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Fundación realiza esta tarea hace tres años:

Dar una nueva vida a los patios escolares disminuye la violencia entre los alumnos

domingo, 07 de agosto de 2016

Andrea Manuschevich
Educación
El Mercurio

Patio Vivo promueve el juego, las salas al aire libre y el contacto con la naturaleza.



Apenas suena la campana para salir a recreo, las puertas de las salas de clases del Liceo Polivalente Mercedes Marín del Solar, de Macul, se abren de par en par. Los niños corren desde los distintos puntos cardinales y se apuran a invadir el centro del patio. Y ahí juegan a hacer equilibrio, a cocinar tortas con tierra y a escalar estructuras que para ellos son castillos. Cuesta imaginar que antes de marzo de este año este lugar "era una explanada de cemento, donde en verano el sol te quemaba y no había dónde estar ni refugiarse", cuenta Daniel Calderón, inspector general del colegio. "Solo lo usaban para jugar a la pelota y los hombres se tomaban el lugar", agrega.

Hasta que contactaron a la Fundación Patio Vivo, que hace tres años trabaja interviniendo patios escolares. El cemento fue reemplazado por maicillo, se instalaron estructuras de juego de madera que los niños escalan, usan como refalines o para lo que su imaginación requiera. También pusieron bancas en forma de círculo, que se usan como un aula abierta. Si se portan bien, los alumnos son premiados con clases al aire libre.

"La fundación nació a raíz de ciertas inquietudes que teníamos las fundadoras respecto a la educación, como los problemas de convivencia escolar, los altos niveles de sobrepeso y obesidad, y la dificultad de despertar en los niños de hoy la curiosidad por aprender", explica Ángela Ibáñez, directora ejecutiva de Patio Vivo.

Hasta hoy, han trabajado con 15 colegios municipales y particulares subvencionados, gran parte de ellos en Santiago y otros en la Región de Los Lagos y de La Araucanía. Los proyectos se financian con fondos de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP) de cada establecimiento y con donaciones de organizaciones.

"Lo primero es hacer un diagnóstico y entender el proyecto educativo de cada establecimiento, el cual se busca plasmar en el patio. Por ejemplo, si el colegio está más enfocado en el movimiento, les damos más valor a estructuras de juego libre. Si buscan promover el contacto con la naturaleza, trabajamos con huertos y plantamos especies nativas de ese lugar", añade Ibáñez.

Dentro de los colegios, el patio no es solo el lugar para descansar de los libros y las pruebas. "Es un espacio de socialización libre y espontánea. Se usa para jugar y hacer redes, y es importante que físicamente permita que esos contactos se puedan dar. Cuando este es hostil, los niños se aburren y surge la violencia", explica Isidora Mena, psicóloga y directora de Valoras UC.

Cuando los niños van contentos al colegio, se produce el apego escolar, lo que mejora el rendimiento y genera un mayor vínculo con la escuela, añade la especialista.

"Gracias al patio disminuimos mucho la violencia escolar", afirma Calderón. "También se recuperó la sensación de dignidad en los alumnos, que se merecen un espacio del cual sentirse orgullosos".

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