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Tres seminarios analizaron la importancia de fomentar el apego a través de los cuentos:

Que los niños gocen con la lectura es el verdadero fin de leerles desde pequeños

domingo, 28 de agosto de 2016

Margherita Cordano F.
Educación
El Mercurio

Ante una oferta de literatura infantil más amplia, se habla mucho de la importancia de incentivar el hábito lector desde la primera infancia. Los especialistas celebran, pero advierten que en ocasiones esta práctica se ha vuelto un acto que complica y provoca tensión en los papás, que piensan que su tarea es fomentar el aprendizaje.



Cuando niña, Rosa Osorio pasaba horas cuidando que los animales no se acercaran a los choclos que había plantados en el patio de su casa. Para volver más entretenida la tarea, solía pedir libros prestados a sus profesores y compañeros de colegio. "Mi favorito era uno que se llamaba 'Coquito', que enseñaba sobre vocales y rimas. Tanto me gustaba, que más de una vez no me di cuenta cuando llegaban los pájaros a comer del maizal", cuenta entre risas.

Lo hace durante una pausa del taller de cuentacuentos en el que participó esta semana y al que llegó con el objetivo de aprender a traspasar su amor por los libros a sus nietas Angie (de siete años) y Katherine (de tres). El taller fue organizado por la Fundación CAP y participaron 30 apoderados de los jardines infantiles que forman parte de su programa Aprender en Familia-Educación Parvularia.

"Quizás lo más importante que nos enseñaron es que la lectura con niños tiene que ver con el cariño. Con generar espacios de encuentro para pasarlo bien todos juntos", cuenta Rosa, quien durante el taller también aprendió sobre la utilidad de ir cambiando los tonos y el volumen de la voz para captar la atención de los más chicos.

El consejo de aprovechar la lectura compartida para fomentar el apego no es nuevo. Desde hace un tiempo, se sabe que la cercanía que se produce es beneficiosa tanto para los niños -quienes ganan confianza y se vuelven más cómplices de los adultos-, como para los papás, quienes van descubriendo la personalidad de sus niños a través de los comentarios y preguntas que les surgen a medida que avanza el relato.

"El problema es que en el último tiempo, a la par del auge de la oferta y el posicionamiento del libro infantil como elemento esencial en la formación de los niños, muchos papás se han empezado a poner nerviosos con la idea de que deben estar enseñando algo a través de la literatura. Eso ha llevado a que se centren en qué tan bien pronuncia su niño, antes que notar qué tanto está disfrutando", plantea Rosa Taberno, profesora del Departamento de Didáctica de las Lenguas de la Universidad de Zaragoza y especialista española en literatura infantil.

Asociación positiva

Invitada al país a participar en el Festival Internacional de Mediadores de la Lectura que IBBY Chile y la Fundación Mustakis organizaron esta semana, la académica aprovechó su visita para explicar que "cuando prima el componente físico, el contacto y el afecto, esto termina generando una asociación positiva del niño con los libros".

Si esta asociación prima, los estudios muestran que los niños tendrán más posibilidades de querer seguir leyendo por su cuenta y no porque otros los obliguen. Más allá de si en un principio pronuncian mal o no son capaces de leer de corrido, el hecho de que quieran seguir exponiéndose vaticina mejores resultados, en comparación con quienes no adquieren el hábito (ver recuadro).

"Muchos papás dan un paso hacia atrás poco antes de que los niños entren por primera vez al colegio. Se empiezan a imaginar que deben comprarles libros que se asocien con el currículum y que es mejor que no lean cosas como cómics, aunque eso sea lo que el niño les esté pidiendo", agrega Alejandra Hurtado, directora de la escuela de Cuenta Cuentos de la Fundación Mustakis.

"Tienden a olvidar que si uno hace una mediación adecuada, una historieta sobre zombis puede dar paso a literatura de mayor calidad en el futuro: los textos de Edgar Allan Poe, por ejemplo".

Para mediar no es necesario ser una especialista en libros. Si se quiere ayudar a escalar de un texto a otro, basta con conversar acerca de los temas que interesan a los niños y asociarlos con otros cuentos que se conozcan. Todo, desde la idea de compartir un buen rato y no de imponer una visión sobre otra, advierten los expertos.

Más de un foco

"Yo lo que hago es leerle un cuento primero y después pedirle a ella que me lo narre. Y así ella va contando lo que se le ocurre según los dibujos que va viendo", cuenta Daniela Montecinos -quien también participó en el taller de cuentacuentos de Fundación CAP-, sobre la forma en que introduce a su hija María Jesús, de tres años, al mundo de la literatura. "Lo dejo a su imaginación, lo que en general deriva en que ella hable mucho de los sentimientos de los protagonistas; cuenta cuando están felices o tienen pena", dice.

La técnica de seguir el foco de interés de los niños (dejando que comenten las cosas que les llaman la atención, aunque no sean la principal trama del texto) es lo que la U. de Harvard sugiere para los párvulos de cero a cuatro años. También es el método que ocupan las monitoras de Infancia Primero, fundación chilena que, entre otras cosas, fomenta que los niños se interioricen de forma didáctica con los libros.

"Siguiendo el hilo de lo que les llama la atención, el adulto puede aprovechar de desarrollar preguntas abiertas y desde ahí ayudar a generar conocimiento", comentó María Paz Fillol, psicóloga y directora académica de la fundación, durante su exposición en el seminario sobre desarrollo socioemocional y lectura temprana que este jueves organizaron la Fundación Alma ("Aprendo a leer mamá") y las facultades de Educación y Psicología de la Universidad del Desarrollo. "Con el tiempo, se ha visto que este tipo de actividades y placeres compartidos derivan en un mejor desarrollo del lenguaje", concluyó.

40%
de los papás o personas responsables de un niño de menos de tres años no le leen ni le cuentan historias. El 35% lo hace una o dos veces por semana, el 15% lo hace entre tres y cuatro veces, y solo uno de diez tiene la costumbre de hacerlo más de 5 veces a la semana.

48 mil
niños chilenos no logran leer comprensivamente en 2° básico. Otros 73 mil presentan dificultades en este ítem, lo que corresponde al 34% de la matrícula de ese nivel escolar.

Fuentes: Encuesta Nacional de Primera Infancia y Simce 2015.

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