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Los mejores vinos del año según "Descorchados"

viernes, 23 de diciembre de 2016

Por Patricio Tapia
Vinos y licores
El Mercurio

Recién salida al mercado, la nueva versión de la guía de vinos -para la que se cataron cerca de 1.700 etiquetas- le toma el pulso a la muy dinámica escena de vinos chilenos. Novedades siempre hay muchas. Aquí, algunas de las más destacadas.



Cerca de 1.700 vinos catados es todo un record para las sesiones de catas de "Descorchados". Y sí, parece una locura probar tanto vino en un lapso de apenas un mes y medio, pero la verdad es que si bien cansa, también entretiene. Y mucho.

Y entretiene porque, como muchas veces lo hemos dicho en Wikén, la escena de vinos chilena se ha vuelto muy dinámica, con novedades que aparecen todo el tiempo, y "Descorchados" trata de mostrar esos cambios. En el fondo, es un trabajo periodístico anual, una foto lo más panorámica posible del vino en Chile. Y aquí van algunas tomas.

Las caras del cabernet

El ganador al mejor tinto del año fue un cabernet sauvignon del Alto Maipo, Las 3 Marías Vineyard 2011 de Stefano Gandolini. Se trata de un proyecto nuevo que recién se estrena este año con un tinto que es muy bueno, pero sobre todo, lleno de sentido de lugar. Un cabernet chileno como pocos, lleno de aromas herbales, potente, pero a la vez delicado en textura. Aportando a la discusión sobre la identidad del cabernet nacional, Dolmen 2015 de Santa Carolina también usa al cabernet como medio de comunicación, pero comunica algo completamente distinto. Esta vez viene de la zona andina del Valle de Cachapoal y no tiene aromas herbales, sino que solo fruta madura y -aunque suene algo extraño- un detalle levemente cárnico. Un bicho raro que, extraño y todo, propone una mirada distinta a la cepa emblemática de Chile.

Blancos opuestos

El ganador en blancos fue el tremendo El Centinela 20 Barrel 2016 de Cono Sur, un sauvignon blanc que no solo es un blanco delicioso en aromas refrescantes, sino que también va algo más allá. Los vinos (todos) son para comer con ellos, y este Centinela aporta con una deliciosa textura cremosa, algo inusual en la cepa, pero que habla de un nuevo camino del sauvignon que, en este caso, va por el lado de los ostiones a la crema. En el lado opuesto, una cara completamente inesperada del país la propone J. Bouchon con su País Salvaje blanco. Aunque generalmente los vinos de esta cepa son tintos, los Bouchon decidieron experimentar y ver lo que salía. El resultado es un blanco recio, de textura firme, que araña la lengua, que pide chunchules o mollejas con unas gotas de limón. Si El Centinela es una crema, este Salvaje es un gatito estrenando sus uñas. Un excelente aporte a la discusión sobre los vinos hechos de país en Chile.

El país de pantalones largos

Hablando de país, la diversidad de puntos de vista también poco a poco se comienza a ver en esta cepa, la más antigua plantada en Chile. Santa Cruz de Coya hecho por Roberto Henríquez en Nacimiento, en la ribera sur del Biobío, es uno de los ejemplos más delicados y refrescantes de la cepa, vivo, rico en sabores a frutas rojas y casi etéreo. Mientras tanto, algo más al norte, en el valle del Itata, el País Granito de Leonardo Erazo para los Viñateros Bravos, es mucho más cargado, firme, intenso, pero igualmente refrescante. Este año en Descorchados probamos 45 vinos hechos con cepa país, y de bodegas tan disímiles como Concha y Toro, San Pedro o Tinto de Rulo. Más que una excentricidad o algo que se ha convertido en moda, lo que demuestra hoy la idea de producir vinos de país es que hay diversidad con la cepa, y que algunos de los vinos que con ella se producen están entre los más ricos en Chile, algo completamente imposible de imaginar hace apenas un lustro.

"Descorchados 2017"

a la venta en librerías y tiendas especializadas a $14.990.

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