Dólar Obs: $ 948,61 | -0,72% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.242,15
IPC: 0,40%
Más hacerse cargo y menos obstaculizar

viernes, 24 de febrero de 2017

Economía y Negocios Online


Isidora Undurraga Directora Ejecutiva ForoInnovación

He oído decir en varias ocasiones a distintas personas que una de las características valiosas que tenemos los chilenos es que somos resilientes. Estamos acostumbrados a los constantes desastres naturales que nos golpean. Sin embargo, para el caso de los incendios de este año he observado un fenómeno distinto sobre a cómo hemos reaccionado frente a la adversidad.

La sensación de enojo, por no decir explícitamente de odio que se ha generado producto de la desgracia me llama profundamente la atención. ¿Qué nos ha pasado? Encontrar al culpable se ha convertido en el objetivo para alcanzar tranquilidad. “Un” culpable singular, una materialización final de la responsabilidad.

¿Hasta qué punto nos hemos disociado de nuestra responsabilidad como personas en cuanto a la evolución y desarrollo de un país y una sociedad? En momentos de tragedia nos molesta la inoperancia, la violencia, la ineficiencia, la injusticia, el oportunismo pero dejamos que se vayan germinando en dosis más sutiles en nuestros cotidianos vivires.

No podemos caer en la simplicidad de creer que en una catástrofe de esta
magnitud haya UN culpable, “uno solo”, en esta y en varias otras. Si es que hay que buscar culpable, ¿por qué no asumir la cuota de responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros en que esto haya ocurrido?

Queremos a un individuo en la guillotina para quedarnos tranquilos, pensando que con la muerte de ese alguien las cosas van a cambiar y mejorar. Queremos una solución inmediata y que sea realizada por aquellos a quienes les corresponde. Esos quienes nunca somos nosotros ni nuestros conocidos.

Nos hemos acostumbrado a ser maestros chasquillas, a practicar la resiliencia y levantarnos rápido poniendo parches y tapando baches. ¿Por qué nos cuesta tanto sentarnos a pensar en qué queremos a largo plazo? En qué país queremos vivir. Qué país queremos entregarle a nuestros nietos. ¿Por qué nos cuesta tanto pensar en colectivo y en el bien común?

Soy amante del significado de la sociedad del conocimiento y de la sociedad que valora, aplica e implementa la innovación para construirnos a nosotros mismos. Porque en una sociedad sostenida por el conocimiento lo que prima es la reflexión. La reflexión genera preguntas y con ello hipótesis. Nos mueve a la acción de comprobar o no lo reflexionado y alcanzamos un resultado que genera mayor libertad. Mayores herramientas para VER y ENTENDER lo que nos rodea y ocurre. Más herramientas para actuar, y no para reaccionar. Más herramientas para construir y evolucionar.

Si permitimos el status quo, somos cómplices de todos los factores que se conjugaron para la propagación de los incendios de este verano. Una sociedad del conocimiento entiende que cada uno de sus miembros es una pieza clave que incide en lo que ocurre en el porvenir del resto, porque entiende el significado de porvenir y es capaz de compartir macrovisiones en lugar de fragmentar los horizontes posibles de si misma.

Si pusiéramos nuestra imaginación más a disposición de la investigación sería un muy buen primer paso para construir una sociedad sostenida en el conocimiento. Una sociedad orgánica responsable con su futuro que es capaz de tomar decisiones sostenibles que mantengan su propio bienestar en el tiempo.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia