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Entrevista | El viernes da una conferencia en Valparaíso:

El futuro según Douglas Coupland

domingo, 08 de enero de 2017

Roberto Careaga C.
Revista de Libros
El Mercurio

Célebre por haberle tomado el pulso a la década de los 90 con la novela Generación X , hoy el escritor canadiense también es un artista plástico que explora en sus obras las paradojas y efectos de la era digital en nuestras vidas. Esta semana visita Chile para participar en el Congreso del Futuro.



Terminaban los 80 y Douglas Coupland, con 26 años, escribió un reportaje en la Vancouver Magazine en el que trataba de describir el ánimo general de la gente de su edad. Jóvenes que se asomaban a los 90 con un gusto amargo tras el estallido del consumismo y sospechaban que había una forma de vivir más auténtica. El fin del siglo estaba a la vuelta de la esquina y los diagnósticos de época, a la orden del día. El de Coupland prendió y poco tiempo después, tras el apoyo financiero de una editorial, su idea se convirtió en una novela, Generación X (1991). "Honestamente, no creía que muchas personas, excepto mis amigos cercanos, llegarían a entender la realidad que describía", recuerda ahora el escritor, cuando el tiempo hace rato dio su sentencia: el libro fue el símbolo de una época, acaso un manual de instrucciones para entender a la juventud noventera.

"Escribir la novela fue un juego creativo. Sentía que una manera de ver el mundo y vivir la vida estaba desapareciendo. Sentía como si estuviera describiendo un lenguaje moribundo", cuenta Coupland en un correo electrónico recordando hechos de hace 25 años. Casi de otra vida. El tiempo no ha pasado en vano para el escritor que, de hecho, está cada vez más lejos de la literatura. Elevado casi a la categoría de gurú generacional en los 90 -lo que él siempre rechazó-, Coupland siguió publicando una serie de novelas más o menos exitosas, como Planeta shampoo , Microsiervos , JPod , mientras la música, el cine y también la publicidad se obsesionaban con esa generación de descreídos vestida al estilo grunge . Cuando aquella llama se extinguió, Coupland también se había movido: de retratos sociales hechos con literatura, pasó a hacerlos con instalaciones, fotografías, obras digitales. "En los últimos años he estado más comprometido con el mundo del arte que con el mundo literario", cuenta.

Si antes se lo conocía por retratar el ánimo de su generación, hoy Coupland ha pasado a tratar de entender cómo es vivir en una era digital en que el futuro siempre parece estar sucediendo ahora mismo. Una manera de hacerlo es a través de las nuevas paradojas: en su último artículo para The Finantial Times, Coupland reflexiona sobre la nueva relación que tenemos con nuestros teléfonos celulares: "Ya nadie habla por teléfono estos días. Aunque tengo memorables recuerdos de conversaciones telefónicas (llamada + cigarrillo = el paraíso), nunca más quiero volver a hacerlo. ¿Por qué perder el tiempo si uno o dos mensajes de texto consiguen lo mismo? Esta es una pregunta tramposa porque debes preguntarte qué vas a hacer con el tiempo que ahorras escribiendo y no llamando. La respuesta: enviando más mensajes".

Los celulares son la punta del iceberg de los asuntos tecnológicos que preocupan a Coupland. Por todos los demás es que está a pocos días de viajar a Chile: participará en el Congreso del Futuro, que se inaugura mañana en Valparaíso, y lo tendrá a él en una mesa de discusión llamada "Impactos de la tecnología en la sociedad", el viernes 13 de enero, a las 17 horas en el Congreso Nacional. Se trata de la discusión perfecta para el Coupland de hoy: "Si estoy invitado a este encuentro imagino que es porque escribo y hago arte sobre el futuro cercano y disfruto estos temas. No tengo agenda y estoy abierto a todo tipo de posibilidades", sostiene.

Coupland ha explorado el tema que lo trae a Chile en múltiples formatos en los últimos años y, cree, su interés en el impacto del futuro no es una preocupación muy masiva. "No creo que los seres humanos estemos diseñados para pensar en el futuro. La más inconsciente manifestación de esto es que las personas creen que al discutir sobre el futuro asumen que, de alguna manera, estás apoyando personal y políticamente cualquier posibilidad que describas. Entonces, como un rabioso pueblerino se ponen a lanzarle piedras a un loco", cuenta. "Creo que la habilidad de pensar futurísticamente es quizás una mutación genética del lóbulo temporal, algo que no está muy extendido en la población. La mayoría no puede ver más allá de un año. Después de eso hay solo ruido. No es algo bueno o malo. Es simplemente un rasgo como cualquier otro", agrega.

Esta no es la primera vez que el escritor visita nuestro país. Antes, estuvo dos veces en Santiago y se llevó ideas muy diferentes: "Visité Santiago para la revista Wallapper en 1996 y todos me preguntaban por qué estaba en Santiago. Que seguro tenía que ir a Isla de Pascua o la Antártica o alguna otra parte. Fue una extraña experiencia, como estar en un no lugar. No podía siquiera encontrar postales para enviar a mis amigos", cuenta. "Luego, 12 años después, fui donde unos amigos a Pirque y Santiago se había transformado completamente en un centro cosmopolita y chic, con un poderoso sentido de sí mismo y un gran orgullo de sus logros. Eso realmente me impactó, que un lugar pudiera cambiar tan rápido y bellamente en una década", añade.

El fin de la ciencia ficción

Hace dos años, la directora curatorial de la Vancouver Art Gallery, Daina Augaitis, definía así al escritor y artista: "Douglas Coupland es un analista cultural interesado en discutir la condición del siglo XXI". Era parte de la presentación que hacía de la exposición Everywhere is Anywhere is Anything is Everything, que recogía el trabajo artístico que hizo entre 2011 y 2014: un entramado de piezas conceptuales hechas de imágenes, objetos y palabras, en torno a la identidad en una época en que la información y los datos sobre quiénes somos y qué hacemos se multiplican en la red. "Echo de menos mi cerebro preinternet", se leía en una declaración. Más allá, otras decían: "El futuro te ama, pero no te necesita" o "Nunca fuimos tan inteligentes. Nunca nos sentimos tan estúpidos". Por las salas de la galería, Coupland levantó instalaciones de libros o juguetes que emulaban la gráfica de la web, rostros borroneados por paletas de colores digitalizados.

Su lado plástico, sin embargo, no ha mermado toda su escritura: el año pasado lanzó Bit rot , una colección de cuentos y ensayos inspirados en el término que engloba el título del volumen: la descomposición espontánea de algunos archivos digitales. "También Bit rot describe la forma en que mi cerebro se ha estado sintiendo desde el 2000: la forma en cómo derramé conexiones neuronales viejas y débiles, y mejoraron otras inesperadas", escribe en el volumen Coupland. En uno de los relatos de ficción del libro imagina una aplicación que a partir de las enormes cantidades de datos que vamos dejando en internet es capaz de responder preguntas como ¿quién es la persona que más te gusta en el mundo? ¿Quién es tu completo opuesto? ¿Cuándo y cómo encajas en la raza humana?

-¿Qué sucedió para que las artes plásticas se convirtieran para usted en algo más importante que lo literario? ¿Las palabras no fueron suficientes?

-El arte es principalmente sobre el espacio, y las palabras son sobre el tiempo. Existen híbridos como las películas, pero la mayoría de las inspiraciones artísticas ocurren en la parte del cerebro en que procesamos el tiempo, y en otras donde procesamos el espacio. Lo que termina por definir la experiencia es la aplicación de la emoción: cierra la percepción de forma permanente. En la década de 1990 hice una gran cantidad de diseños web, pero hacia el 2000 empecé a encontrarlos demasiado fugaces y pasajeros. Mi cerebro quería ser usado completamente para ese propósito. Miro los libros que he escrito y me siento como si estuviera viajando hacia el pasado, a una escuela a la que asistí hace años y años.

-En "Bit rot" usted plantea la existencia de un "nuevo tipo de inteligencia". ¿Cómo opera? ¿Nos ayuda a entender mejor la realidad?

-Sí, una inteligencia basada en la metadatos que tú, yo o cualquiera, genera a lo largo de su vida: historias de búsqueda en internet, información médica, fotografías digitales, ADN... Después de un corto periodo todos nos volvemos bastante predecibles y la inteligencia de las máquinas puede fácilmente simular tu vida por ti. Aún no, pero estará disponible en los próximos 25 años: es como un cometa en llamas que se precipita hacia la Tierra. Y más que ayudar a entender la realidad, diría que esta nueva inteligencia reemplaza la realidad.

-De alguna manera, y usted mismo lo insinúa, ¿ese tipo de inteligencia ya es utilizada por empresas y compañías que toman decisiones sobre productos y ventas basados en la información que vamos dejando en internet?

-Es cierto que vamos dejando un infinito de información dispersa, es como si no quisiéramos deshacernos de nada, sobre todo ahora que guardamos todo en la "nube". Y la mayoría de las empresas de jactan con orgullo de cómo utilizan todos esos datos, y de alguna forma nosotros les rogamos activamente por más. Es un amor capitalista y es realmente embarazoso.

-¿Sus libros y obras plásticas en torno a los cambios que ha generado esta era digital son una forma de entender este nuevo mundo? ¿De hacerle frente?

-Creo que todos hemos tenido que lidiar con demasiado futuro demasiado rápido... y todo el mundo se está volviendo loco porque los cambios no se están haciendo más lentos, ni se pueden detener, y todos sabemos que solo se van a acelerar. Entonces, ¿cómo desarrollamos nuevos modos de mirar una cultura en que podamos hacer coincidir el mundo real y nuestras experiencias diarias demasiado reales a través de lo digital? Realmente no hay muchas ideas que trabajen con este tema explícitamente. La ciencia ficción se ha convertido en ficción.

''Miro los libros que he escrito y me siento como si estuviera viajando hacia el pasado, a una escuela a la que asistí hace años y años".

''En los últimos años he estado más comprometido con el mundo del arte que con el mundo literario"

''Tras un corto periodo todos nos volvemos bastante predecibles y la inteligencia de las máquinas puede fácilmente simular tu vida por ti".

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