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Investigadores de la USM estudian nuevas estrategias para enfrentar la biocorrosión

jueves, 14 de julio de 2016


Ediciones Especiales
El Mercurio

Proyecto apunta a que es posible modificar a nanoescala los materiales macroscópicos, como tuberías o superficies metálicas, para hacerlos resistentes a la biocorrosión.



La biocorrosión es el daño generado por la interacción de microorganismos con superficies metálicas. Es un tipo de corrosión muy agresiva y actúa cientos de veces más rápido que la típica corrosión electroquímica, que es la que vemos a nuestros alrededor cuando decimos que los materiales metálicos se "oxidan", explica la Dra. Carolina Parra, investigadora del Departamento de Física de la Universidad Técnica Federico Santa María.

Según comenta la experta, el problema es que las bacterias habitan todos los ambientes que conocemos, incluso los más extremos.

"Muchos procesos industriales, como los asociados a la minería o la energía termoeléctrica, utilizan cursos naturales de agua o agua de mar donde proliferan diversas bacterias que producen biocorrosión en los sistemas de transportes de aguas de estas industrias. Está bien documentado que los daños producto de la biocorrosión se traducen en costos por varios billones de dólares alrededor del mundo. En Chile, por ejemplo, la detención de obras en las mineras para realizar mantención o reparar los daños producidos genera costos millonarios".

respuesta sustentable

Pero encontrar una solución eficiente y sustentable a este problema no ha sido fácil, dice la experta.

"Actualmente, las soluciones que apuntan a reducir esta problemática se basan en recubrimientos epóxicos y uso de biocidas. Los primeros, que apuntan a proteger las tuberías metálicas, solo poseen una eficiencia limitada y al deteriorarse aceleran más aún el proceso de biocorrosión. Los segundos, que apuntan a atacar directamente los microorganismos, tienen un alto impacto medioambiental al eliminar toda la fauna acuática que se encuentra en el entorno".

Por eso, señala la Dra. Parra, en la USM investigan nuevas alternativas para enfrentar este problema.

"Como el problema de la biocorrosión es un tipo de interacción que se da a escala micro y nanométrica, utilizamos la estrategia de atacar el problema a la misma escala en que este sucede. Los resultados de nuestro trabajo apuntan a que es posible modificar a nanoescala los materiales macroscópicos, como tuberías o superficies metálicas, para hacerlos resistentes a la biocorrosión. En este contexto es que fuimos beneficiados con un proyecto FONDEF IDeA que por dos años nos permitirá desarrollar un prototipo de estos productos antibiocorrosivos basados en nanomateriales".

Agrega que la visión del equipo que lidera "no solo contempla enfrentar los desafíos científicos-tecnológicos asociados al proyecto. Esperamos que el apoyo de las empresas asociadas a nuestro proyecto (3M, Minera Los Pelambres, Comercial Fundación, entre otras) y de la USM nos brinden una plataforma inicial desde donde levantar un emprendimiento asociado con nuestra propuesta de innovación. Queremos contribuir a incentivar, en la práctica, el desarrollo de la innovación basada en ciencia (particularmente nanobiociencia) en nuestro país y su posterior aplicación a nivel industrial".

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