como China y Rusia, con una fuerte demanda por vino barato.
3 Humo a la vista
-Mi experiencia en California es que el humo puede generar problemas graves. En 2008 hubo incendios importantes y se notó en algunos vinos -explica Rodrigo Soto, que antes de ser enólogo de Veramonte trabajó en el estado norteamericano.
Soto explica que los problemas comienzan a manifestarse al tiempo de elaborado el vino. Por eso cree que habrá que apuntalar la disciplina a la hora de desclasificar los vinos que no están a la altura de calidad usual. Claramente, eso puede significar una pérdida económica para las viñas.
Hasta ahora, salvo casos muy excepcionales de empresas que han puesto cláusulas en que el agricultor puede ver mermado su pago por la presencia de humo en el vino final, casi el total de las compañías no ha puesto cortapisas a la hora del ingreso de materia prima a sus plantas de elaboración. Obviamente, ayuda la falta de uvas viníferas este año.
-No tenemos experiencia en un evento de esta magnitud. El efecto se va a saber en unos meses. Hay viñedos que estaban cerca de incendios, pero en que el sentido del viento impidió la llegada de humo. En otros casos, estaban lejos, pero las corrientes de aires acercaron el humo. También desconocemos si es distinto el efecto de que se quemen árboles o pastizales -afirma un importante corredor de vinos.
La preocupación por el humo ayuda a explicar la alta concurrencia que tuvo la conferencia de Renata Ristic el martes pasado en el evento que organizó Vinos de Chile en Talca. La investigadora de la Universidad de Adelaida, Australia, es una de las máximas referentes en el estudio del efecto de los incendios en la producción vitivinícola y expuso la experiencia de su país, habitualmente afectado por esos problemas.
De hecho, la unidad de Investigación y Desarrollo del gremio vitivinícola espera establecer una relación de largo plazo con la universidad oceánica para tener acceso a información de primera mano.
4 Mejoran expectativas de calidad para vinos comunes
Las altas temperaturas del verano pueden generar un efecto paradójico en la calidad, apuntalando a los vinos de producciones masivas y complicando a los que están un peldaño más arriba en cuanto a ambición de calidad.
-El calor tiende a homogeneizar la producción y a asegurar que uvas que no siempre llegan a una madurez, por la gran producción por parra, esta vez sí lo logren -afirma el viticultor Renán Cancino.
En el caso de los grandes vinos, la punta de la pirámide en cuanto a volumen, no debería haber mayores problemas, pues su manejo más cuidadoso los hace más resistentes a los cambios climáticos.
El problema aparece en la gama de vinos que está al medio de esos dos extremos. El calor está asociado a una rápida caída de la acidez y, por ende, de la sensación de frescura en el paladar, una característica altamente deseada en la actualidad. Mientras tanto, la madurez fenólica siempre avanza más lenta, por lo que el cuerpo del vino puede terminar afectándose por la necesidad de cosechar anticipadamente en busca de no perder el frescor.
5 ¿Volverá Argentina a comprar vino chileno?
Generó públicas críticas en Argentina. Los viñateros de ese país se quejaron de que las bodegas de ese país importaron vino a graneles desde Chile para frenar el aumento de precios internos. Es que si la vendimia chilena de 2016 fue escasa, la de Argentina fue paupérrima, con uno de los volúmenes más bajos en más de tres décadas.
Según los datos oficiales trasandinos, Argentina importó 14 millones de litros de vino chileno solo en enero.
La primera estimación de la industria es que se trataría de un evento puntual, respuesta a la caída productiva de un año en particular. Es más, el hecho de que los precios de la uva se hayan duplicado en muchos casos, haría desaparecer a Argentina como mercado.
Sin embargo, la vendimia trasandina de este año también ha sido complicada. La última estimación del Instituto Nacional de Vitivinicultura es que la producción sería entre 8% y 20% más alta que el año pasado. El problema es que el punto de comparación es uno de los peores de la historia argentina.
De hecho, el precio de un kilo de uva malbec de nivel promedio de calidad varía entre los $700 y $900.
-Se hace muy difícil competir a nivel internacional con esos precios. Para ser viable un proyecto vitivinícola el costo de la uva debe estar en torno al 20% del precio de venta del vino y ahora representa casi el 50%. Es un escenario muy complicado para las bodegas argentinas -reconoce Leonardo Erazo, enólogo de viña Alto Las Hormigas, de Mendoza.
Sube de $140/kilo de carmenere en temporada anterior a $250 en la actual
Sube de 1.000 millones de litros en vendimia pasada a 1.050 millones/litro en la actual
En los dos últimos años no se alcanzó el potencial productivo de 1.200 millones de litros