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Conglomerado incluye desde Menem hasta los Kirchner:

A 70 años de la fundación del peronismo: más que una institución, un movimiento

domingo, 20 de noviembre de 2016

GASPAR RAMÍREZ
Internacional
El Mercurio

La agrupación política más compleja de Argentina comenzó como el Partido Único de la Revolución, para transformarse luego en el Partido Justicialista.



El 21 de noviembre de 1946, el Presidente Juan Domingo Perón unió tres partidos políticos y creó uno nuevo, que más tarde se llamaría Partido Justicialista, el PJ. El peronismo. Mañana lunes, cuando se cumplan 70 años de la fundación del Partido Único de la Revolución, no habrá celebraciones. Un no-festejo que explica la esencia del peronismo, una agrupación difícil de entender fuera de Argentina en la que caben desde el neoliberalismo, de Carlos Menem, hasta el socialismo de Néstor Kirchner, y que más que un partido es un movimiento donde los símbolos pesan más que los hitos institucionales.

La fecha sagrada del peronismo, la de los festejos, es el 17 de octubre. El 17 de octubre de 1945, miles de sindicalistas y obreros marcharon para pedir la libertad del coronel Juan Domingo Perón, ministro del Trabajo encarcelado cuatro días antes. Desde entonces, el 17 de octubre es el "Día de la Lealtad", día de discursos, de orgullo, de "Perón, Perón, qué grande sos / Mi general, cuánto valés / Perón, Perón, gran conductor / sos el primer trabajador", como dice el estribillo del himno peronista, un canto infaltable en toda marcha y acto de la actual oposición argentina.

En febrero de 1946, Perón ganó la primera de sus tres elecciones presidenciales, y 10 meses después construiría su partido, una fecha al pie de página en la historia peronista. "El peronismo es un movimiento donde lo formal, lo institucional, es marginal, y donde el personalismo, las cuestiones simbólicas, son muy, muy relevantes. La columna vertebral del movimiento eran los sindicatos, y nunca la institución partidaria", dice el analista político Sergio Berensztein. Por eso, explica, el hito fundacional es una marcha, lo mismo que la segunda fecha clave del calendario peronista, el 17 de noviembre, el "día de la militancia", por el 17 de noviembre de 1972, cuando Perón volvió a Argentina después de 18 años de exilio y miles de simpatizantes lo recibieron.

Una pobreza institucional histórica que Berensztein ve graficada, por ejemplo, en que la sede del PJ, sea "un desastre ubicado en un barrio marginal de Buenos Aires", y que los principales dirigentes del partido siempre han sido políticos de segunda línea.

La fuerza está en las bases, en el origen.

El hombre fuerte

El militar Perón siempre desconfió de los políticos. El politólogo Patricio Giusto recuerda que el peronismo "nació como una enorme masa social movilizada espontáneamente detrás de un líder carismático dotado de ciertos rasgos políticos excepcionales, como fue Perón". Un fenómeno en sintonía con otros movimientos en Latinoamérica y Europa a principios y mediados del siglo XX. Movimientos personalistas con líderes autoritarios que decían a las masas lo que querían escuchar.

Ya en el poder, Perón mostró su carácter y mandó a encarcelar a los dos gremialistas que organizaron la marcha del 17 de octubre, algo "típico de ese liderazgo autoritario, agresivo de Perón", comenta Berensztein. Basado en "tres principios fundantes", soberanía política, independencia económica y justicia social, Perón cautivó a las masas pobres y "cooptó", además, todos los espacios políticos: el peronismo partió como un gran paraguas ideológico en el que cabían radicales, nacionalistas, conservadores, comunistas, de todo, con el fin de tener y conservar el poder, "bastante parecido al fascismo italiano", dice Berensztein.

Perón terminó su primer gobierno en 1952, fue reelegido y gobernó hasta 1955, cuando fue derrocado. Partió al exilio, hasta 1972, cuando volvió "mucho más democrático"; los sindicatos habían perdido importancia por la desindustrialización del país, y los políticos adquirieron poder.

Vino el tercer mandato de Perón, en 1973; hasta 1974, cuando muere en el gobierno. Para Giusto, tras la muerte de Perón, "el PJ se convirtió en una suerte de franquicia a ser disputada por distintas facciones autoproclamadas peronistas, desde ambos extremos de la derecha y la izquierda. Ganar elecciones y acceder al poder ha sido el único método de 'legitimación peronista'".

Luego vino la dictadura y el abanico ideológico se abrió. "El aperturismo se le fue de las manos", dice Giusto y recuerda que dentro del "paraguas peronista se enfrentaron militarmente grupos de extrema derecha, como la Triple A del siniestro José López Rega y los terroristas Montoneros".

Aforismos al respecto hay muchos. Dos de Borges: "Los peronistas no son ni buenos ni malos; son incorregibles"; "los peronistas son gente que se hace pasar por peronista para sacar ventaja". Uno del propio Perón: "Son todos peronistas". Y otro que de tantas veces repetido ya se olvidó el origen: "Solo el peronismo puede gobernar Argentina".

Desde el regreso a la democracia, en 1983, los únicos presidentes no peronistas, los radicales Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, no terminaron sus mandatos, un dato que muchos recordaron cuando en noviembre de 2015 Mauricio Macri, de centroderecha, ganó la segunda vuelta.

Atrapalotodo

Con Perón muerto, la diversidad en el partido creció. Como buen catch all party , "partido atrapalotodo", Berensztein dice que hay que mirar el peronismo en el espejo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano o del Partido del Congreso indio. "Uno puede comparar ahora con lo que ha hecho (el Presidente ruso) Vladimir Putin. Son partidos-Estado, donde hay una especie de simbiosis entre Estado y partido, donde el partido coopta instituciones del Estado para hacer políticas que terminan, naturalmente, fortaleciendo a las propias clientelas", dice el doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de North Carolina.

Para el analista Julio Burdman, el peronismo no es el "único movimiento populista latinoamericano de amplitud ideológica", y menciona, además del PRI, al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) boliviano o el APRA peruano, que "también han cobijado izquierdas y derechas en su seno". Esto se explica, dice, por el "régimen presidencial, que requiere partidos capaces de formar mayorías electorales y requiere con frecuencia que esos partidos sean heterogéneos, para poder sumar a la mayor cantidad de sectores".

Los analistas coinciden en que el peronismo vive uno de sus peores momentos, con la doble derrota, en 2015, en la presidencia y en la provincia de Buenos Aires, y que desde entonces lo que llora, lo que extraña el PJ, es un líder. Berensztein considera, además, que Perón, Menem y Kirchner son los líderes históricos del peronismo ("Cristina Fernández nunca fue líder del peronismo"), y que, dependiendo de los resultados de las legislativas del próximo año, el nuevo líder debería ser Sergio Massa, ex candidato presidencial, que encabeza el Frente Renovador, opuesto al kirchnerista Frente para la Victoria. Si Massa pierde, sin un líder claro, el peronismo seguiría a oscuras.

Herido, pero no muerto. "Aunque hoy carezca de un líder, el peronismo tranquilamente puede reconstruirse, sobre todo si Macri no hace un buen gobierno a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires", dice Giusto.

Movidas extrañas en un partido que más que un partido es un movimiento, algo difícil de entender fuera de Argentina.

El escritor Martín Caparrós publicó en 2011 "Argentinismos" (Planeta), un diccionario de 21 términos que definen a Argentina, como ejército, relato, campo, modelo o peronismo. Caparrós compara el peronismo con el durian, la fruta nacional de Malasia, "un bicho levemente ovoide, verde, tamaño ananá (piña) grande", de "sabor repugnante: una especie de perro muerto"; una fruta que solo ellos, los malayos, comprenden y disfrutan. Como el peronismo, una fruta que solo ellos, los argentinos, comprenden y disfrutan.

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