Aunque tiende a ser asociado con programadores, lo cierto es que en el Instituto de Internet de la Universidad de Oxford (Reino Unido) colaboran educadores, diseñadores, cientistas políticos y filósofos. También hay periodistas trabajando como investigadores de la institución; entre ellos, el chileno Cristóbal Cobo. "Se trata de un centro que busca estudiar los desafíos sociales a través del análisis de cómo internet ha impactado en ellos. Es un lugar rabiosamente multidisciplinario, porque internet atraviesa todas las áreas de la sociedad", explica este doctor en ciencias de la comunicación. Como actual director del Centro de Estudios de la Fundación Ceibal en Uruguay, la tarea de Cobo -hoy residente de Montevideo- se centra en explorar cómo la tecnología puede servir para promover más y mejores oportunidades. Invitado a exponer en el marco de la Expo Robótica Educativa que se exhibe hasta el 11 de diciembre en Espacio Fundación Telefónica, Cobo -que dejó Chile hace más de 15 años- participó en un seminario en el que conversó sobre tecnología educativa. Ahí explicó la importancia de introducir el Pensamiento Computacional a las salas de clases, un concepto que alude a la idea de resolver problemas y diseñar soluciones basándose en el modelo que se aplica en la informática, donde se trabaja con secuenciaciones. Su objetivo final es contar con niños que puedan analizar y resolver distintas situaciones por su cuenta, y que sean capaces de adaptarse a los distintos entornos y desafíos que se les presenten. -¿Cómo define el concepto de pensamiento computacional? Si tuviera que resumirlo en un tuit, diría que es una herramienta de cómo pensar. Eso implica algunos pasos: aprender a abstraer, relacionar y personalizar los sistemas de ideas. Al vivir en una época en que estamos desbordados de información, esto se vuelve fundamental. Muchos lo asocian con trabajar con código o programación, pero va más allá de eso: implica aplicar cierto orden cuando te cambias de casa y es un caos, por ejemplo. Tienes que crear cuentas nuevas, abrir las cajas, llamar al plomero. Es poder armar una ruta lógica según cómo evalúo las cosas que me parecen más críticas. Esta es una manera de pensar, que se puede incorporar a múltiples áreas". -¿Y los colegios están incorporando esta forma de pensar en sus aulas? ¿Cuál es el panorama actual en este sentido? "Estamos en una etapa súper temprana. Y no solo en América Latina; Estados Unidos también. Existen iniciativas, pero todas están por fuera del sistema: chicos que hacen escuelas de verano sobre programación, clubes dedicados al tema. Pero se está impulsando que esto cada vez sea menos complementario y se vuelva sustantivo". -¿Será que muchos profesores se asustan ante la idea de asociarse con conceptos tecnológicos, porque puede que sus estudiantes sepan más que ellos? "Creo que eso tiene mucho sentido. Pasa con el pensamiento computacional y con otras cosas más básicas; por ejemplo, cómo usar un código QR. En estos casos, creo que hemos transmitido un mensaje equivocado: que la incorporación de la tecnología al aula ha de estar en los hombros del profesor. Tenemos que pensar en un sistema donde el niño tome el liderazgo y el docente dirija en la parte más cognitiva. Si el docente no sabe cómo usar una herramienta, que le pida al estudiante que lo haga. Y él da las preguntas. Como no hemos resuelto esto todavía, pasa que el profesor se abruma y se cierra al tema. Pero es cosa de cambiar la relación de jerarquía". -El rol del docente pasaría a ser el de un guía que ayuda a crear nuevos conocimientos, entonces. "Exacto. Lo que tenemos que hacer es buscar dinámicas para que los niños, en los sistemas escolares, dejen de pensar el currículum como un dispositivo enciclopédico, y lo piensen más como un mapa. Menos como un inventario y más como un Google Maps, que conecte distintas formas de saber. Con eso, tiene más sentido decirles a los niños que identifiquen un problema y conecten distintas disciplinas. Está el caso de un profesor que decía que internet está repleto de resúmenes del Quijote; los alumnos en vez de leer el libro, leían estas versiones simplificadas. Entonces el profesor pensó que sería buena idea pedir a los niños que buscaran 15 resúmenes e identificaran al más relevante. ¡Eso está buenísimo! En el fondo, es el mismo análisis crítico, la misma necesidad de contextualizar. Y ese es el tipo de conocimiento que hay que crear: está bien aprender ciertas cosas fundamentales, pero también importa ver cómo cada uno se enfrenta a desafíos que son nuevos. Los chicos van a trabajar en un mundo muy distinto al nuestro, las profesiones para las cuales hoy día los estamos formando o van a quedar obsoletas, o van a surgir nuevas posibilidades. La posibilidad de aprender a crear es un factor sustantivo. En Uruguay, a los niños se les enseña a usar robots con sensores y les piden pensar dónde aplicarlos. Como hay varios que vienen del mundo rural, uno de ellos -que tenía un papá campesino- pensó en usarlo para ahuyentar a los pájaros que se comían las semillas. Hoy, cada vez que se acercan los pájaros, un sensor se prende, y estos salen volando, por el ruido".