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Oleadas tecnológicas y tecnologías de propósito general. ¿Tiene Chile una oportunidad en esta vuelta?

jueves, 16 de febrero de 2017

Economía y Negocios Online


Inti Núñez

MSc Políticas tecnológicas, Sussex.

Las oleadas tecnológicas son un concepto en desarrollo económico creado por los “Neo-Shumpeterianos” (Carlota Pérez, Freeman, Dosi, actualmente Mazucatto), donde proponen que desde 1780 –con la primera revolución industrial, los canales en Europa-, cada 40 a 60 años, y de la mano de Tecnologías de Propósito General (GPTs sigla en inglés), la competitividad de los países cambia en términos de países que aprovechan la oportunidad y se han subido a la ola de estas tecnologías, o economías que son “botadas” por la ola al no prever sus efectos. Caso notorio fue el impacto del ferrocarril en las economías de Inglaterra y China, siendo economías relativamente similares a inicios de 1800 –incluso con un récord de innovación, tamaño e historia favorable a China-, una se convirtió en el imperio británico de la mano de la tecnología, y la segunda cayó estrepitosamente por negarla –el emperador mandó a retirar los poco más de 30 km de línea que alcanzó a tener.
¿Cómo funciona el subirse a una oportunidad? En una primera instancia, todo el mundo ve la instalación de las GPTs, es decir, todo el mundo veía gente instalando las vías ferroviarias, o la instalación de cableado para la electricidad, o las carreteras, hoy todos vemos a niños manejando teléfonos inteligentes. En esta primera época los avances en productividad debidos a las tecnologías son aún limitados, Entonces hay países que hacen un cierto acto de fe frente a la tecnología e invierten habilitando, ¿Por qué? Porque no es muy claro que en los primeros años los caballos no fueran más veloces que los autos, o que la luz de velas no fuera igual de eficiente que la eléctrica. Sin embargo, hay una segunda etapa donde ya las tecnologías se han expandido, y se comienzan a instalar negocios que aprovechan sus ventajas, es decir, no es la tecnología directamente sino negocios que hacen uso de ella, ejemplo, una nueva empresa comercial de alimentos que aprovechó los menores costos de transporte del ferrocarril, y por lo tanto llegan alimentos más baratos, pero solo a los lugares donde llegan trenes. Hoy por hoy, estos serían los Waze, Uber, mañana los negocios de Big Data. En esta etapa se va profundizando las diferencias de productividad entre las ciudades o territorios que cuentan con la “columna vertebral” para estas tecnologías y los que no. Este efecto genero la brecha de crecimiento del siglo XIX entre Inglaterra y China.
La época de expansión se desarrolla hacia fines de una crisis financiera, y da años para que algunos países que quizás no estuvieron en el desarrollo inicial, pero que tienen buenos ecosistemas para la innovación, aprovechen la oleada. Así, los países asiáticos fueron seguidores en la expansión de la microelectrónica, pero invirtieron en sus ecosistemas de innovación y esta fue una prioridad política logrando su desarrollo. Hoy nos encontramos a la salida de la crisis financiera y con los primeros negocios de alcance mundial expandiéndose sobre la columna vertebral de las tecnologías de información. ¿Puede Chile y Latam aprovechar esta oportunidad?
Podemos ver diversas falencias: falta de profundidad en ciencia, su contacto con el mundo de la producción, el bajo volumen de inversión en I+D, un mercado financiero poco sofisticado para la innovación, una brecha en educación y manejo de idiomas, la baja inversión en redes, infraestructura. Pero, yo soy optimista. Hay creatividad, “hambre”, pasión, “no guerra”, y muchas ganas de conectarse con el mundo.
En Chile se ha invertido durante 20 años en buenas políticas de innovación que sustentan una base, el tema en particular ha sido abrazado políticamente en forma transversal, basta ver el apoyo a las políticas de emprendimiento e innovación en los medios, y el crecimiento e importancia que ha tomado el brillante Congreso del Futuro. Hoy darle importancia política a la innovación, y definir grandes rutas de inversión a través de trabajo público – privado puede ser vital para subirse a esta ola que avanza. Se debe tener –bastante claro-, que la ola no se detendrá para esperarnos, y que la innovación para el desarrollo depende de las personas, de la cooperación y el arrojo individual, del equilibrio entre acuerdos y dejar avanzar, si las personas –¿el país? - no creen, no confían, no se mueven, podemos sentarnos a esperar 40 a 60 años por una próxima ola.

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