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Jessica Rivas

martes, 29 de noviembre de 2016

Economía y Negocios






Desde principios de 2016 Jessica se encuentra oficiando como gendarme en el Centro de Educación y Trabajo de Vilcún, en la Región de la Araucanía. Pese a tener que usar a diario su pelo recogido en un prolijo peinado, su pelo ondulado brilla al sol en sus fotos de civil.

Gendarme e ingeniera comercial de la Universidad de Las Américas, con un MBA en la Universidad Alberto Hurtado, Jessica ingresó a Gendarmería en 1999. Partió su carrera en 2001 en la cárcel de hombres de Puente Alto en la Región Metropolitana. Era una de las únicas seis mujeres que rondaban por el edificio.

Todo el resto de los moradores, reos y policías, eran hombres. Estuvo allí tres años. En 2004 se trasladó a Concepción, donde se convirtió en la primera mujer en ser encargada del Centro Especial de Adiestramiento Canino, cargo que ostentó hasta 2005.

Posteriormente estuvo en la Unidad de Servicios Especiales Penitenciarios conocida como Grupo Especial Antimotines, y en la Corte de Apelaciones de San Miguel.

En 2012 llegó a la cárcel femenina de San Joaquín, el recinto penitenciario para mujeres más grande del país. Y ahí fue cuando Jessica decidió que era tiempo de trabajar en la reinserción social de las internas. Dignificó así el centro de estudios y trabajo de la cárcel femenina de San Joaquín, aumentando las plazas de empleo y mejorando los sueldos de las reclusas.

El 2016 ha sido un año bastante galardonado para gendarme. Además de ser una de las 100 Mujeres Líderes, Jessica también ganó el reconocimiento de Mujer Impacta.

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