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Francisca alegría

la promesa del cine nacional

martes, 21 de febrero de 2017

Por Montserrat sánchez B. Fotos sergio López i.
Entrevista
El Mercurio

La directora y guionista acaba de ganar en el Festival de Cine de Sundance con el corto ?Y todo el cielo cupo en el ojo de la vaca muerta? y ya está preparando su primer largometraje. Perfilada como el nuevo talento de la escena cinematográfica chilena, así es cómo se está posicionando a nivel internacional.



Una carta de tarot, una noticia en un diario local y una lágrima fueron los elementos que impulsaron a que Francisca Alegría se sentara a escribir. Estaba falta de ideas para la tesis de su máster en guión y dirección de la Universidad de Columbia en Nueva York. Por eso, cuando fue a su lectura de cartas rutinaria, en diciembre de 2014, preguntó por su tesis. La tarotista mostró una carta de un hombre mayor que vuelve a su pueblo natal y nadie lo reconoce.

El segundo elemento vendría en la forma de una noticia. Más bien, una tragedia: revisando diarios chilenos, por la misma época, a Francisca le llamó la atención un titular de abril de 2014: "55 vacas lecheras murieron producto de la caída de rayos en Río Bueno".

La tercera y última situación ocurrió al conversar con su abuela, quien, mientras le contaba sobre una gran pena que tenía, se puso a llorar. Las lágrimas comenzaron a caer de tal forma que, para Francisca, se convirtieron en una sola lágrima interminable.

Con estas tres cosas en mente, Francisca escribió y filmó "Y todo el cielo cupo en el ojo de la vaca muerta", un cortometraje que no solo sería premiado con distinciones en la Universidad de Columbia, sino que, luego de presentarse en los festivales de Toronto, Telluride y Nueva York, sería uno de los 68 cortos que se exhibirían en el Festival de Cine de Sundance 2017 -de un total de nueve mil postulaciones- y ganaría la categoría Short Film Jury Award: International Fiction, que premia cortometrajes realizados fuera de Estados Unidos.

-Todavía no termino de digerirlo. Terminó el festival y me fui a Rotterdam a una locura de reuniones. Estoy muy agradecida de que hayan notado mi trabajo, por lo que significa, porque hay tantas personas que estamos haciendo esto.

La huella de Buñuel

Francisca Alegría Zenteno tiene 31 años, es de Santiago y egresó en 2010 de Dirección Audiovisual en la Universidad Católica. Es la mayor de seis hermanos. Sus padres son ingenieros comerciales y tiene un abuelo agrónomo y otro abogado.

-Yo estaba perfilada para estudiar ingeniería comercial o algo tradicional, porque me iba súper bien en el colegio. Al final entré a bachillerato. Fue lo mejor que pude haber hecho -dice desde Barcelona, donde está visitando a su hermana luego de haber ido a Rotterdam para asistir a CineMart, mercado en el que se postulan proyectos de largometrajes.

En bachillerato tuvo desde ramos de psicología y literatura hasta física, lo que le permitió ahondar en todos sus intereses. Luego se cambió a Dirección Audiovisual. Estaba tan feliz que sus padres entendieron la decisión.

-Siempre me han apoyado en todo. Somos una familia muy afiatada. Mis abuelos han sido fundamentales, siento que me enseñaron a contar historias.

Su interés por el cine se desarrolló en su adolescencia.

-Antes de conocer el cine yo dibujaba y pintaba; pensé que me iría más por ahí. A los 14 años empecé a hacer películas con mis primas y hermanas. Creo que el rol como directora siempre lo tuve: me alegaban un poco porque era muy mandona. Pero nunca pensé que podría estudiar cine siendo mujer chilena. Los directores que yo admiraba eran hombres extranjeros, entonces no lo vi como opción. Ni siquiera se me pasó por la mente porque era mujer, y no conocía a cineastas mujeres a esa edad, y porque no pensé que Chile se pudiese abrir tanto.

- ¿No tenía ningún referente?

-No, por eso quizás no me decidí hasta el final. Yo pensé que uno nacía siendo cineasta, entonces no tenía eso en mi familia.

-¿Cree que sus películas están definidas por el hecho de ser mujer?

-Como cualquier obra de arte, lo que uno es se va a traducir en eso. Si yo fuera hombre quizás mi corto sería distinto en muchas formas, pero no creo que mi cine vaya a ser un cine donde mi persona como mujer sea lo primero: cualquier persona, hombre o mujer, puede hacer cine feminista. Obviamente quiero que las mujeres lleguemos a la igualdad, pero no por eso todo mi equipo va a estar formado por mujeres.

A los 16 años vio la película Belle de Jour, del español Luis Buñuel, que la marcó.

-Ahí entendí que el cine también podía ser una obra de arte y no solo entretenimiento. Buñuel fue el precursor del surrealismo en el cine, entonces la forma en que está narrada la historia de este largometraje tiene muchos elementos que vienen del surrealismo o de un cine más experimental. Eso fue lo que me cautivó a mí, la forma en que hizo la película; hay momentos donde uno no sabe si la protagonista está soñando o está despierta.

Terminando la carrera se fue de intercambio por un año a la Universidad de California en Santa Bárbara, donde tomó ramos de cine experimental y guión avanzado e hizo el corto Of Her I Sing. Su proyecto de título en la Universidad Católica fue el corto Sobre la mesa, que presentó en el Festival de Valdivia. En California conoció a un estadounidense con el cual se casó, en Chile. Tenía 26 años. El plan era hacer un magíster en Estados Unidos y comenzar una vida allá. A los dos meses se separó.

-No sé qué tanto de mi vida personal quiero integrar en mi vida pública, pero era chica, era una relación inmadura. Me enamoré y pensé que eso era, y no era.

- ¿Se alteró su proyecto de vida?

-No, yo creo que me liberó no más, totalmente. Como ya había vivido un año en Estados Unidos, me veía viviendo en Nueva York. Lo que cambió fue que me fui a vivir esa experiencia sola.

En 2012 partió a Nueva York a hacer el magíster. El último año desarrolló Y todo el cielo...

-No espero que nadie se aprenda el nombre porque es muy largo- dice riendo - ¡Si hasta a mí se me olvida!

Rayos y supersticiones

Aunque egresó del Colegio Dunalastair, en Santiago, la vida de Francisca siempre estuvo marcada por el campo: sus abuelos maternos son de San Esteban, cerca de Los Andes. Los veraneos y fines de semana ahí eran imperdibles. Su corto transcurre en esa localidad. Con los tres elementos que inspiraron su historia, Francisca escribió sobre un pueblo en el que aparecen 55 vacas muertas y nadie sabe bien qué pasó. Ese mismo día vuelve un hombre muerto a visitar a Emeteria, la protagonista de 85 años: su ex patrón. Cuando lo ve piensa que se la va a llevar a ella al más allá, pero él le revela que no, que viene por su hijo, el dueño de las vacas.

- ¿La película se basa en el campo de sus abuelos?

-Sí. Por ejemplo, la casa de mi tía es conocida por que penan; cuando chicas nos decían que el antiguo dueño había vendido su alma al diablo. Lo de las vacas muertas me llamó la atención. Dije, 'si pasara esto en San Esteban, ¿cómo reaccionaría la gente?' En un lugar donde se crean estos sistemas basados en la superstición, ese rayo sería tomado como una señal de algo. Me gusta trabajar lo extraño, no soy muy realista para mis cosas, no me gusta partir desde lo mundano.

- ¿Por qué eligió ese título?

-Creo que hay una circularidad en la naturaleza y todos nosotros. Por eso parte con un "y": es algo que viene de otra cosa, no es un comienzo en seco. Y creo que la muerte es un renacimiento. En este cortometraje es vista como algo que sigue; empieza con un muerto volviendo y termina con una muerta yéndose. Es un sinfín. El cielo para mí es lo divino; lo vemos en el ojo de una vaca muerta.

La protagonista de la película, Emeteria, es encarnada por Shenda Román. El resto del elenco está formado por Catalina Saavedra, Luis Dubó y Gregory Cohen.

Animales que cantan

Tradición, poética, simbolismo y misticismo son algunas palabras que se vienen a la mente con el cortometraje de Francisca. Incluso la palabra "magia", que evita usar durante la entrevista y que, cuando se le escapa, acompaña con comillas gestuales.

-No me gusta decir que es realismo mágico. Yo creo que es un cine que integra elementos fantásticos en lo cotidiano para contar historias igualmente humanas. Los dramas de los que yo hablo son historias reconocibles, universales; el resto es parte del mundo que me gusta crear- explica.

Francisca siempre se interesó por la literatura y dice que constantemente lee a Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. Para este corto leyó e integró además a Juan Rulfo y al autor yiddish Isaac Bashevis Singer.

-¿Cómo integra el cine y la literatura?

-Para mí son lenguajes totalmente distintos. Creo que cuando las personas llevan la literatura al cine de forma, valga la redundancia, literal, no funciona, porque son artes diferentes. Si bien mis corrientes de inspiración vienen mucho de la literatura, intento despegarme de eso. El lenguaje audiovisual es mucho más visual y sonoro.

Entre sus referentes cinematográficos están Buñuel, Bergman, Tarkovski y Jodorowsky. También el cineasta yugoslavo Dusan Makavejev.

Francisca no se siente parte de la nueva generación de cineastas chilenos:

-Quizás porque no trabajo mucho con los códigos del realismo. No quiero tampoco encasillarlos en una categoría, pero sí creo que el cine de esta generación está tendiendo harto a la crítica social.

-¿Cuál es su elemento diferenciador respecto a esta generación de cineastas?

-El ejemplo más concreto puede ser que estoy haciendo cosas como que los animales canten. Estoy trabajando desde un imaginario que viene de la fantasía. Es la única forma en la que hasta ahora he podido contar historias que me hacen sentido.

Lo que se viene ahora para Francisca es su primer largometraje: La vaca que cantó una canción sobre el futuro, junto al productor Augusto Matte, de la productora Jirafa (El verano de los peces voladores, Huacho y Aquí no ha pasado nada). Será un drama familiar ambientado en el sur de Chile en torno a desastres naturales, que Francisca describe como "una tragedia griega moderna, donde la historia principal está enmarcada por coros de animales que cuentan eventos del pasado y presagian el futuro de esos personajes y, eventualmente, la raza humana. El elemento musical es fundamental".

El nuevo proyecto ha tenido un buen comienzo: fue seleccionada para participar en un laboratorio de guión en el Instituto Sundance junto a 15 guionistas emergentes. Será una coproducción chileno-italiana, aunque no descarta que haya otro país coproductor. La película será la primera parte de una trilogía y será grabada en 2018. La segunda parte se situará en los años 80 en el norte y la tercera será en el espacio.

Hoy, Francisca está yendo y viniendo entre Chile y Estados Unidos. Su futuro, dice, es incierto, aunque le interesa dar el paso a la internacionalización:

-En Chile está mi centro, siento que ahí me aterrizo y siempre voy a necesitar volver. Creo que vivir en dos lados me puede traer un equilibrio. Creo que los conflictos de los cuales me gusta hablar son muy universales. No quiero hacer un producto chileno para chilenos; quiero hacer cine para que cualquiera se conecte en cualquier parte del mundo.

"Nunca pensé que podría estudiar cine siendo mujer chilena. Los directores que admiraba eran hombres extranjeros", dice la cineasta.

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