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Pinzas para guantes

sábado, 03 de diciembre de 2016

Por Beatriz Montero Ward. Fotografías, Carla Pinilla G.
Anticuario
El Mercurio

Sin esta herramienta, que se manejaba como una tijera, habría sido imposible ponerse los ajustados guantes de cabritilla en boga, para hombres y mujeres, durante las eras Victoriana y Eduardiana.



Para una mujer o un hombre del siglo XIX de clase media alta, las pinzas para guantes eran un artículo indispensable dentro del guardarropa. Y es que sin ellas no era posible ponerse los ajustados guantes de cabritilla, tan populares en la época, sobre todo cuando estaban recién lavados y el cuero más apretado que nunca.

La moda entonces consideraba inapropiado que una dama o un caballero salieran de casa sin llevar consigo un par de guantes. Eran, entonces, el complemento para cualquier ocasión, ya fuera para ir de compras, asistir al teatro, visitar a una amiga o participar de un baile de gala o simple fiesta. Por lo mismo, las mujeres tenían distintos tipos de guantes, algunos informales y otros elegantes, para combinar adecuadamente con cada tenida. Los de cabritilla -un tipo de cuero curtido de cabrito o cordero joven, muy fino, suave y flexible- se impusieron con mucha fuerza entre mediados del siglo XIX y la primera década del XX. Quedaban tan apegados a la mano y, según el largo, al brazo, que se sentían como una segunda piel, delicados al tacto y de una apariencia noble y sobria. Pero ponérselos no era fácil, sobre todo cuando estaban impecables, pues el cuero al contacto con el agua se contrae y aprieta. La solución estaba en la pinza para guantes, un instrumento compuesto por un par de ramas o mandíbulas, afinadas en la punta, articuladas mediante un resorte de metal, que funcionaba de la misma forma que una tijera. Se introducía al interior de cada uno de los dedos del guante, se apretaban juntas las empuñaduras para que
las ramas al abrirse hicieran presión y ensancharan la piel, rearmando nuevamente el modelo a su talla original.

Medían aproximadamente 20 cm de largo y se fabricaban en materiales resistentes como hueso, marfil, madera y metal. Los más corrientes eran lisos, mientras que otros solían llevar complejas decoraciones y tallas. Estos últimos tenían precios más altos y, por lo mismo, estaban reservados a un público más exclusivo.

Este instrumento cesó su popularidad a comienzos del siglo XX, cuando cada vez, más y más mujeres dejaron de usar guantes.

NUEVO MATERIAL

La aparición del celuloide, el plástico sintético inventado por el albanés John Wesley Hyatt en 1869, hizo posible hacer estas pinzas en un material más económico, pero con apariencia de producto caro y refinado, como carey, cuerno y marfil.

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