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Arqueólogos revisitan la prehistoria del país:

Ya había mineros y "vendedores viajeros" en Chile hace 10 mil años

domingo, 20 de noviembre de 2016

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Asentamientos y entierros de períodos más recientes también revelan un mayor intercambio entre regiones apartadas entre norte y sur, e incluso con lo que hoy es Argentina.



"Antiguamente nos imaginábamos a los primeros habitantes de Chile caminando, y caminando con una lanza desde el desierto hasta llegar a la Patagonia", reconoce la arqueóloga de la U. de Chile Fernanda Falabella.

Pero esa primera impresión estaba lejos de la realidad. Recientes descubrimientos revelan que entre 13 mil y 10 mil años atrás, cazadores recolectores de Tarapacá que se instalaron en lo que hoy se conoce como Quebrada Maní, en la región de Tarapacá, fueron capaces de establecer posibles redes de intercambio de productos con pueblos contemporáneos de la costa, la cordillera, e incluso más allá, destaca Calógero Santoro, arqueólogo de la U. de Tarapacá, quien lidera estos hallazgos.

"Donde hoy solo hay es desierto, había pequeños paleohumedales, arboledas y cursos más o menos permanentes de agua". La población humana, la primera que venía llegando a Chile, aprovechó esas condiciones.

"Pensábamos que encontraríamos campamentos efímeros, pero al menos ya ha encontrado 6 sitios con una presencia recurrente. Son flujos no muy grandes, de decenas de personas, que se movían por un entorno en el que aprovechaban lo que la naturaleza les proveía, ya fuera agua o animales. No está claro si en esa época había gente en la costa o cordillera y había un intercambio con ellos, o eran los mismos que se movían para esos lados.

Rutas caravaneras

Por el mismo período, otros grupos también desarrollaron una incipiente minería del óxido de hierro en Quebrada San Ramón, Taltal. Arqueólogos liderados por Diego Salazar y Valentina Figueroa, de la U. de Chile, hicieron simulaciones con pirquineros para ver cuán difícil o fácil era sacar de allí el óxido con martillos de la época. "Los pirquineros estaban asombrados, porque resulta muy difícil, es un trabajo y un conocimiento adquirido", cuenta Falabella.

El desarrollo de las sociedades posteriores también ha mostrado ser más rico y complejo.

Incluso se ha verificado que mucho antes del camino del Inca ya habían desarrollado rutas caravaneras de intercambio, que luego fueron aprovechadas para estructurar la mítica vía de comunicación.

Los sitios clásicos también están dando nuevas pistas. Es así como, por ejemplo, el equipo liderado por el antropólogo Eugenio Aspillaga y el recientemente fallecido arqueólogo Donald Jackson -ambos, de la U. de Chile- profundizaron el conocimiento de sitios clásicos como Tagua Tagua, en O'Higgins (11.380 antes del presente, o AP), donde hay evidencia de restos humanos y caza de mastodontes y de otra paleofauna.

Incas en Santiago

También se han hallado otros sitios completamente nuevos, como Villa JMC-1 Labranza, que corresponde a un entierro de la cultura Pitrén (de hace 1.000 años) en las afueras de Temuco. Investigadores de la U. de Chile, encabezados por Rodrigo Mera, en 2007 encontraron aros de cobre puro, uno con forma de campana, similar a uno descubierto en un sitio en la pampa argentina. Otro de los muchos hitos allí es la presencia de fibras de alpaca. Esto hace preguntarse si hubo una crianza del animal en esa zona, si se traficaba desde el norte y quién lo hacía.

Incluso Santiago ha sido escenario de importantes descubrimientos. El pique Europa de la Línea 6 del metro en 2013 reveló uno de los yacimientos más interesantes de la cultura Llolleo, que pobló la zona central entre 1.600 y 1.000 años atrás. "Los restos encontrados allí equivalen a tantas tumbas y piezas cerámicas como las que había encontrado antes para la misma cultura y amplían el panorama que se tenía de este tipo de sociedades hortícolas", cuenta.

La presencia inca también ha quedado mucho más clara a partir de hallazgos realizados en pleno centro de Santiago, donde quedó expuesta evidencia de que antes de su fundación existía ya un importante asentamiento de esta cultura.

Parte de la nueva evidencia es consignada en el libro "Prehistoria de Chile. Desde sus primeros habitantes a los Incas", un trabajo monumental desarrollado por la Sociedad Chilena de Arqueología y Editorial Universitaria, en el que participaron más de 60 arqueólogos nacionales y del cual Falabella es uno de sus cinco editores.

Queda todavía mucho por explorar, y cada día hay nuevos hallazgos. Está muy activa la investigación, especialmente en áreas como arte rupestre y minería precolombina, nuevos campos que en el futuro prometen aportar mucha información.

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