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La diseñadora aymara que revoluciona la moda

viernes, 16 de diciembre de 2016

Por Gabriela García, desde Bogotá.
Especial YA
El Mercurio

Se llama Eliana Paco y creció en los márgenes de La Paz viendo a su madre coser las típicas polleras paceñas que fueron discriminadas por generaciones. Autodidacta y tozuda, hace 11 años se propuso transformarlas en prendas de lujo. Hoy lucen en EE.UU., Lima y Colombia.



A Eliana Paco Paredes no le gusta reconocer sus 34 años.

-Tengo treinta y algo -dice moviendo las pestañas con coquetería en el hall de un hotel de Bogotá, cuando se le pregunta la edad.

Oriunda de Bolivia, está vestida como las mujeres que la preceden en su árbol genealógico: una pollera larga combinada con un suéter azul y un gorro negro hacen juego con su par de trenzas largas y azabaches.

Es así desde que tiene memoria. Tanto su abuela, su madre y sus tías han calzado las prendas de cholas. Pero para que Eliana pudiera usarlas con la hidalguía de ahora, tuvo que pasar bastante más tiempo. Antes de convertirse en diseñadora de modas y llevar estas vestimentas a las grandes pasarelas del mundo -cuenta-, era su propia familia la que se resistía a que las llevara puestas.

Es fines de octubre. Eliana acaba de presentar su última colección, "Chacana" (nombre que recibe la cruz andina de los pueblos indígenas de Los Andes), en el Bogotá Fashion Week que realizó el Mercado de Industrias Culturales en Colombia (Micsur). Y la diseñadora cuenta que creció donde vive hasta ahora: en un barrio popular de viviendas de ex combatientes de la Guerra del Chaco, en los márgenes de La Paz.

Allí, en una casa pequeña donde su madre, Ceci, cosía sin parar, aprendió tempranamente sobre la diferencia de clases.

-Había dos tipos de mujeres -cuenta. Las señoritas elegantes y pudientes que usaban vestido y luego estábamos nosotras, las cholas.

A su madre no le gustaba hablar de esto, pero el dolor se traslucía en sus ojos. La discriminación había marcado a las mujeres de la familia de Eliana. Tanto, que ella, hasta convertirse en diseñadora, nunca pudo portar la cultura paceña.

-Mi mamá me hacía vestidos hermosos, pero yo le reclamaba que quería andar de chola. Cuando más grande entendí por qué lo hacía: era para que yo no sufriera lo que había pasado ella -cuenta.

Y agrega:

-En Bolivia, las cholas no podían entrar a restoranes, hoteles ni tampoco a las tiendas. Los españoles habían impuesto esta indumentaria a la servidumbre femenina en el siglo XVII y era un estigma -expresa Eliana con una sonrisa dulce.

Pero fue de grande, hace más de 11 años, que la diseñadora empezó a coser sus propias polleras. Y comenzó a disfrutarlo tanto que cuando una amiga de colegio le pidió asesoría para vestir en una ocasión especial, ella no dudó en abrir su ropero y prestarle las suyas.

-Este te queda, este no. Mejor combínalo con este -comenzó a dirigirla.

Su amiga siguió cada uno de sus consejos. Ese día se fue con varias bolsas llenas.

-Al otro día me contó que la forma en que la había vestido le había gustado a todos, y que la habían mirado tanto. Yo en ese momento ya intuía que me gustaba la moda, pero con este comentario y otros que vendrían después, también supe que tenía buen gusto -dice Eliana sosteniendo el sombrero con ambas manos.

Un año redondo  

Es un día soleado, pero algo ventoso en Bogotá. Y la boliviana, que fue aplaudida en la pasarela colombiana, sale a caminar por el centro. La gente que se cruza con ella y la reconoce del desfile se acerca para felicitarla. Para ninguno de los que se aloja en su mismo hotel su look ha pasado desapercibido.

Eliana es de fácil conversación. Su celular vibra con el correr de los minutos y los mensajes por leer en Whatsapp siguen pendientes.

Dentro de los contactos que ha sumado en los últimos meses está el de la destacada empresaria y aristócrata Ágatha Ruiz de la Prada. La conoció en la pasada Semana de la Moda de Nueva York, donde presentó su colección "Pachamama" (madre tierra en quechua) en los zapatos de 12 modelos internacionales, y Eliana relata que se hicieron cercanas.

-Ha dicho que mis atuendos le recuerdan a Yves Saint Laurent y a Armani, que usó sombreros borsalinos. Y que quiere vender mi ropa de chola en su tienda y estamos coordinando -cuenta emocionada sobre la atención que recibe su propuesta en cualquier lugar al que va. Nunca falta quien se le acerca para preguntarle más sobre su cultura y las prendas.

Este 2016 ha sido el año de su consagración. Arrancó de manera inédita, con modelos internacionales desfilando de cholas en las afueras de la casa de gobierno en La Paz, para luego viajar a las pasarelas de Estados Unidos, Lima y Bogotá.

Semanas después de esta entrevista, además, recibió un reconocimiento en su país natal: Eliana Paco fue condecorada con el "Premio a la Excelencia Empresarial" que le entregó Santa Cruz en conjunto con la Fundación Europea para el Desarrollo. En el diploma se lee hoy que es una de las personalidades exitosas en el extranjero que han contribuido al desarrollo nacional. La diseñadora está contenta. El mensaje que se esmera en transmitir con su trabajo está rindiendo buenos frutos.

-Me alegra contribuir a que la vestimenta de la chola paceña ya no sea motivo de vergüenza ni de insulto, sino de orgullo, que estas ya no solo sean prendas que puedes encontrar en un mercado, sino también en la tienda más refinada -expresa mientras el sol brilla sobre su piel morena.

Eliana estaba invitada, por estos días, a mostrar sus colecciones en Washington, pero prefirió quedarse.

Nunca antes una diseñadora había hecho lo que ella logró: mostrar la esencia y las texturas originarias de Bolivia en la piel de modelos de talla internacional. Lejos está quedando la diferencia de estatus soterrada que Eliana vio cuando estudiaba en un liceo de señoritas a través de la ropa: las mamás o profesoras que eran blancas y llevaban estilizados peinados y cartera, tenían más posibilidades de surgir gracias a su poder adquisitivo que las que iban con pollera y trenzas como las que luce ella.

Una mujer osada

Su camino ha sido perseverante y osado. Eliana Paco trabajó en una fábrica textil a los 15 años, pero no tiene conocimientos profesionales de diseño de vestuario ni de moda. Sin embargo, cuando decidió que quería llegar a la pasarela lo apostó todo. El primer paso fue invitar a su madre a coser sus primeras prendas y las empezó a vender a pedido. Con esos ahorros, y un préstamo, se lanzó con una tienda pequeñísima, pero propia, en los alrededores del Cementerio General de La Paz.

-Se llama Esmeralda en honor a una hermana menor que se murió de lupus -explica con la mirada ensombrecida.

Los primeros en poner sus ojos sobre ella fueron los vecinos de Perú. Cuando se dieron cuenta de que había una chola con su negocio propio la invitaron a hacer los atuendos de un video clip. Eliana aceptó de inmediato, y su rostro empezó a ser difundido en los medios de comunicación. En la medida en que iba vendiendo las prendas que ella fabricaba, fue necesitando cada vez más manos. Salió a buscarlas en su Bolivia natal. Poco a poco y tras capacitarlas una a una, fue sumando más y más artesanas al emprendimiento que lidera con constancia de samurái.

-Trabajo como hormiguita para retratar, rescatar, fortalecer y sobre todo difundir mi cultura -dice la diseñadora.

Esos son los hilos que constituyen la sentida y original propuesta de Eliana Paco.

-A mí me mueve la pasión y el amor por mi origen. El trabajo manual. Esa es la fuente de inspiración más grande que tengo -dice, acariciando sus cuidadas trenzas.

Luego agrega:

-Son vidas que tú puedes transformar si les das un estímulo. Comienza a gatillarse en ellas el deseo de crear, y a medida que crecemos vamos sumando a otros. Nuestra pequeña industria es familiar. Aquí creemos que si la mamá sabe, la hija también, y también el papá, el sobrino o la hermana. Tratamos de invitarlos a todos. Así generamos empleo y también calidad de vida. 

Hoy es Paco la que viste a su madre.  El sombrero, la manta de alpaca y de fibra de vicuña, el corsé, la pollera multicolor combinada con blusas ceñidas y aguayos, zapatos, joyería en oro y plata y el macramé son revalorizados en sus manos. 

-Me siento tan segura de la riqueza de mi origen y creo tanto en mi trabajo que hoy me pueden sentar en una mesa de diplomáticos o de artesanos y yo no cambio mi forma de ser y vestir. Ellos, a diferencia de mí, pueden tener estudios en la universidad, pero yo sé lo que valgo, no me siento menos, no me avergüenza en lo absoluto. Todos tenemos una virtud, y este es mi aporte. No solo es darle el valor que merece a una clase social, sino también a la mujer -dice quien trabaja con tres personas.

Belleza auténtica

De todas las diseñadoras de Sudamérica que se presentaron en el Bogotá Fashion Week (entre las que estaban la brasilera Fernanda Yamamoto, la chilena Alejandra Bobadilla y la colombiana Lia Samantha), Eliana es la que viajó con el cargamento más pesado, ya que la pollera típica puede pesar hasta 10 kilos.

Según cuenta la diseñadora, además quería explorar varias opciones antes de comenzar el desfile. Con un grupo de hermosas modelos colombianas que estuvieron a su disposición, fue probando sus coloridos ejemplares hasta quedar satisfecha.

Para Paco no basta con vestirse bien. Según explica, la mujer que realmente luce su belleza en el ámbito de la moda es la que se siente cómoda con lo que lleva puesto.

-Esa comunión entre tu persona y la ropa es la que se refleja en tu cara y hace que brilles. Cuando te sientes bien contigo misma, no hay ninguna opinión externa que te haga dudar -dice, levantando levemente la falda que cae por sobre su rodilla para mostrar los hasta seis metros de tela que le dan volumen.

-¿Qué dice tu madre ahora que vas de chola las 24 horas y no de vestido?

-Que me queda bien. Ella ha visto cómo hemos roto las barreras. Se siente orgullosa.

-¿Pensaste en algún momento que serías tan reconocida?

-La verdad es que sí, porque soy una mujer de convicción. Y no me equivoqué, porque hoy muchas personas en mi país, y a nivel internacional, quieren usar el aguayo y otras prendas de hilos teñidos en colores naturales de nuestra cultura, no como una anécdota, sino como un atuendo significativo en el clóset de una mujer. Esta no es una moda vacía. Nuestro trabajo es una plataforma de difusión cultural. Un movimiento lleno de sentido y de identidad. A mí me dicen la embajadora o la fashionista de la cholita paceña, porque ahora es frecuente ver a ministras, juezas y presentadoras de televisión con estos diseños. Y yo me tomo esto como una enorme responsabilidad. Quisiera que mis colecciones ahora lleguen a Europa. Ese es mi próximo desafío..

"me alegra contribuir a que la vestimenta de la chola paceña ya no sea motivo de vergüenza ni de insulto, sino de orgullo".

"Trabajo como hormiguita para retratar, rescatar, fortalecer y sobre todo difundir mi cultura. Me mueve la pasión por mi origen", dice la diseñadora.

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