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Cien imágenes suyas se exhiben en Nueva York

Los ojos de Diane Arbus: la fotógrafa que se libró de lo bello

sábado, 27 de agosto de 2016

Daniela Silva Astorga
Cultura
El Mercurio

Entre 1956 y 1962 tomó las instantáneas que la situaron como un referente del siglo XX, y perfilaron su mirada atenta a lo cotidiano y poco vistoso.



Un niño de unos cuatro años tomando una pistola real. Un payaso de rostro arisco, en medio de la penumbra. Una anciana terminal en su cama hospitalaria. Chanchos colgando en fila, ya muertos. Mujeres que caminan por la Quinta Avenida mirando con desconfianza. Un hombre que traga fuego en un carnaval, mientras la neoyorquina Diane Arbus (1923-1971) lo retrata, tal como a todos esos otros personajes.

Casi termina la década del 50 y ella busca construir su propia obra fotográfica. Una que se ancle en la vereda opuesta a su ocupación previa: inmortalizar la belleza de cientos de protagonistas del papel cuché, siempre bajo la tutela de su marido, el fotógrafo Allan Arbus, quien trabaja con revistas como Vogue y Harper's Bazaar. Pero como ella ya no está con él, puede dejar de ser estilista -de esas sesiones de moda- y disparar la cámara bajo su mirada.

"Siento que tengo una cierta perspectiva sobre la calidad de las cosas. Lo que quiero decir, que es muy sutil y un poco embarazoso para mí, es que realmente creo que hay cosas que nadie podría ver a menos que yo las fotografíe", comenta alguna vez Arbus. Y se refiere a transformistas, niños comunes y corrientes, caminantes neoyorquinos, artistas de circo y enfermos solitarios. A las diversas escenas urbanas y cotidianas, pero sumamente íntimas a la vez, que ella captura en blanco y negro y que ha buscado perdiéndose por todo tipo de zonas, desde Times Square hasta el Lower East Side.

La calle está llena de misterios para la fotógrafa, quien aplica siempre una consigna: "Una foto es un secreto sobre un secreto. Cuanto más te dice, menos sabes". Así empieza su carrera, cuando rotula un rollo de 35 mm con un N {+o} 1. Y así, también, revelando sus búsquedas iniciales, el Museo Metropolitano de Nueva York -en el nuevo edificio Breuer de calle Madison- presenta una selección de sus primeras obras (1956-1962).

Dos tercios de ellas jamás han sido vistas. Muchas fueron impresas y ampliadas por la misma Arbus, y todas llegaron al MET en 2007, gracias a una donación de Doon y Amy, las hijas de la fotógrafa y quienes encontraron los archivos de su madre en el sótano de la casa de Greenwich Village, el mismo sitio donde fue hallado el cuerpo de Arbus sin vida, en 1971. La artista se suicidó mientras sufría una profunda depresión.

El curador de la muestra, Jeff Rosenheim, introduce así la selección expuesta: "Cuando miro estas imágenes de Arbus, siento el efecto que se ve en las personas cuando, sin estar esperándolo, una vista de sí mismos los golpea en una ventana o espejo. Es esa reacción que, en una fracción de segundo, les responde a sí mismos: si lo que son, o no, es lo que parece verse ahí". Además, el experto enfatiza que la etapa en exhibición es sumamente rica en logros, pues de ahí salieron las fotografías que la hicieron mundialmente conocida, como la retratista que pesquisaba "la divinidad en lo más común".

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