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Cecilia la Incomparable: "Yo soy propia, de una línea"

sábado, 03 de diciembre de 2016

Sebastián Cerda
Vidactual
El Mercurio

Aunque le dijeron que le quedaban dos días de vida, la cantante ya se prepara para volver a los escenarios y reencontrarse con quien -señala-, ha sido el gran amor de su vida . "El público fue mi novio, mi esposo, mi juventud, mi madurez, y actualmente sigue", afirma, sobre una relación que ya suma 57 años. Esta semana fue reconocida con el Premio Presidente de la República, tema en el que aquí se adentra.



Si hace una semana Mireya Cecilia Pantoja Levi hubiera hablado, probablemente la conversación habría estado monopolizada por un solo gran tema: los dos meses que pasó en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Regional de Antofagasta, y la posibilidad cierta de no haber podido vivir para contarlo.

Pero como el vértigo es parte intrínseca de su historia, ya hay otro tema protagónico en la agenda de la cantante: el Premio a la Música Nacional Presidente de la República que le fue adjudicado en la categoría Popular, y que el pasado lunes anunció el ministro de Cultura, Ernesto Ottone.

"Yo llevo esta carrera desde el 59, por ahí", calcula Mireya Cecilia Pantoja, la popular Cecilia, figura angular de la escena chilena y precursora de los movimientos musicales surgidos desde los 60 en adelante. Es decir, ya son 57 años arriba de los escenarios, por lo que no puede evitar asimilar el galardón con el reconocimiento a una trayectoria y a un legado. "Lo siento así y me alegra, porque me incentiva", dice.

-En años anteriores, este premio lo han ganado artistas como Buddy Richard, Los Tres, Los Jaivas y Jorge González. ¿Se siente en un lugar similar al de ellos?

"Aparte. Ha sido tan diferente mi carrera. Siempre fue paralela a la Nueva Ola, paralela a todos. Yo soy propia, de una línea. Y eso es un privilegio de la vida, pero que yo hoy día lo tomo en serio, el haber llegado a tal nivel, que es algo que cuesta. Por eso este premio es aparte, este premio para mí es aparte de todos".

Son los rasgos de ese adjetivo que se transformó en apellido artístico para la intérprete de éxitos como "Baño de mar a medianoche" y "Compromiso", y que a los 73 años, aún en terapia para recuperar la forma tras una gravísima neumonía, insisten en aparecer. Como sea, esté en la condición que esté, Cecilia sigue siendo la Incomparable.

"El público fue mi novio, mi esposo"

"Yo conocí el desierto sin pavimentar, y lo vi pavimentar. ¡Esa onda, es cierto!", exclama la cantante al recordar los inicios, los años de largada de esa carrera que en estos días se reconoce. Podría ser un referente temporal también, una postal de época para que el interlocutor de turno se haga una idea en torno al país en que le tocó emerger. Pero para ella, esas rutas polvorientas son además una metáfora.

"Hay una enseñanza, la humildad de esos caminos para ir al Norte, de los desechos. Yo amo esos desechos, porque me dieron fuerza, me hicieron ser fuerte para soportar otras cosas", afirma.

Porque a partir de entonces Cecilia desarrolló una carrera que tuvo de dulce y agraz, aunque hoy no ponga eso último en el saldo final. Se siente agradecida, asegura que todo se lo debe al público, y mira con cariño cada etapa que le tocó vivir, desde la más resonante a la menos gloriosa. Pero, entre una idea y otra, asoman también las heridas.

"Yo viví la soledad de la fama. A pesar de que tenía al lado a mis padres, la viví como joven. La exigencia de no salir, de no participar de algunas cosas. Durante diez años no pude salir a la calle. Me tuve que integrar porque me estaba enfermando. Hasta que me acostumbré a que la gente me mirara", recuerda.

-¿Y el amor? ¿Su carrera le dificultó vivirlo?

"Sí, opté por dedicarme por entera a mi carrera, nada más".

-¿Y eso le ha pesado alguna vez?

"No, soy feliz con lo que he sido, con lo que la vida me ha dado".

-Pareciera que encontró el amor en el público, al que usted siempre ha tratado como un ser vivo, un individuo...

"¡Es que lo es! El público fue mi novio, mi esposo, mi juventud, mi madurez, y actualmente sigue, hasta la tercera edad. Para mí son todos familia. Creo que en un pedacito de cada hogar de Chile, ahí estoy yo".

-¿Y dónde se relaciona hoy con ese público? ¿En las redes sociales, la calle?

"En el escenario".

-Pero ya lleva más de cuatro meses lejos de él. ¿Lo echa de menos?

"Lo echo de menos. Me di rabia como Cecilia, porque me exigí mucho, me estresé y caí enferma. Eso no me gusta. Caí en una codicia que no va conmigo, porque yo no soy codiciosa".

-Tal vez esa codicia no tenga que ver con una necesidad de ingresos, sino de aplausos...

"Claro que sí. El público es el que me da vida. Yo me transformo. Quizás eso me llevó a aceptar una presentación más cuando no debía. Pero no lo hago más. La vi muy verde, y le pedí a Dios que no me diera más ese golpe, esa señal, porque ya había entendido".

El segundo milagro

Para el 28 de julio de este año, cuando se presentó en el casino de Antofagasta, Cecilia llevaba varias semanas con un resfrío que se negaba a abandonarla. Sin embargo, ello no fue impedimento para que cumpliera con el show pactado, e incluso para que firmara autógrafos al finalizar. Pero una vez en su habitación, cuando ya dormía, el ritmo y sonido de su respiración llamaron la atención de su asistente. Un paramédico dio la primera alerta: La cantante no se estaba oxigenando bien y era necesario que la viera un especialista. De su traslado al hospital ya no se acuerda.

"Yo soy de esas personas asintomáticas, y no había pasado antes por nada similar. Por eso caí redondo. Cuando salí del escenario, apenas me molestaba un poco la garganta. El show fue como siempre, canté bien, pero desgraciadamente después me vino una neumonía terrible. Estuve en coma un mes, durmiendo", cuenta.

-Y al despertar, ¿qué pensó?

"Lo primero que dije fue '¿estamos en Santiago?'. La Yasmín (Bau, su asistente) me dijo 'no, está en un hospital', y me empieza a contar llorando lo que había pasado. Me daban por perdida. Me dieron dos días, máximo. Cuando me lo contó lo único que dije fue '¡chucha!. Pero no me muero ni cagando'".

-Esos dos días ya se transformaron en cuatro meses... ¿Cómo se siente? ¿De vuelta?

"Que es un milagro. ¿Cómo no voy a creer que Dios hace milagros?"

-¿Y este aviso la llevó a pensar en algo por hacer, algún tema pendiente?

"No, eso es muy romántico, ¿no crees?"

-No sé, yo no he visto el túnel. Usted parece que anduvo por ahí cerca...

"Estuve en el túnel, pero no ahora, sino cuando me caí hace 15 años (desde el tercer piso de un edificio). Es como una cosa que sale y sube por el esófago. Ves pura carne. Tengo la imagen nítida. Yo ahí estaba muerta, me morí. Es tan raro volver a la vida, encontrarte con los paramédicos reanimándote, que de repente dicen 'ya, listo'".

-¿A qué se ha aferrado en momentos como este?

"A Dios, siempre. Él ha sido mi mentor, mi apoyo, en soledad pienso y lo llamo".

La mujer y el mito

Aunque el crítico momento que vivió este año encendió una luz de alerta en la vida de Cecilia, la cantante asegura que la palabra "retiro" aún no está en su vocabulario, y la única manera de incorporarla sería "que pierda la voz solamente. Pero aquí está. Y así será hasta que Dios diga, nada más. Él va a decidir mi destino".

Por lo mismo, ya fijó marzo de 2017 como fecha tentativa para regresar a los escenarios, y espera que el primer lugar en que se vuelvan a escuchar sus canciones sea la UCI del Hospital Regional de Antofagasta.

Si el itinerario se cumple, para entonces los dos meses hospitalizada y este segundo retorno desde la muerte no serán más que nuevos antecedentes en una historia única, en la biografía de quien probablemente sea la primera rockstar de Chile.

Una biografía que sabe de estrellato, pero también de rupturismo, bohemia, caminos subterráneos y páginas alimentadas por el mito, algo que la artista mira con cierta simpatía: "Es interesante. Cecilia es bastante historia", dice en tercera persona.

-¿Le gusta que exista el mito de Cecilia?

"Yo creo que sí, es bonito. Es un premio también, que te dan Dios y la vida, y hay que saber tomarlo para vivir tranquila. No te vas a acabronar si alguien comenta cualquier cosa indebida. Filo, hay que saber tomar esa euforia de la gente, ese cariño, canalizarlo. Y yo lo amo, yo no puedo estar sin ese cariño".

-¿Hubo algo en lo que usted se haya sentido rupturista, que contribuyó con una nueva forma de mirar?

"Claro, la gente gay. Yo participo con ellos y en muchas cosas los guío. O la onda kitsch , a la que va de todo. Eso me place también".

-¿Por qué cree que el mundo gay la elevó a la categoría de ícono?

"No lo sé. Yo no di margen para que me conceptualizaran gay, para que se sintieran identificados. Pero pasó y estoy feliz".

-¿Le teme al olvido?

"No. No se puede hablar de olvido cuando alguien tiene años de idolatría, de juventud, cuando empiezas a dejar estela y te siguen. Yo inclusive en el año 73 buscaba el trabajo, terminaba a las 7 de la mañana, cuando los negocios podían abrir las puertas para que nos fuéramos a la casa. Entonces el público me iba a apoyar a las boites, se encerraba conmigo, y fui criticada, porque antes ir a una boite era muy mal visto. Y yo fui nomás, porque me dio la pauta México. Se decía que yo había caído actuando allí, cuando era la única fuente de trabajo. Y fíjate ahora, los grandes trabajos que hay son los locales nocturnos, los casinos. Fui yo quien los abrió".

Aunque el crítico momento que vivió este año encendió una luz de alerta, la cantante asegura que el retiro aún no está en su vocabulario.

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