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Difícil relación

Fidel y la Iglesia Católica: de la persecución al entendimiento

domingo, 27 de noviembre de 2016

JAVIER MÉNDEZ ARAYA
Internacional
El Mercurio

Tras el triunfo de la Revolución de 1959 y definirse como socialista, Castro vio a la Iglesia como una amenaza. Hoy los vínculos entre La Habana y el Vaticano son sólidos.



Las relaciones del régimen de Fidel Castro con la Iglesia Católica tuvieron un comienzo difícil, con persecuciones y prohibiciones, pero desde los años 90, el gobierno buscó un acercamiento con el Vaticano.

Nacido en agosto de 1926 y bautizado como católico, Fidel estudió en escuelas jesuitas e incorporó a su carácter elementos del pensamiento cristiano. Y durante la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), organizó un movimiento integrado por militantes católicos, evangélicos, masones y santeros.

Las cosas cambiaron tras el triunfo de la Revolución, en 1959. En sus primeros años en el poder, y tras definir como socialista el régimen que encabezaba, Castro vio a la Iglesia como un enemigo. Enojado por las críticas al comunismo, nacionalizó las escuelas católicas, silenció las publicaciones de la Iglesia y expulsó a muchos sacerdotes del país. Unos 130 fueron reunidos en una sola noche en 1961 y sacados del país por barco rumbo a España, recuerda Reuters.

Años más tarde, después de que la Constitución de 1976 estableciera la separación Iglesia-Estado, se toleraron algunas relaciones con la Iglesia Católica.

Pero no fue sino hasta 1991, con la desaparición de su principal aliado y soporte económico, la Unión Soviética, que Castro intentó un acercamiento con el Vaticano. Incluso, el Partido Comunista de Cuba puso fin a su prohibición de sumar a sus filas a los creyentes.

Siete años después, el punto de inflexión llegó con la visita pastoral de Juan Pablo II a la isla. Tras el viaje, se levantaron más restricciones y se reinstauró la Navidad como feriado nacional. Castro asistió a casi todos los eventos del Papa y se sentó en primera fila en las misas.

Durante ese viaje, el primero de un Pontífice, Juan Pablo II dijo: "Dejen que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba". También llamó a terminar "el bloqueo", como se conoce al embargo comercial estadounidense sobre la isla. Los sucesores de Juan Pablo II, Benedicto XVI en 2012 y Francisco en 2015 también realizaron visitas apostólicas.

Desde el "deshielo" con el Vaticano, la jerarquía religiosa en la isla se ha convertido en un interlocutor clave en episodios como la excarcelación en 2010 de 126 prisioneros de conciencia y en su apertura con Estados Unidos, entre otros.

"Es claro que la actitud inicial de Fidel Castro con la Iglesia cambió. Creo que la Iglesia ha combatido su batalla sin violencia en favor de la libertad de todos; también de los disidentes. Pero, asimismo, la actitud de la Iglesia y de los últimos tres papas fue la de ayudar a una lenta transición de Cuba hacia la libertad. Un camino que no se ha cumplido aún, pero que empezó", comenta a "El Mercurio" el vaticanista Andrea Tornielli.

Es que, pese a sus peleas con la Iglesia, Castro creía que era posible ser un cristiano mientras se permaneciese leal a la causa del socialismo revolucionario. "Si las personas me llaman cristiano, no desde el punto de vista de la religión, sino desde el punto de vista de la visión social, declaro que soy un cristiano", dijo en el 2006, poco antes de que una enfermedad lo forzara a entregar el poder a su hermano Raúl.

El Papa Benedicto XVI visitó Cuba en marzo de 2012 y Francisco en septiembre de 2015.

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