Fondos Mutuos
"Mi contacto con los escritores norteamericanos, con los estudiantes, con mis lectores y con este pueblo ha sido una experiencia poética y política de primera importancia". Con estas palabras, publicadas en "El Mercurio" del 16 de julio de 1966, Pablo Neruda se refirió a su reciente estadía en Nueva York, donde asistió al congreso del Pen Club International, asociación surgida en Inglaterra, en 1921, para promover la amistad entre los literatos del mundo. En una conferencia de prensa realizada en Santiago contó que no había estado allí desde 1943. "Esta vez, debatimos los problemas americanos con Carlos Fuentes, de México; Martínez Moreno y Onetti, de Uruguay; Ernesto Sábato, de Argentina; Nicanor Parra, de Chile, y Mario Vargas Llosa, de Perú. Fue un gran honor tomar parte en las discusiones con hombres del nivel de Arthur Miller y con novelistas de Europa del Este". En relación a versiones cablegráficas de que se había reconciliado con Estados Unidos, explicó: "Nunca ha habido enemistad. Es cierto que hay una parte que no me agrada, que es la forma de actuar en nuestros países, el apoyo a las dictaduras del Caribe, la guerra en Vietnam, la política monopolista muy agresiva para América Latina, en general. Sería absolutamente loco de mi parte, con la gran tradición democrática norteamericana, con el ejemplo de Lincoln o de Whitman. Soy un entusiasta de lo mejor de allí, pero no puedo dejar de combatir lo que me parece mal". Sobre este último punto, destacó que "la acción en Vietnam es el hecho más criminal de nuestra época. Otro tanto pienso del bloqueo a Cuba que mantienen varias naciones latinoamericanas, obedeciendo las órdenes del Departamento de Estado. Buena parte de mi quehacer está dirigido a denunciar estos hechos intolerables y a manifestar mi adhesión a la gran revolución cubana". Neruda también compartió una anécdota ocurrida mientras caminaba por la "titánica y tumultuosa" Nueva York, recorriendo librerías en busca de las viejas obras de Whitman. Al preguntarle alguien sobre la influencia que había tenido la literatura norteamericana en su poesía, confesó lo vivido con su carpintero en Isla Negra, cuando le pidió que colgara una fotografía de 1,50 metros de altura de aquel vate estadounidense. "Me sorprendió diciéndome: Don Pablito, ¿es su padre? Yo le dije: Sí, Rafita, es mi papá".