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Habla de los problemas de Chile hoy:

Padre Montes: "Cuidado con que se hagan finalmente sentencias por miedo al qué dirán"

domingo, 02 de octubre de 2016

Lilian Olivares
Nacional
El Mercurio

En los casos de derechos humanos, pide a la justicia que sea "cuidadosa en escuchar los testimonios" y ponderar las agravantes y eximentes en cada caso.



Si alguien pensó que después de dejar su asiento como rector de la Universidad Padre Alberto Hurtado, el sacerdote ignaciano Fernando Montes se iba a jubilar, está totalmente equivocado.

Cuesta encontrarlo en su casa. Anda de un lado a otro: a veces en metro, para avanzar más rápido, otras en su auto.

A los 77 años, se mantiene en buen estado físico, no porque practique algún deporte, sino porque lleva una movidísima agenda y lee mucho. Su voz sigue siendo considerada en los sectores donde se toman decisiones, aunque a veces las decisiones "duerman el sueño de los justos", dice.

Lo notable es que, pese a ese estar aquí y allá, se toma el tiempo para enterarse de todo lo que se comenta... Del misterioso paradero del economista Rafael Garay, del acuerdo de paz en Colombia, del primer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump en Estados Unidos. De lo que sigilosamente sigue pasando desde que en enero pasado impulsó la polémica propuesta de que Chile permita que los ancianos enfermos condenados, tanto de Punta Peuco como de otras cárceles, puedan terminar de cumplir sus penas en sus casas. Tema que sigue empujando, aunque diga que no es su adalid.

Este mes ha estado en misa por la hija de un hombre torturado, en misa por los hijos y nietos de acusados de torturas... También participó en dos videos difundidos en las dos últimas semanas por YouTube donde se habla del perdón, y participan hijas de militares, abogados de derechos humanos, e incluso la actriz Delfina Guzmán.

-¿Cómo llega a participar en estos videos?

-En la confección no tengo arte ni parte. Pero dije una idea, y me doy cuenta de que esa idea tiene más resonancia, porque no es una idea loca el pedir que seamos medianamente humanos. Hubo un eco de gente que claramente no está con los atropellos de los DD.HH., pero que quiere ser humana y que sabe que Chile tiene que mirar para adelante, aprendiendo de su historia para ir cerrando esa historia.

Y profundiza:

-Creo que no hay vida humana si se es incapaz de perdonar. El perdón no es el olvido. Si me matan a mi padre, no puedo olvidar que lo mataron, pero puedo dominar mi instinto de responder golpe con golpe. Por lo tanto, el perdón es un acto supremo de libertad, y curiosamente eso sana al que está herido más que ninguna otra cosa.

-Usted llegó hasta al Congreso con esta idea, e incluso el senador Navarro y otros parlamentarios se comprometieron a visitar Punta Peuco y otras cárceles. ¿Qué pasó?

-Yo no soy ni autoridad ni soy un político. Ojalá que ellos tomen todas las medidas. Y personalmente, yo tampoco he sido el adalid de una causa delimitada, sino que así como yo defiendo que los presos de Punta Peuco con alzheimer o viejos y enfermos tienen que tener un trato civilizado, eso me vale también para las cárceles comunes. Hay presos comunes que están gravemente enfermos y hay situaciones de una inhumanidad que dice uno "ese castigo no es civilizado". Yo pido que la justicia sea justa. Vale decir, cuidado con que se hagan finalmente sentencias por miedo al qué dirán, por miedo a la opinión pública. Me cuesta entender que un general tenga la misma pena que un cabo segundo en el Ejército, cuando un cabo no planeó nada, sino que ejecutó lo que le mandaron. Me cuesta creer que quien va dirigiendo una caravana tenga penas como el piloto. El piloto puede ser un profesional que lo suben allí y lo mandan a ejecutar. Pedirle a la justicia que sea cuidadosa en escuchar los testimonios y ver los agravantes y los eximentes, aquellas cosas que permiten ver los rangos de responsabilidad, porque si no, no es justicia. Yo he podido ver cosas inaceptables, como enfermos terminales abandonados, que no pueden ser cuidados por los gendarmes. Lo digo, aunque algunos griten. Rechazo absolutamente lo que pasó en Chile, pero rechazo también que haya algo que atenta contra la humanidad.

-Usted dice que no es político, pero tiene buenos contactos y puede saber qué pasó...

-Usted sabe que en Chile las cosas nunca salen de un día para otro. No sé cuál es la situación actual de esos procesos. Sé que no se ha llegado a conclusiones todavía, pero no sé si ya espera el sueño de los justos o están en el proceso real de tomar decisiones. Espero que haya decisiones que permitan, primero, juicios justos; que la justicia sea capaz de matices. Yo no puedo comprobar, pero hay gente condenada, al parecer, por haber estado presente prácticamente en situaciones inaceptables. Yo pediría que, si es posible, estos casos se pasaran al nuevo sistema de la reforma procesal. Para que no sean los jueces, en cierta forma, juez y parte a la hora de evaluar las pruebas.

Durante 50 años, Colombia

No se perdió ni la firma del Tratado de Paz en Colombia con las FARC ni el primer debate de presidenciable en Estados Unidos.

-Creo que es interesante lo de Colombia. Había una situación inaceptable de violencia, una situación guerrillera con secuestros, asesinatos, violaciones y, muchas veces, droga de por medio. A mí me ha hecho pensar mucho cómo puede haber una justicia transicional, porque es obvio que hay mucha gente que no será castigada, pero en función de una transición en que puedan reencontrarse y sanar... y frenar la violencia.

-¿Y eso no lo ha hecho pensar en Chile?

-Sí. Me ha hecho meditar en si hay alguna manera de pensar sabiamente en una justicia transicional que sea justicia. Durante 50 años ha habido innumerables muertes, secuestros, y curiosamente ese pueblo ha podido decir "¿sabe qué más?: busquemos una solución". No dejan contentos a todos, ni plenamente contento a nadie. Entonces, esa justicia de transición es muy difícil de manejar, porque puede convertirse en injusticia, y sin embargo puede ser extremadamente sabia.

"Los dioses se alejaron"

Le recordamos a Fernando Montes lo mal parada que quedó la Iglesia después de los casos de abusos sexuales.

-¿Usted cree que ha mejorado un poco la visión de la Iglesia?

-Como pasa en todas estas cosas en que la herida es enorme y permanece, a medida que pasa el tiempo es normal que de alguna manera las cosas se equilibren. Además, la Iglesia tiene cosas positivas, como la figura del Papa. Como todas las cosas, puede ser discutible, pero, grosso modo , goza de cierta simpatía, y eso ha ayudado también por lo menos a equilibrar la caída. Ahora, creo que hay problemas de la sociedad que me han recordado mucho el periodo romano. El comienzo del imperio, desde César a Marco Aurelio, es un período donde los dioses se alejaron, y Jesucristo no había llegado y los hombres estaban solos. Hubo riqueza y prosperidad a un costo humano terrible.

Continúa:

-Yo creo que hay un problema ético muy profundo para fundar sólidamente nuestra moral, que no se trata de leyes. La ley no me genera ideales. Creo que estamos en una sociedad muy carente de fundamentos profundos de sus valores. (...) Cuando se pierde el fundamento, en el fondo cuando los dioses se van, puede pasar lo que nos acontece hoy día. Por ejemplo, hay algo que me dolió en el alma: que el 73% de los niños que nacen en Chile nacen fuera del matrimonio. Obviamente que no significa que no tengan hogar, porque los papás están viviendo y forman una familia, pero es señal de una cierta mayor inestabilidad del núcleo familiar. Entonces, qué soledades, qué tristezas puede provocar a futuro. Por otro lado, me genera una pequeña sonrisa irónica cuando veo a todos los sectores que quieren llegar al matrimonio igualitario, cuando los que tienen acceso a ese matrimonio no lo aprovechan. Eso muestra que está en decadencia la institución matrimonial. Cuidado, porque cuando se desvalorizan los valores de una sociedad, todos pierden.

''El Tratado de Paz en Colombia me ha hecho pensar mucho en Chile. En si hay alguna manera de pensar sabiamente en una justicia transicional, que sea justicia".

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