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Emprendedor del año:

Víctor Moller, del campo familiar en Negrete a la producción de berries en todo el mundo

domingo, 05 de febrero de 2017


Economía y Negocios Domingo
El Mercurio

Una frustrada primera embarcación de frambuesas lo llevó a instalarse en Miami y darle un giro a su negocio. Hoy Hortifrut vende US$ 400 millones y tiene más de 30 alianzas en todo el mundo.



Víctor Moller Schiavetti (74 años) ha estado desde siempre ligado al campo. El presidente de Hortifrut, distinguido como Emprendedor del Año por EY y "El Mercurio", es miembro de la cuarta generación de una familia de origen danés que aproximadamente desde 1830 se dedica a las labores agrícolas en la Región del Biobío.

Pese a que cuando chico vivía en Santiago, dice que no hay fin de semana que no recuerde haberlo pasado en Negrete, donde estaba el campo familiar. Es hijo de Rebeca Schiavetti, oriunda de Viña del Mar, y de Víctor Moller Bordeu, empresario agrícola pionero que en 1917 estudió en el MIT, en Estados Unidos, y ofició como ministro de Agricultura durante los gobiernos radicales.

La experiencia en terreno y los estudios de agronomía en la Universidad de Oregon le dieron a Víctor Moller Schiavetti las herramientas para darle un necesario golpe de timón a su negocio en momentos difíciles y lograr consolidar una compañía que hoy vende US$ 400 millones al año. En su rubro es la segunda a nivel mundial y cuenta con más de 30 alianzas en todo el mundo en la diferentes cadenas del negocio, desde el área genética a la comercialización.

Las primeras 9.000 cajas de frambuesas y la oficina en Miami

En 1959, Víctor Moller se fue a estudiar agronomía a Estados Unidos y ahí reparó en lo que luego se convertiría en el producto estrella de Hortifrut. "Los americanos consumían muchos berries durante tres o cuatro meses en el año y el resto del año no los conocían, entonces estaba pavimentado el camino", cuenta.

Volvió al país a trabajar al campo de su padre, donde cultivaban manzanas de exportación, entre otros productos. Tras la expropiación de casi la totalidad del campo familiar, durante el gobierno de Salvador Allende, su familia tuvo que partir de cero, recuerda.

En 1983 se propuso un desafío mayor: hacer la primera exportación de berries hacia el hemisferio norte. "En ese tiempo, un producto posible de exportar eran las frambuesas, pero era muy perecible y se pensaba que podíamos llegar con mermelada a Estados Unidos", recuerda con humor. "Empezamos con las primeras cinco hectáreas en la zona de Los Ángeles. Tuvimos que diseñar contenedores y envases especiales y buscar una forma aérea de enviar estos productos", prosigue.

Así fue como logró el hito de llevar las primeras 9.000 cajas de frambuesas a Estados Unidos. Sin embargo, tuvo problemas para cobrar ese embarque y terminó perdiéndolo. Por eso, siendo aún un agricultor pequeño, se decidió a tomar el toro por las astas e instalarse directamente en Miami, donde podía entender y monitorear de cerca el negocio.

Eran momentos complejos, recuerda, iba y venía desde Miami a Santiago y desde Santiago se trasladaba en bus al campo de la Región del Biobío donde vivía su esposa, Ana María Opazo, que en su momento también ayudaba en las cosechas.

"Chile en ese momento estaba pasando momentos muy duros, tenía pocos recursos y todo el mundo en contra, pero miles de chilenos emprendimos en diferentes oportunidades porque había una estabilidad de políticas que permitían tomar riesgos, incluso hipotecando los bienes personales", afirma.

Por esa época dio otro salto más. "Tomé una definición del negocio que era muy agresiva para esos años y que existe hasta hoy en la compañía: todos los berries, a todo el mundo, todos los días", dice sobre la idea de abastecer al hemisferio norte los 365 días del año con frutilla, frambuesa, mora y arándanos con marcas y una plataforma propias. "Chile es un país muy aislado, está muy lejos del mundo. En general, somos muy locales, muy isleños, y la salida de un chileno a otro país, en cualquier negocio e industria, le abre el mundo y le da una visión que permite construir estrategias diferentes y desarrollar un negocio más fecundo. Es algo recomendable en todos los negocios", asegura.

Los mejores socios locales

Lo que comenzó siendo una oficina muy pequeña en Miami, con un vendedor, es hoy una empresa que cuenta con 74 empleados y cinco oficinas repartidas en Estados Unidos. Una expansión en que fue clave la compra hace 15 años de Naturipe, una productora de berries centenaria. Se trata de un negocio en que Hortifrut junto con su socio local venden US$ 800 millones anuales en ese país.

Tal como en Estados Unidos, Hortifrut desarrolla un modelo de negocios a nivel internacional que consiste en aliarse con los mejores productores, genetistas, en definitiva, el mejor socio local. Esto se traduce en sociedades en que tienen el 50% de participación o más y en otras donde son minoritarios, pero que resultan estratégicas. Así, la compañía ha producido berries en Argentina, Guatemala, México, Estados Unidos y también Asia y el norte de África, entre otras latitudes.

"Este desafío tan difícil en su momento atrajo no solo la pasión propia en el negocio, sino de profesionales jóvenes y productores de otras partes que se quisieron sumar a este sueño o a esta linda bandera de lucha, y eso permitió crecer con rapidez en diferentes partes del mundo", destaca Víctor Moller.

Agricultura en la sangre

A nivel personal, esta pasión por la agricultura se ha traducido en un fuerte vínculo con la naturaleza: "Me gusta mucho el rodeo, la pesca y el golf. La naturaleza en general más que las ciudades", dice. Así lo ha transmitido a las generaciones familiares más jóvenes. De hecho, sus hijos (dos hombres y una mujer, de 38 a 44 años) en su momento ayudaron en las cosechas y participan en Hortifrut.

"Cuando uno tiene el espíritu de ir a conquistar, tiene una fuerza que mueve incluso a los productores locales. Hoy en la compañía hay un equipo muy experimentado, responsable de cada una de las áreas del negocio. Y yo sigo en la parte estratégica y de dirección como presidente de la compañía, pero sigo de cerca del negocio, porque me apasiona y además aprendo todos los días", dice.

Hoy Hortifrut, con 33 años de vida y abierta en la bolsa local desde 2012, participa con productos frescos, congelados, deshidratados, y con valor agregado ( snacks ). "Lo más importante ha sido crecer en agricultura orgánica, porque ayuda a la preservación de la tierra y la conservación del medio ambiente, en sintonía con las nuevas generaciones".

Agrega que el consumo de berries en el mundo está creciendo significativamente en mercados tradicionales, como Estados Unidos, y comienza a tomar vuelo en Europa, Asia, Medio Oriente y en Sudamérica, lo que es señal de que el negocio tiene mucho potencial y futuro, indica.

"El premio es un honor muy grande, lo veo como un aliciente no solo para mí y mi familia, sino para tantos jóvenes chilenos que hoy están en un país confuso, donde no hay claridad en cómo se va a desarrollar y crecer. Este es un buen ejemplo de cómo se puede partir con condiciones muy menores y básicas y desarrollar una empresa reconocida a nivel mundial".

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