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Denisse Malebrán

La explosión del caso Caval al interior de La Moneda según una testigo de primera línea

sábado, 24 de diciembre de 2016

por Gabriela García fotos sergio lópez i
Entrevista
El Mercurio

La vocalista de Saiko trabajó con Sebastián Dávalos en la Dirección Sociocultural, donde estuvo hasta el mes pasado, cuando fue despedida, lo que significó un episodio muy amargo y doloroso. Aquí, por primera vez, desclasifica cómo se vivió el terremoto del caso Caval y habla de sus días como asesora del hijo de la Presidenta: "Era muy poco político (...) No le gustaba hablar".



Es octubre. Denisse Malebrán (40) está en el estreno de la obra Jardín, que dirige Héctor Noguera. Entre el público, se encuentra con una amiga que no ve hace un tiempo. Se abrazan.

Denisse le cuenta que está cerca de cumplir tres años en el segundo piso de La Moneda, como asesora a cargo de las actividades sociales y la producción de eventos de la Dirección Sociocultural de la Presidencia.

-Cuando estés afuera verás el mundo desde otra perspectiva -le dice su amiga.

Denisse Malebrán recuerda ahora el episodio y dice que no dimensionó esas palabras hasta hoy, que lleva un mes y medio fuera de La Moneda.

Había llegado en marzo de 2014 para formar parte del equipo encabezado por Sebastián Dávalos, y su jefa de gabinete, Erika Silva. Pero apenas un año después, en febrero de 2015, explotó el caso Caval y el hijo de la Presidenta tuvo que renunciar al cargo.

-Fue una hecatombe en lo político y en lo personal -reconoce hoy la vocalista de Saiko sobre el capítulo que puso bajo la lupa al gobierno de Michelle Bachelet y que tiene a su nuera, Natalia Compagnon, enfrentando un proceso judicial.

Con los meses, la mayoría de sus compañeros que conformaban la Dirección Sociocultural de Dávalos salieron de La Moneda. Denisse Malebrán fue la única de ese equipo original que sobrevivió a la nueva administración, ahora con Paula Forttes a la cabeza.

Pero el 9 de noviembre pasado y, según relata, la nueva directora sociocultural le pidió que no volviera.

-La prensa consignó que salí, pero eso no es real. A mí me despidieron -dice la cantante que señala haber sido "empujada por un tobogán".

-Salí mal de La Moneda. El desprendimiento fue tan doloroso. Pero de a poco estoy poniendo orden en mi vida. Salir de palacio ha sido una oportunidad para volver a ser yo misma. Lo cierto es que mi amiga tenía razón: ahí te traicionas a ti misma. Te enfermas.

Remando sola

Hija de una dueña de casa y de un policía de Investigaciones, se abrió camino prácticamente sola, ya que sus padres se separaron cuando ella tenía 17 años.

Comenzó a militar en el Partido Socialista desde que tenía 14. Está emparejada ahora, pero tuvo otras tres relaciones importantes en su vida y de cada una de ellas nació una hija. Con ninguno las cosas funcionaron a la larga.

También tuvo dificultades como vocalista de la banda Saiko. Hace 11 años, en 2005, se sumó a la primera campaña presidencial de Michelle Bachelet, pero mientras hacían una gira por Chile sufrieron un accidente en la carretera. Denisse Malebrán resultó ilesa, pero Ricardo Burgos, uno de los asistentes técnicos, murió, y otros integrantes quedaron con secuelas de por vida.

-Me culparon, algunos dicen que los abandoné. Eso gatilló mi salida de banda entre 2007 y 2012 -cuenta-. ¿Cachái cuando a un matrimonio se le muere un hijo? Se puede amar mucho, pero ese sentimiento no es más fuerte que lo que les pasó.

Los años que siguieron, la cantante fue dirigente gremial en la SCD y trabajó ad honorem como representante en el Consejo de la Música. Mientras, recibió apoyo psicológico gratuito por cuatro años, a partir del accidente, porque Bachelet nombró a una persona especial que se hizo cargo del impacto que este tuvo en cada una de sus víctimas.

-Ella tuvo una actitud maternal y de protección. Cuando yo sentía que nadie me veía, puso preocupación e intención en remediar y acompañar -cuenta.

Aclara que no tiene un vínculo de amistad con la familia de la Presidenta, pero que fue en ese momento que su lealtad hacia ella se estrechó. Cuando en 2014, una de las asesoras más influyentes en la primera administración bacheletista, María Angélica Álvarez, "la Jupi", la llamó para formar parte de la Dirección Sociocultural de la Presidencia, Denisse no dudó en aceptar.

-Valoró mi identificación con su proyecto, pero además creo que supo que si me llevaba yo no la iba a traicionar. Si de algo sabe ella es de eso. Bachelet ha enfrentado la traición desde chica. Por eso el hermetismo que la gente le critica. 

Dentro de las filas

Bajo la dirección de Sebastián Dávalos, a quien había conocido cuando trabajaron juntos en un proyecto que llevaba el modelo educativo del colegio Altamira a lugares públicos, la vocalista de Saiko asumió su rol de asesora de la Dirección Sociocultural de la Presidencia.

-La gente cree que hacer gestión es como un juego, pero teníamos una responsabilidad enorme. No daba lo mismo lo que hicieras, porque el resultado podía afectar bien o mal nada menos que a la Presidenta de la República.

Sebastián Dávalos tenía la misma filosofía. Según cuenta Denisse, "era tan consciente del lugar en el que estaba y de las observaciones que podían surgir a partir de su presencia allí, que era aún más cuidadoso y exigente".

-Contrario a la imagen que tiene todo el mundo de él, es decir, que era un tipo al que le gustaba el lujo, el Sebastián que yo conocí era de mucha austeridad y recato. Se dijo que le gustaba la plata, pero trabajaba gratis. Y trataba todo el tiempo por mantener una imagen y cuidaba a la Presidenta a todo nivel: nunca compró un pasaje, viajaba poco y con donaciones, nunca cambió un vuelo, nunca invitó a comer a nadie a la Unidad. Pero además, en términos de trato y de forma, era ameno y respetuoso. El Sebastián que conocí era muy tímido y tenía muy poca ambición de lucirse y de aparecer en fotos. Además, era humanitario. Era un director al que le importaba su equipo, que lo cuidaba -dice Malebrán.

Una bomba en La Moneda

Este espíritu, sin embargo, se quebró cuando estalló en el verano de 2015 el caso Caval y se supo que Dávalos y su mujer, Natalia Compagnon, se habían reunido dos años antes con el dueño del Banco de Chile, Andrónico Luksic, para conseguir un crédito millonario.

Denisse Malebrán recuerda haber estado de vacaciones cuando se enteró de todo esto. Solo se reincorporó a La Moneda después de que Sebastián Dávalos había presentado públicamente su renuncia.

Dice que la orden de la jefa de gabinete en ese entonces, Erika Silva, fue cuadrarse con el hijo de la Presidenta. Según ella, para Silva, lo sucedido era a todas luces una conspiración.

La cantante pensó en irse de la Dirección, pero a la semana siguiente, su madre -a quien cuidaba en su propia casa por un enfisema y una osteoporosis extrema- sufrió un accidente cerebrovascular y debió trasladarla al Barros Luco.

-Todos sabemos cómo funciona la salud pública -expresa. Cuenta que una funcionaria del hospital le impidió entrar a ver a su madre. Tras 20 horas de agonía, el 17 de febrero de 2015, falleció completamente sola. 

-Fue terrible todo ese tiempo. Mi vida era y es todo lo opuesto a lo que se estaba exponiendo (en la prensa), que son privilegios, accesos a un mundo de élite y ¡tráfico de influencias! Era como un mal sueño, del que, además, te ibas enterando a goteo. Creo que ni Sebastián se pudo imaginar lo que iba a ocurrir. No me imagino que alguien, en conciencia, pueda haber actuado así -dice.

-¿Qué piensa hoy de Dávalos?

-Que se equivocó, pero se equivocó antes de entrar a esta cartera y creo que los errores que él pudo haber cometido eran ajenos a lo que él hacía en la Dirección. ¿Cómo no dimensionó que eso que hizo en su vida privada, después, lo iba a perseguir? Nunca le he preguntado, porque después de que salió de La Moneda lo he visto una sola vez...

"Él es una persona súper especial. Es más bien corto de palabras, nada efusivo. Recuerdo que mientras estaba en la Dirección siempre se le retaba para que se riera, para que se expresara. Era muy poco político Sebastián, entonces hacía cosas, pero no andaba demostrándolas y tampoco fingía un carácter que no tenía. A él no le gustaba hablar. Sebastián era más de dejar que el resto se expresara, aunque era bueno dando consejos. Su forma de liderar era mucho más horizontal, pero eso no significaba que fuéramos un grupo de amigos como se planteó".

-¿Ninguno del equipo le preguntó en qué estaba pensando cuando acompañó a su mujer a pedir ese crédito?

-No. La Erika (Silva) quizá, no lo sé. A decir verdad, no hubo ni siquiera un espacio. Efectivamente, ni él ni Bachelet tenían comunicación donde estaban. Pero, además, esto ocurrió curiosamente cuando no estaba la Presidenta, tampoco su jefa de gabinete ni su jefa de prensa. La soledad se sintió en lo mal manejado que estuvo todo. Nadie ayudó. Obviando la parte de responsabilidad que a Sebastián le cabe en esta historia, aquí dejaron que él se desangrara. Ya estaba muerto, pero no tenías para qué dejarlo colgado en la plaza pública. Fue una cadena de errores. Una verdadera bomba en La Moneda.

Sin cabeza

Dice que pensó en irse en ese momento, pero que la muerte de su madre afectó tanto a sus hijas que, desde ahí, todo se volvió una espiral.

-Debí haberme ido. Pero fueron tantos los bombardeos que me llegaron, que no alcancé a acusar el golpe, no supe para dónde estaba mirando.

Sin embargo, asegura que cuando veía a la Presidenta en los actos, la entendía. "Para mí, lo que le pasó tuvo más que ver con la relación madre-hijo que con los lazos políticos. La crisis fue de índole humana y nos salpicó a todos".

El mes que la Dirección Sociocultural de la Presidencia estuvo sin liderazgo, no hizo las cosas más fáciles, dice. Mientras el caso Caval seguía acaparando titulares y Yerko Puchento se mofaba de Sebastián Dávalos en el programa Vértigo, Denisse Malebrán recuerda que "se vivía una verdadera cacería de brujas al interior de La Moneda".

-¿Cuándo te podrías haber imaginado que Yerko Puchento iba a terminar hablando de tu trabajo? Jamás. Y menos que la jefa de gabinete iba a terminar siendo un personaje de mofa en la televisión. Todo esto superó a Macondo.

"Fue una época muy desagradable, se buscaba desacreditar en el gabinete unos contra otros, se filtraban cosas, era horroroso. La violencia estaba desatada en el palacio y los que quedamos de la administración de Dávalos pasamos a ser lo más parecido a un leproso, nos quedamos solos. A nosotros nadie nos saludaba. Éramos personas totalmente rechazadas. Por otro lado, el entorno que la Presidenta había elegido desde la confianza resultó más chueco de lo que ella misma se hubiera imaginado para estos últimos años en su vida.

-¿Se refiere al papel de Peñailillo durante la crisis?

-Yo creo que las deslealtades estaban instaladas en distintas unidades, específicamente en algunas personas que tenían más ambición de destacarse ellos y aprovechar el momento, que ser fiel a lo que debieran cumplir dentro de un cargo. Específicamente, creo que la deslealtad estuvo muy marcada en quienes persiguieron de manera abierta al director administrativo de La Moneda; o sea, gente que estaba más preocupada de sacar a Cristián Riquelme de su función y dejar a la Presidenta más sola de lo que ya estaba en ese momento, que de tratar de colaborar en que se siguiera gobernando o de que el caso Caval pasara a un segundo plano. También desde la comisión Caval creo que hubo un exceso de protagonismo para quienes querían a toda costa seguir sacando provecho de esto como un espacio de promoción política.

La era Forttes

Denisse recuerda que el 17 de marzo de 2015, Bachelet cruzó hasta la Dirección Sociocultural a presentar a quien sería la directora de la cartera desde ese momento.

Como no estaba Erika Silva, fue a la cantante a la que le tocó recibir a Paula Forttes. 

-Nosotros estábamos felices con la llegada de Forttes, porque después de Dávalos quedamos en tierra de nadie, pero la alegría no duró mucho.

Denisse Malebrán dice que apenas Paula Forttes se instaló en su escritorio, cambió su personalidad y les rayó la cancha:

-Nos dijo que cualquier comentario que nosotros diéramos externamente, es decir, en tu vida privada y hasta con tus amigos, sobre el exdirector, significaba despido. Entonces uno pensaba: ¿qué onda, tengo cámaras y micrófonos conmigo? ¿Por qué no podría conversar con una amiga sobre lo afectada que estabas con todo esto? Había una visión muy carcelaria de lo que esto significaba para los que seguíamos ahí. Entonces, efectivamente me alejé de mucha gente, y varios otros me quitaron el saludo.

-¿Por qué?

-Porque acá surgió de todo. Gente que es capaz de ponerse en tu lugar y decir: qué mala suerte tuviste. Y otros a los que les dabas asco, por haber trabajado a 100 metros del director de esa etapa. De verdad que pasamos un momento de lepra. Fue un proceso muy duro y además muy expuesto. Recuerdo que en un momento fui a sacar un Dicom para arrendar un departamento y caché que todos los medios de comunicación me estaban revisando los antecedentes y me sentí muy violentada.

"Agradezco la investigación periodística (del caso Caval), es bueno que estas cosas se sepan. A lo que me rebelo es a que tengamos que pagar justos por pecadores. Recuerdo haber respondido una vez por Facebook que Sebastián no era un ladrón ni un estafador, porque es lo que pienso, pero en verdad no tengo por qué salvarle a nadie la imagen. Yo no tengo nada que ver con el caso Caval. Nada".

-Se publicó que Sebastián Dávalos y Natalia Compagnon la ayudaron a financiar un disco de Saiko.

-Ese fue un crowdfunding de 2013 y cualquiera pudo haber puesto lucas si quería.

-Pero no eran dos desconocidos.

-Por supuesto que no. Ambos se compraron el disco. Pero también Pepe Auth. Para mí, en ese momento fue bacán que apoyaran. Recuerdo haberlo comentado en el estudio, que el hijo de la ex Presidenta nos había ayudado. ¿Qué más ibas a pensar?

Las preguntas que rondan

Luego de que estallara el caso Caval, Denisse Malebrán reconoce haberse aislado.

-Había una desconfianza instalada en esa Unidad. "¿Y por qué nadie dijo nada?", era la pregunta que rondaba. Y yo la verdad es que no conozco a nadie que sepa qué hace la señora de su jefe o que pueda decir qué ocurre en territorios privados.

Pero en la casa, afirma, no pudo evadir las preguntas.

-Para mí fue muy duro tener que explicarles a mis hijas esto del caso Caval. Tener que mirarlas y decirles que algunas cosas que circulaban en redes sociales eran mentira o que me preguntaran si los carabineros que acompañaban a Sebastián eran escoltas o lo estaban vigilando. Muchos reportajes hicieron ver que aquí éramos todos un grupo de amigos. Pero yo, antes de llegar ahí, no conocía a nadie de esa Dirección, no los había visto nunca en la vida. Ni siquiera a Erika Silva.

-Pero a Sebastián Dávalos, sí.

-Lo había visto dos o tres veces. Me acuerdo de haber animado un evento de recaudación de fondos y haber compartido con ellos una mesa. Más conocía a gente del comando de la Presidenta: a Peñailillo y a Arenas, por ejemplo. O a la Tita (Orietta) Rojas, porque es mi excuñada. Durante mucho tiempo, el primer año, yo tenía mayor cercanía a ellos que el director y su jefa de gabinete. Pero eso que fue un plus para mí, también fue un castigo.

-¿Por qué?

-Porque yo salía al patio y el ministro Peñailillo se paraba a saludarme. Mi relación era más cercana, pero también porque soy músico, y la gente me cacha (...) Yo no sabía ni siquiera lo que era la G-90, pero en La Moneda todo se amplifica y cualquier cercanía a alguien con poder es visto como una señal de peligro. Esto de los bandos dentro de palacio es tan ajeno a mí (...) Pasa que estar en La Moneda es como estar en un zoológico: te adaptas, pero nunca vas a estar del todo cómoda, porque yo no soy de ninguna especie.

El 9 de noviembre, relata Denisse, fue el último día que trabajó en La Moneda.

-Sus argumentos (de Forttes) fueron que yo no tenía disponibilidad para un cargo como ese, que mis compañeros así lo decían, y que había llamado a Sebastián (Dávalos) para preguntarle si tenía algún problema con que me sacara y que este no había puesto reparos. 

-¿Qué hizo usted?

-Me puse a llorar. Le pregunté a mis compañeros si era verdad que no podían confiar en mí... Y luego le escribí a Sebastián (Dávalos) preguntándole si era cierto que Forttes lo había llamado, y me lo ratificó. "No quiero saber nada de lo que ocurre en la Dirección Sociocultural", fue su respuesta. Pero si me iban a echar y él ya lo sabía, habría esperado que me lo contara antes.

Las relaciones con Paula Forttes y su jefa de gabinete, Rosa Neira, venían ya difíciles. Hace rato que había roces, dice Malebrán, porque se resistía a ciertas decisiones que se tomaban dentro.

-Creo que esa oposición fue la que les comenzó a molestar. Me fui ganando poco a poco un enemigo en casa y esas diferencias de criterio fueron las que yo creo que terminaron dinamitando mi espacio en este lugar.

Palabras al cierre

La artista considera que su despido "fue un desatino y un descriterio". De hecho, piensa escribir un libro con su experiencia en La Moneda.

-Todavía creo que no asimilo del todo los casi tres años que pasé ahí. Son demasiadas cosas, y en términos humanos hay material suficiente para una teleserie.

-¿Con conflictos éticos también?

-Era vivir en dos escenarios opuestos todo el rato. Pero además, cuando estalla todo esto, tú sentías que estabas del otro lado. ¿Cuándo tú o yo podríamos haber obtenido una reunión con el dueño de un banco? Yo jamás he aprovechado las circunstancias en las que he estado para conseguir algo para mí.

-¿A quién se refiere?

-No a Sebastián, sino a su mujer. Ver que una persona utiliza la posición que tiene a su favor es súper raro. A dos años ya, he pasado por todos los estados: pena, comprensión, misericordia, rabia. Y en otras, me apiado y digo: qué terrible. Es que Dávalos ha sido juzgado de manera pública mucho peor de lo que lo haríamos con el violador de un niño. Y nadie merece que lo traten así: salir a combo y a charchazo de un tribunal. No he visto esa rabia ni esa violencia con otros casos, como el de Penta, por ejemplo.

"No tengo nada que ver con ella (Natalia Compagnon), pero creo que el daño que le hizo al país fue enorme. También a su suegra: le destruyó el gobierno".

-Pero Sebastián Dávalos no es un niño.

-Sí, claro. No lo estoy excusando. No quiero caer en ese pensamiento machista de que la mujer es la mala, no me lo trago, pero creo que ella no midió. Y espero que cuando esto termine de decantar y salga todo el polvo que tiene que salir, se conozca un poquito mejor el escenario, porque aquí todavía hay partes de la historia que no se terminan por entender del todo. 

-¿Se arrepiente de haber entrado al gobierno?

-Sí. Y de hacer propaganda política. De hecho, me saldré del PS, continuar es como seguir casada con el ex cuando lo cierto es que ya no vives con él hace rato.

De su período en La Moneda, dice:

-Si algo aprendí estando en el gobierno es cómo las cosas funcionan allí adentro: a Bachelet la información le llega parcelada. Yo sé que la Presidenta no es así. Que no estaría de acuerdo en que alguien sea desvinculado porque sí.

-¿Espera las disculpas de Sebastián Dávalos?

-No van a llegar nunca. No forma parte de su carácter ni de su forma de ser. En su fuero interno no tengo idea qué pasará. Lo que sí sé es que yo nunca lo vi a él pararse ante el mundo como el hijo de la Presidenta. Al revés, nos reíamos de quienes sí lo veían así. Él luchaba por desmarcarse de eso, y es tan así, que me atrevo incluso a decir que él tomó este cargo pensando en acercarse a ella, en estar más con su mamá. Lamentablemente todo salió mal. El daño pasó y tiró esquirlas para todas partes.

"Creo que el daño que le hizo (Natalia Compagnon) al país fue enorme. También a su suegra: le destruyó el gobierno"

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