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El regreso de Anita Lizana

sábado, 08 de octubre de 2016


Opinión
El Mercurio




"Siento un poco de miedo de enfrentarme a los periodistas. ¿Qué irán a decir mis compatriotas al ver que ahora me cuesta una enormidad hablar el castellano?". Así lo confidenciaba quien fuera la mejor tenista del mundo, al volver a Chile luego de 29 años de ausencia. Es que desde que había abandonado su país -para casarse con el escocés Ronald Ellis- ya no practicaba su idioma nativo, pues en el pequeño pueblo británico de Dundee, donde ella vivía, nadie dominaba el español.

Pero la cálida bienvenida que recibió Anita Lizana apenas pisó Los Cerrillos hizo que todos sus temores se disiparan. "No me imaginé que me recordaran con tanto cariño", dijo aquel 8 de octubre de 1966, en la conferencia de prensa efectuada en el Hotel Crillón, y que fue cubierta por "El Mercurio" (en la imagen).

Porque el recuerdo de su increíble hazaña deportiva en 1937 aún estaba nítido en todos los chilenos. En esa fecha, Lizana se coronó campeona del torneo de Forest Hills (actual Abierto de Estados Unidos), alcanzando la posición número 1 del tenis femenino mundial (siendo la primera latinoamericana en lograrlo).

Casi tres décadas después, la pequeña y menuda tenista nuevamente era noticia de primera plana: "Una de las figuras más prominentes que ha producido nuestro deporte viene invitada con motivo del Campeonato Sudamericano de Tenis que se está desarrollando en el Estadio Español y será objeto de un homenaje extraordinario", informaba el diario.

Se añadía que no solo se reencontró con su pueblo, sino también con su padre, gravemente enfermo y quien fue el principal impulsor de su carrera: "Esta visita se hizo en la casa ubicada en el Club Quinta Normal, lugar donde ella nació hace 51 años".

También volvió a La Moneda, donde antes había sido recibida por Arturo Alessandri Palma. Esta vez, lo hizo el Presidente Eduardo Frei, quien además le prestó su automóvil descapotable para que ella diera una vuelta por la pista del Estadio Nacional y saludara a la gente.

Con respecto a su nueva vida, la prensa consignaba que Anita cumplía con sus deberes de dueña de casa y madre de tres hijas. Junto a su marido (en un tiempo la segunda raqueta de Escocia), ya no jugaban tenis, pero sí se habían vuelto fanáticos del golf.

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