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Análisis en dos de las fosas más recónditas del planeta:

La contaminación también llega al océano profundo

martes, 14 de febrero de 2017

M. C.
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Investigadores encontraron residuos relacionados con la actividad humana en crustáceos que viven a 10 mil metros bajo el nivel del mar.



Aunque viven a más de 10 mil metros de profundidad, los crustáceos anfípodos -animales acuáticos que se caracterizan por ser traslúcidos y diminutos- se ven expuestos a la contaminación que el ser humano produce desde la tierra. Así lo concluye un estudio desarrollado por las universidades de Newcastle (Inglaterra) y New South Wales (Australia) que notó la presencia de componentes químicos en el tejido graso de crustáceos en dos de las mayores fosas del Pacífico: la de las Marianas y la de las Kermadec, situadas en el océano norte y sur, respectivamente. Entre ellas hay 7 mil kilómetros.

"Los fondos abisales se ven todavía como un reino lejano e inmaculado, preservado de la acción humana. Desgraciadamente, nuestro trabajo muestra que esa idea está lejos de ser verdad", indica el biólogo y coautor del estudio, Alan Jamieson.

Según detalla la revista Nature Ecology & Evolution, tras recoger muestras con ayuda de sumergibles que alcanzaron hasta los 10.250 metros de profundidad, el equipo de Jamieson pudo comprobar la presencia de bifenilos policlorados (PCB) y polibromodifenil éteres (PBDE) en los crustáceos analizados.

Mientras que el primer componente fue prohibido hace cerca de 40 años, el PBDE se usa para fabricar materiales textiles y plásticos resistentes al fuego.

"Los niveles de contaminación eran considerablemente más altos que los medidos en regiones próximas a zonas fuertemente industrializadas, lo que plantea la existencia de una bioacumulación de contaminación antropogénica y apunta a que estos contaminantes son omnipresentes en los océanos del mundo y en sus profundidades".

Alimento plástico

Los autores creen que es probable que los contaminantes hayan llegado hasta las fosas marinas mediante residuos plásticos que viajaron hasta ellas, se instalaron en sus profundidades y más tarde, se convirtieron en alimento de los animales que ahí residen.

"El océano profundo, en vez de ser remoto, está altamente conectado con la superficie marina y está expuesto a concentraciones significativas de contaminantes fabricados por el hombre", destaca la bióloga Katherine Dafforn, en un artículo adjunto al estudio.

Hasta ahora, la mayoría de las pruebas para medir contaminación oceánica se habían realizado a una profundidad cercana a los 2 mil metros.

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