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La memoria de las cosas

sábado, 16 de julio de 2016

Texto, Andrea Zúñiga S. Fotografías, José Luis Rissetti.
Patrimonio
El Mercurio

Luis Fernando Rojas fue el más importante ilustrador, caricaturista y litógrafo que tuvo Chile entre fines del siglo 19 y principios del 20. Algunos de sus retratos constituyen hasta hoy la base gráfica de los próceres que aparecen impresos en los billetes de circulación nacional. Por eso se le quiso rendir homenaje a través de una muestra que resume su labor, la que está en exhibición hasta diciembre en el Museo del Ahorro; un espacio que hay que conocer.



Ilustrador de escenas históricas y costumbristas, y uno de los primeros dibujantes publicitarios, Luis Fernando Rojas también fue el autor de numerosos retratos. Entre ellos los de Ignacio Carrera Pinto, Manuel Rodríguez, Gabriela Mistral, Arturo Prat y Andrés Bello, rostros que todavía se imprimen -con algunas variaciones- en los billetes nacionales según su denominación.

Por ese enlace, el Museo del Ahorro, entidad que pertenece al BancoEstado, dedicó a este artista el espacio que asigna a las muestras temporales, y exhibirá hasta diciembre su interesante legado. Pero no es lo único que se puede ver en este museo ubicado en el segundo subterráneo de la casa matriz del banco.

Desconocido por los transeúntes del sector, pero muy visitado por grupos escolares, al museo se accede por un antiguo ascensor, en perfecto estado, que se advierte al interior del banco si se ingresa por la Galería Antonio Varas, entre las calles Bandera y Morandé.

Inaugurado en 1992 por el entonces presidente del BancoEstado, Andrés Sanfuentes Vergara, el museo da cuenta de la historia del banco y del modo cómo la tecnología ha ido transformando la manera de trabajar en esa institución.

"Llegué al banco en 1990, y en ese momento iniciamos una etapa de modernización de todas sus instalaciones. Me di cuenta de que en ese proceso habría que deshacerse de muchas cosas ya obsoletas, pero me pareció necesario rescatar las piezas más valiosas. Contratamos a una persona para que recorriera todas las oficinas del país, y evaluara qué objetos se debían conservar. Ya con un número significativo de finos muebles antiguos, obras de arte, máquinas y relojes, entre otras piezas, montamos el museo", cuenta Sanfuentes, y agrega que funcionó hasta poco después de dejar el cargo.

El año del Bicentenario el museo se reinauguró en lo que eran los estacionamientos de la casa matriz del banco, y se articuló en un recorrido que narra la trayectoria de esa institución desde su creación en 1953, con la fusión de cuatro entidades públicas: la Caja de Crédito Hipotecario de 1855; la Caja Nacional de Ahorros de 1884; la Caja de Crédito Agrario de 1926, y el Instituto de Crédito Industrial de 1928.

La historia se va contando en distintas escenas que se desarrollan a lo largo del pasillo de acceso al museo. La primera muestra el escritorio de Antonio Varas, el principal impulsor de la Caja de Crédito Hipotecario y su primer director. "Tanto la mesa como las sillas son las que él usó. Algunas de las piezas que ambientan la oficina no le pertenecieron, pero son todos objetos de época que se emplearon en dichas instituciones y que pertenecen al banco", sostiene Patricio González, director del museo desde hace cinco años.

"También se ambientó la oficina de Luis Barros Borgoño, el primer director de la Caja Nacional de Ahorro", y la del primer presidente de BancoEstado, Jorge Blanc Echaurren, nieto de Arturo Prat", indica Patricio y agrega: "Además, se recuerda la primera central telefónica de la Caja Nacional de Ahorro, y, naturalmente, los casilleros donde los clientes podían recibir y retirar la correspondencia que les enviaba el banco".

Frente a esas escenas se instalaron diversos objetos agrupados por tema. Llama la atención el conjunto de armas de muy variados diseños: "Revólveres debidamente inscritos a los que se les sacó el percutor para que no puedan ser usados. Hasta bien entrado el siglo 19, a los cajeros se les entregaban armas para defenderse en caso de asalto, lo que dejó de hacerse cuando se crearon los cuerpos de vigilancia", explica González.

También sorprende la colección de relojes. "Son mayoritariamente norteamericanos y alemanes, y gracias al trabajo de un relojero que viene semanalmente, están en perfectas condiciones". A ese conjunto se suman las alcancías, desde las primeras que entregó la Caja Nacional de Ahorro -que llevaban el escudo de Chile- hasta las más recientes con el logo actual del banco.

Teléfonos de distintas épocas, calculadoras manuales, máquinas de escribir, cuenta monedas, balanzas para pesar la correspondencia... objetos que duraban años, piezas que ya no se encuentran y que hacen patente el rápido avance tecnológico de las cuatro últimas décadas.

Con entrada liberada, el museo se puede visitar de lunes a viernes de 9:00 a 14:00 horas, para admirar, entre otras cosas, la importante colección numismática, que a juicio de Sanfuentes es "tal vez una de las mejores del país".

González agrega: "Esta contempla monedas de la época colonial y republicana, además de diversos billetes de los que antes de la creación del Banco Central emitían los bancos. También incluye fichas salitreras -esas que se usaban para comprar en las pulperías-; medallas conmemorativas y monedas de oro que la Caja Nacional de Ahorro guardaba como respaldo ante cualquier emergencia".

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