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Dependencia tecnológica:

Andar sin el teléfono celular estresa a las personas en pocos minutos

miércoles, 22 de febrero de 2017

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

El efecto se explicaría por un sentimiento de apego al aparato, que es semejante al que tienen los niños pequeños con su manta regalona, asegura un nuevo estudio.



¿Es usted de las personas que se desespera o, al contrario, se siente liberado al alejarse de su celular?

Cada vez es más frecuente lo primero, especialmente entre los nativos digitales. Así lo revela un estudio realizado por la Universidad de Budapest (Hungría), y que publica este mes la revista especializada Computers in Human Behavior.

El grupo de investigadores, liderado por Veronika Konok del grupo de etología comparada, seleccionó a 87 jóvenes de 18 a 26 años, y a la mitad de ellos se les quitó su celular, el cual fue guardado en un armario.

Posteriormente fueron llevados a una habitación con un computador de escritorio, donde debían realizar sumas y armar rompecabezas mientras estaban conectados a un monitor cardíaco. Había además objetos cotidianos, como periódicos, animales de peluche y un gran sillón.

Los que no tenían contacto con su móvil, en apenas un par de minutos aumentaron sus latidos del corazón. Algunos se tocaban el rostro, se rascaban las manos y hubo hasta quienes se pararon junto al armario donde estaba el celular guardado y tocaban su superficie, todos síntomas de estrés. Según la investigación, las personas tienen un sentimiento de apego hacia su teléfono móvil. "Buscan su proximidad y muestran una respuesta de estrés en caso de separación", dice Konok en la investigación.

El apego del propietario a su celular es similar al de un niño pequeño a su mantita regalona, sostiene el estudio. Así, incluso cuando entraban en contacto con los participantes a los que se les había permitido usar su celular, su nivel de tensión bajaba, aun cuando no tuviese acceso a su propio equipo: les producía una sensación de seguridad.

"La persona se calma esencialmente porque sabe que todavía podría estar conectado", dice David Jiménez, experto en redes sociales de la Fundación Humanos Digitales.

El problema es la desconexión. "Hoy si alguien sale de su casa y si se da cuenta de que no lleva el celular, lo más probable es que se devuelva a buscarlo".

Ya existe una patología descrita para ese comportamiento. Se llama nomofobia, es decir, el miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono móvil.

Al término de la experiencia, algunos de los participantes reconocieron ese temor y también que se sentían inseguros incluso cuando se acababa la batería de su celular. Además, admitieron que tan solo sabiendo que tenían el teléfono a mano se sentían mucho más tranquilos.

Para Walter Kühne, jefe de la unidad de promoción de la salud psicológica de la USACh, el apego sería no tanto al objeto mismo, sino a las relaciones interpersonales que son posibles a través de él, especialmente por las redes sociales. "Al aparato propiamente tal la gente lo cambia cada 18 meses y, cuando lo hace, nadie se pone ansioso", dice.

Obligados a contestar

La dependencia del celular refleja una merma en la capacidad de establecer relaciones cara a cara, no mediadas por el mundo digital. "En este momento, en la sociedad se da la paradoja de la posmodernidad, de que estamos hiperconectados por las redes sociales, pero muy poco conectados en forma presencial. Es algo de lo que tenemos que hacernos cargo", agrega Kühne.

Advierte que en unos años más, cuando se masifique la llamada "Internet de las Cosas", vamos a conectarnos a nuestras redes sociales a través del televisor, el microondas o el panel del auto. Ya no va a ser el celular solamente, sino una interacción mediada por tecnología en todo momento. Esto traerá aun mayor dependencia digital, en desmedro de la interacción cara a cara.

Y, de hecho, las personas ya contestan los mensajes sin importar que estén al mismo tiempo conversando con un ser por el que se siente apego. Eso reflejaría una desconsideración con el que tenemos al frente, ya que lo estamos postergando, agrega.

A eso, observa, hay que ponerle mucha atención. "Si el celular es instrumental para establecer el apego con alguien, cuando él o ella está presente, el aparato naturalmente debería pasar a un rol secundario; pero si sigue siendo protagonista principal de nuestra vida, estaríamos entrando a lo que se entiende por adicción", advierte.

Masivos
En Chile existen más de 24 millones de teléfonos celulares, según cifras de la Subtel; lo que significa que, en promedio, cada habitante posee más de un aparato.

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