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Reportaje Un genio y sus satélites:

Los chilenos que frecuentaron el círculo de Pablo Picasso

domingo, 12 de febrero de 2017

Juan Rodríguez M.
Arte
El Mercurio

Hasta el 5 de marzo se exhibe en Santiago una inédita muestra de obras del pintor español. El éxito de la exposición invita a investigar los lazos del malagueño con nuestro país. Picasso nunca estuvo acá, pero sí giraron en torno a él, con mayor y menor cercanía, un grupo de chilenos. Entre ellos brillan la mecenas Eugenia Huici, el pintor Manuel Ortiz de Zárate, Vicente Huidobro, el fotógrafo Marcos Chamudes y Pablo Neruda.



Con mayor y menor intimidad, hubo un grupo de chilenos -Eugenia Huici, la principal, pero también, Marcos Chamudes, Manuel Ortiz de Zárate, Vicente Huidobro y Pablo Neruda- que fueron satélites de ese planeta (y por qué no Sol) que fue Pablo Picasso, en esa galaxia que era París. "Para nosotros, bohemios, provincianos de la América del Sur, París, Francia, Europa, eran doscientos metros y dos esquinas: Montparnasse, La Rotonde, Le Dôme, La Coupole y tres o cuatro cafés más", dijo alguna vez Neruda.

A esos cinco nombres se pueden sumar otros que también se instalaron en la modernidad y conocieron al pintor malagueño a través de su vida: Roberto Matta (que vio parte del proceso de creación del "Guernica"), Juan Emar, Wanda Morla, Luis Vargas Rosas, el cubano-chileno Mario Carreño y José Venturelli. De hecho, la hija de este último -Paz Venturelli- debe su nombre a un acuerdo de su padre con el español: en 1949, sus respectivas esposas estaban a punto de parir, y a los pintores se les ocurrió acordar que la primera niña que naciera se llamaría Paloma, y la segunda, Paz. Ya sabemos quién nació primero.

Eugenia Huici: la madrina

De padres bolivianos, Eugenia Huici (1860-1951) dejó Londres y se instaló en Francia en 1914 tras separarse de su marido, el pintor y diplomático José Tomás Errázuriz. Pasó la Primera Guerra Mundial entre París y Biarritz, y se convirtió en eje del modernismo que germinaba junto con el siglo corto: "Esta chilena, gracias a su influencia y al igual que Gertrude Stein, facilita la integración de una generación de artistas jóvenes y extranjeros en París, epicentro de la vanguardia internacional", escribe Alejandro Canseco-Jerez en "La vanguardia chilena".

A Picasso (1881-1973) lo tomó bajo su protección en 1916 y lo ayudó a instalar su estudio en Montparnasse. Ya en 1917 se hablaba de un nuevo Picasso, "que se interesa en su apariencia exterior. [...] Ernst Ansermet, al regresar de Barcelona, casi se desmaya al ver a Picasso en smoking ", se lee en el libro de Canseco-Jerez. Pero había más: "El Picasso de los años de posguerra, el innovador cubista revolucionario que después sería el gran artista de la Escuela de París, respetado y buscado por el mundo, el genio rebelde, es indiscutiblemente, en buena parte, la creación de su protectora chilena", ha dicho el crítico de arte Douglas Campbell.

Junto con el mecenazgo y una íntima amistad, lo de Huici fue visión para reconocer belleza en el nuevo arte. Algo que en los años veinte no era evidente, por ejemplo, para Wanda Morla, otra chilena en París, amiga de Huici, que conoció a Picasso y lo juzgó así, a él y a su obra: es "el adefesio más agrande (...), español afrancesado, casado con una Elfie rusa, creador de la pintura más incomprensible".

La Elfie rusa es Olga Khokhlova. Se casaron en 1918 y pasaron una luna de miel de 10 meses en Biarritz, en la casa de Huici. Durante ese tiempo, ella siguió empujando la carrera de su amigo, contactándolo con burgueses y aristócratas; y este habría pintado una serie de frescos en las paredes del lugar (en esa y otras visitas). De esos años es un retrato de "Madame Errázuriz", hecho a lápiz (se dice que habría hecho otros 14).

Picasso fue uno de los pocos, entre los viejos amigos (Stravinsky, Diáguilev, Cendrars, Rubenstein), que asistió a Huici cuando la chilena se empobreció. Un testimonio de eso, y en general de la cercana amistad, son las 80 cartas y notas que "la Belle Chilienne" le mandó al malagueño entre 1916 y fines de los años cuarenta (publicadas por Alejandro Canseco-Jerez). La primera data del 21 de noviembre de 1916 y comienza con un "Querido amigo", y sigue así: "El sábado, si Dios quiera, iré a almorzar con Ud. encantada de tener el gusto de pasar un rato con mi buen maestro". Firma como "Su vieja admiradora Eugenia", y agrega: "La fiesta donde la americana me divirtió mucho [seguramente se refiere a Gertrude Stein] el domingo estaba de muy buen humor, hoy tengo una tristeza negra y terror y miedo de todo". Y en una de las últimas, enviada desde Biarritz el 7 de junio de 1945, cuando tenía 85 años, le dice: "Muy querido Picasso, No sabe con qué pena le escribo para pedirle un favor. Estoy aquí tan vieja como Ud. puede suponer con mis años y desolada y no tengo en mi poder más de 10 mil francos, así que si no puede comprarme la mesa de bronce dorado que compramos junto a su apartamento de la rue de la Boétie tendré por el momento que seguir con esta vida miserable y triste. Déme lo que usted pueda [...]".

Vicente Huidobro: el jugador

Vicente Huidobro llegó a París a finales de 1916. Y gracias a Huici entró en contacto con Apollinaire, Jacob, Cocteau, Gris y, por supuesto, Picasso. (Dos años después llegaría Juan Emar, quien se hizo amigo de Huidobro y también ingresó en este grupo de amigos). El poeta creacionista y el pintor español se conocieron en los días previos al estreno del "memorable ballet Parade", según lo calificó el chileno. Ya amigos, Huidobro recuerda que "una tarde de 1917, en el taller del pintor Juan Gris, nos entretuvimos con varios amigos en componer poemas escribiendo cada uno un verso sobre una hoja de papel, la que pasábamos doblada al vecino para que escribiera el suyo sin leer los anteriores. Pablo Picasso, que estaba con nosotros, entretenido por el juego se puso a hablar de una máquina a la que se llenaría con frases y palabras recortadas de los periódicos, de las que uno se surtiría al azar echándole dos monedas a los aparatos en los bares", leemos en el libro de Canseco-Jerez.

Luces de esa relación se ven en el hecho de que, en 1918, Huidobro le dedicó su libro "Ecuatorial"; en que tres años después, en 1921, Picasso dibujara el conocido retrato del poeta, que este incluyó en su libro "Saisons choisies". Y en que casi dos décadas después todavía se los pueda encontrar juntos en una foto de 1940, que muestra a Huidobro junto a Picasso y Miró. El chileno parece estar diciéndoles algo a los españoles, mientras estos se ven más atentos a la cámara que al poeta.

Manuel Ortiz de Zárate: el ayudante

Huidobro le debe su entrada a París a Eugenia Huici, y también a otro chileno, amigo igualmente de "Madame Errázuriz": el pintor Manuel Ortiz de Zárate (1887-1946), el primer artista de este lado del mundo que puso sus pies, y destacó, en la vanguardia parisina.

Ortiz de Zárate llegó desde Roma a la capital francesa en 1906, junto a su gran amigo Amedeo Modigliani. En el verano europeo de 1916 lo encontramos como asistente de Picasso: según un testimonio que recoge Canseco-Jerez, el español le entregaba "una pequeña acuarela o gouache ", a partir de la cual el chileno "realizaba un óleo mucho más grande, que ejecutaba tan concienzudamente que Picasso no tenía más que firmarlo". Incluso, el chileno hizo un retrato cubista de su amigo.

Hay fotos tomadas por Jean Cocteau en las que se ve a Ortiz de Zárate, Picasso y otros peluseando por París. Eran los años de la guerra, el dinero escaseaba, así es que el chileno tuvo la idea de organizar eventos en el taller del pintor suizo Emile Lejeune, donde se exponían obras de Picasso, Matisse, Modigliani, Kisling y del propio Ortiz de Zárate; Cendrars, Cocteau y Apollinaire leían sus poemas, y Satie y otros interpretaban su música. Los encuentros se bautizaron como "Lira y paleta" y fueron inmortalizados en una acuarela en la que se ve a Picasso y al chileno sentados juntos.

Manuel Ortiz de Zárate nunca volvió a Chile; sin embargo, formó parte, con sus obras, del grupo Montparnasse: un colectivo de pintores chilenos que en 1923 hicieron una muestra en Santiago, para "asustar" con su vanguardismo al tradicionalista ambiente artístico chileno. Entre ellos se encontraba

Pablo Neruda: el fugitivo

Pablo Neruda (1904-1973) conoció de voz de amigos como Ortiz de Zárate y Juan Emar la vida de los chilenos en el París de los años veinte. Aunque su primera visita a la capital francesa ocurrió en 1927, el encuentro con Picasso fue posterior: no hay certeza sobre cuándo se conocieron, pero todo apunta a que fue en 1937, durante un homenaje que se hizo a García Lorca, luego de su asesinato durante la Guerra Civil Española.

El primer testimonio público de la amistad la dio el pintor en 1948, en Polonia, durante el Congreso de Intelectuales por la Paz: "Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido. No es solamente el más grande poeta de su país, Chile, sino también el más grande poeta de la lengua española y uno de los más grandes poetas del mundo: Pablo Neruda", dijo.

El futuro Nobel estaba escondido y huyendo de la persecución del gobierno de González Videla. Recién en 1949 logró salir de Chile con un nombre falso -Antonio Ruiz Legarreta- y, luego de algunos vericuetos, llegó a París. En Francia se desarrollaba la última jornada de Congreso Mundial de Partidarios de la Paz, al que también asistió Picasso. En el momento del cierre, el orador dijo: "El hombre que va a hablarles está solo desde hace unos minutos en esta sala. [...] Es un hombre perseguido... es Pablo Neruda". Ovación de los asistentes, Neruda toma el micrófono y habla. Luego, según un artículo publicado por Enrique Robertson en la revista Atenea, el poeta le habría regalado a Picasso un ejemplar de la edición clandestina de "Canto General", el mismo que lo acompañó durante su huida. "De manera tan espectacular como se había escenificado su llegada, el poeta habría procedido allí, ante los muy numerosos asistentes al acto, a regalar el grueso tomo a Picasso, para luego, en privado, pedirle su devolución porque era el único que tenía".

Hay varias pruebas de que el pintor no se hizo problema con el da y quita: una de ellas es que lo alojó en su casa (Neruda todavía era un prófugo de la justicia chilena). Otra puede ser la broma que le jugaron en un evento a los cazaautógrafos: Neruda firmaba "Picasso", y este escribía "Neruda". ¿Más? En 1950, el chileno publicó una edición especial de "Canto General", que se envió solo a 300 personas en el mundo, entre ellas Picasso; en 1954, le dedicó "La tierra y la pintura", uno de los poemas de "Las uvas y el viento"; y en 1960, Neruda publicó su poema "Toros", que incluía 15 aguafuertes hechos por Picasso para el volumen, a lo que luego se sumó una litografía para una edición especial.

Marcos Chamudes: el retratista

Hay al menos tres fotografías que muestran a Picasso y Neruda juntos en el congreso por la paz en París, en 1949. En una el pintor besa la mejilla de su amigo, mientras este ríe y lo abraza. En otra, Picasso está de perfil, mirando a Neruda, que sonríe. Y en la tercera, ambos están de frente a la cámara, de nuevo riendo. De seguro esta última imagen la tomó el chileno Marcos Chamudes (1907-1989); las otras dos puede que también sean de él, pero no hay certeza.

Hasta que fue expulsado del Partido Comunista Chileno en 1940, Chamudes se había dedicado a la política. Ya fuera del PC, partió con su esposa a Estados Unidos. Allí estudió fotografía, se enroló en el ejército estadounidense y fue enviado a Europa a fotografiar la Segunda Guerra Mundial (hizo unas famosas imágenes del general Patton; entre ellas, una que lo muestra montado en un caballo blanco).

Al finalizar la guerra, el chileno se quedó en Europa y comenzó a retratar a intelectuales y artistas: hizo varias fotografías de Neruda en París, todavía fugitivo del gobierno de González Videla. También retrató a Joan Miró, Paul Éluard (lo mismo hizo en Estados Unidos con Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez, en 1946) y estuvo en el congreso por la paz de París, en el que tomó la imagen de Picasso y Neruda.

En el libro "El fotógrafo Marcos Chamudes", editado por Karen Berestovoy, hay una serie de nueve rostros de Picasso, también en el congreso (están sacados de un volumen que Chamudes publicó en los ochenta, "Picasso: arte y libertad"). Y hay otro, menos anecdótico, que registra al español de perfil, serio, apesadumbrado, o tal vez solo cansado. Quizás esa sea la imagen que Chamudes le mostró a Picasso y que le sacó estas palabras al pintor: "Miren lo que este hombre ha logrado con solo apretar el botón de su cámara".

Manuel Ortiz de Zárate llegó a París desde Roma en 1906, junto a su gran amigo, Amedeo Modigliani.

"Miren lo que este hombre ha logrado con solo apretar el botón de su cámara", dijo Picasso al ver una de las fotos que le hizo Chamudes.

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