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Puerto francés:

Reino Unido construye un muro para evitar llegada de refugiados desde Calais

jueves, 08 de septiembre de 2016

Carlos Fresneda El Mundo
Internacional
El Mercurio

El cerco forma parte de un plan de seguridad franco-británico para ese lugar, con un costo de 21 millones de euros.



"La Jungla" de Calais se acerca al punto final. El campamento en el que siguen viviendo miserablemente más de 7.000 inmigrantes y refugiados -con el sueño de alcanzar algún día el Reino Unido- ha puesto en una situación límite a la ciudad portuaria francesa de 70.000 habitantes.

La última medida ha sido anunciada por el secretario de Estado de Inmigración británico, Robert Goodwill, y se trata de la construcción de un muro de un kilómetro de largo y cuatro metros de alto para separar el campamento del puerto de Calais de la carretera principal y "proteger" a los camioneros y automovilistas de las agresiones.

El muro de cemento será pintado con flores y vegetación en el lado exterior para mitigar el impacto visual. Su construcción forma parte de un nuevo plan de seguridad franco-británico para Calais presupuestado en 21 millones de euros. Este "cerco", que podría estar terminado antes de finales de año, ya ha despertado críticas en la población local que lo ha bautizado como "El Gran Muro de Calais".

Agresiones

En febrero de este año, los bulldozers y las aplanadoras comenzaron el acoso y derribo de las carpas, la mezquita y hasta la escuela de la "Jungla" original, levantada al sur de los dos pequeños lagos naturales que separaban el campamento. Al norte, junto a los contenedores blancos donde se realojó a decenas de moradores, ha vuelto a surgir sin embargo el enjambre global de los marginados: afganos, iraquíes, sirios, eritreos, kurdos...

El último censo oficioso estima en 9.100 el número de habitantes de "La Jungla", incrementado a lo largo del verano pese a las draconianas medidas de seguridad en el puerto cercano y en la entrada lejana al Eurotúnel.

Los asaltos en masa del verano (boreal) de 2015 han dejado paso a acciones aisladas, como el lanzamiento de bombas molotov para causar detenciones del tráfico o la agresión a los conductores con machetes para poder camuflar a los inmigrantes en los camiones.

Los camioneros, los agricultores y los propietarios de pequeños comercios han unido ahora fuerzas para reclamar el desalojo definitivo del campamento, tantas veces demorado. "No somos racistas ni apoyamos al Frente Nacional", aseguraba Jean-Pierre Clipet, del sindicato de agricultores FDSEA, al frente de la marcha que bloqueó los accesos al túnel y al puerto de Calais. "Entendemos que hay un problema humanitario y que hay gente viviendo en la miseria, pero estamos viviendo en una sensación de creciente inseguridad".

El ministro de Interior francés, Bernard Cazeneuve, anunció que el campamento será desmantelado próximamente. El representante estatal en la región, Fabienne Buccio, precisó esta semana que el desmantelamiento se hará de una manera fulminante, aunque no ha precisado la fecha. Todos piensan una solución urgente para evitar que Calais se convierta en una bomba de relojería en las elecciones presidenciales de abril del 2017.

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