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Rectores enjuician sin eufemismos el proyecto del Gobierno para cambiar la educación superior:

"Si no hay cambios importantes, se habrá perdido una oportunidad ; los países no pueden estar haciendo reformas a cada rato"

domingo, 10 de julio de 2016

M. Soledad Vial
Reportajes
El Mercurio

Representantes de todo el abanico de planteles que componen el sistema universitario -estatales, privadas tradicionales y privadas creadas con posterioridad a 1981- muestran sorprendentes grados de acuerdo a la hora de expresar su insatisfacción con la iniciativa que esta semana inició su trámite parlamentario. Estas son sus razones.



Más acuerdos y menos discrepancias de lo que se podría haber esperado. Desde luego, menos de lo que ellos mismos han lanzado contra la esperada reforma a la educación superior que el Gobierno envió esta semana al Congreso, y que no dejó a nadie contento. Ese fue el balance que pudimos sacar de la conversación a la que invitamos a 6 representativos rectores del abanico estatal-público-privado que abarca el sistema universitario chileno.

"Tal como está, este proyecto no tendrá efectos transformadores en mayor equidad e inclusión". Bien impresionante la conclusión de un firme partidario de esta reforma y que incluso marchó por ella. Es el porteño Aldo Valle, rector de la U. de Valparaíso y presidente del CRUCh, el Consejo que reúne a 25 de las principales universidades del país, entre estatales y públicas tradicionales. También la desilusión que confiesa, convencido de que "esta no es una reforma transformadora". Con matices, Ennio Vivaldi, rector de la U. de Chile, y su par del Cuech -el consorcio de las estatales-, tampoco vio cristalizado el apoyo que soñó para sus universidades.

Coinciden y profundizan en sus críticas sus compañeros de planteles privados de orientación pública en el CRUCh, los rectores de las universidades Católica y de Concepción, Ignacio Sánchez y Sergio Lavanchy. Igual que los "privados" del G-8, Andrés Benítez, de la Adolfo Ibáñez, y Rubén Covarrubias, de la U. Mayor, que el año pasado decidieron no entrar a la gratuidad.

¿EN QUÉ ESTÁN TODOS DE ACUERDO...? En que era necesario modernizar, perfeccionar y regular mejor un sistema que tiene hoy una oferta muy amplia y un "borde" que reconocen inaceptable. Lo aplaude el rector Vivaldi. "De los cambios que se hicieron entre 1973 y 1989, el más fácil, el más indefendible, era el sistema de universidades y no ocurrió absolutamente nada. Es para felicitar al Gobierno: algo de coraje, de responsabilidad histórica, han tenido al modificar este modelo".

Los privados destacan que la reforma reconoce un sistema de provisión mixto y mantiene distintos tipos de financiamiento, incluido el Crédito con Aval del Estado, que "se ha satanizado erróneamente porque ayuda a mucha gente".

¿QUÉ ECHAN DE MENOS...? "Que no se ven por ninguna parte los instrumentos para fortalecer la educación pública, un objetivo que siempre se fijó para esta reforma", dice el rector Valle. Y enfatiza en tono duro: "Los efectos sociales del actual sistema de educación superior se mantienen incólumes", a excepción de la gratuidad, "que tiene un camino muy largo por delante".

Con más participación, esto se habría evitado, afirma Vivaldi. "Me preocupa que en torno a este proyecto haya un sentimiento de decepción, de rabia, de frustración".

Los recursos preocupan a Ignacio Sánchez, de la UC, destacada por su calidad en los más recientes rankings internacionales. "Claramente, faltó establecer qué nuevos recursos tendrá el sistema para mejorar calidad. Si cambiamos fondos privados por estatales, pero no hay un incremento, será muy difícil elevar la calidad".

¿Y EL PEOR ERROR...? "No distinguir la función pública, que no está dada por la propiedad, sino por la historia y el servicio al país, y omitirlas en su fortalecimiento", dice de inmediato el rector Sánchez. Que pone divisiones en un sistema que debiera ser una red articulada, refuerza Lavanchy, de Concepción; ambos ven el fin de los fondos basales.

Y los apoyan los estatales. "Jamás los rectores de las universidades estatales objetaríamos darles un peso más a las universidades del CRUCh y a otras de fuera que lo ameriten", dice Vivaldi, y agrega: "Lo público no ha sido suficientemente defendido y se ha trivializado, habría ayudado mucho discutir sobre factores claves, como tradición, nivel de investigación e inserción internacional, para justificar financiamiento".

A los privados como Benítez no les gusta la fijación de aranceles -"agrupar carreras y regular sus precios como si fueran iguales, eso sí que es tratar la educación como un bien de consumo"- y menos que no se haga por calidad. Una palabra que ven en retirada sin recursos nuevos; el proyecto cambia aportes privados por públicos -explican-, pero el monto global seguirá siendo el mismo.

"Primó un funcionalismo neoliberal"

En medio de este "caos nacional", Covarrubias ve una oportunidad, la de una discusión "razonable, con altura de miras".

-Sin embargo, el proyecto no recibió este aire de acuerdo, sino una lluvia de críticas de todos los lados: universidades estatales, públicas, privadas, estudiantes, parlamentarios. ¿Cómo se llegó a esto después de tantos meses de conversaciones?

Valle: "Es que la discusión no fue tan amplia como parece creerse. Hubo capítulos completos del proyecto que no pudieron discutirse. Por meses pedimos en el CRUCh hablar del sistema de financiamiento y no fue posible; quienes redactaron este proyecto se guardaron para sí esa decisión. Hablamos de institucionalidad, acreditación, aseguramiento de calidad, superintendencia y no hay grandes diferencias. El sentido futuro del sistema de educación está dado por cómo se van a distribuir los recursos".

Sánchez: "Hubo una mezcla de hermetismo y sordera. Conocimos el proyecto solo a través de minutas, y muchas cosas que repetimos no se tradujeron en el proyecto. Nunca hubo un trabajo en equipo".

Lavanchy: "Entregamos documentos, estudios. La ministra tiene razón en que no siempre se puede dejar a todos contentos, pero haber logrado dejar a todos descontentos..."

Vivaldi: "Fue chocante, dramático, para los rectores de las universidades estatales cuando terminamos de ver el power point con el proyecto, el miércoles de la semana pasada, en Talca".

Covarrubias: "Me alegro mucho de escuchar a los señores del CRUCh, porque si ellos no tenían información, nosotros teníamos menos. Nos enterábamos por la prensa o por trascendidos".

Benítez: "Con todas las diferencias, si se les hubiera preguntado más a los rectores, habría salido mejor el proyecto. Se farrearon la oportunidad. Era más fácil ponernos a nosotros de acuerdo que al Parlamento".

-¿Creen que fue Hacienda y la restricción presupuestaria lo que al final se impuso?

Covarrubias: "Se aterrizó en este proyecto como producto de la crisis económica mundial y nacional. Gran parte de la sociedad entiende que no es razonable ni lógico financiar la educación de los ricos, que es claramente regresivo".

Valle: "Primó aquí una concepción tecnocrática, un funcionalismo neoliberal, no una perspectiva de construcción democrática de una sociedad. La discusión fue absolutamente excluyente, sin la buena fe y disposición al consenso que exigen el diálogo y las prácticas democráticas. Por eso este proyecto no va a impactar en el desarrollo de una educación superior".

Vivaldi: "Me llamó la atención que la ministra dijera: 'este es un bote que se echa al mar y ahí veremos'. Cuando uno anuncia su propuesta, lo hace con ganas, dice '¡¡ésta es mi propuesta!!' Quiero verlo como algo positivo, como una invitación a que sea un punto de partida. De todos nosotros depende".

Sánchez: "Lo más serio es que se puso como norte la gratuidad y se olvidó absolutamente de las instituciones que la hacen posible. Es muy importante dar acceso y oportunidades a los estudiantes, pero no es posible sin instituciones que se fortalezcan para poder acogerlos".

-¿Y no era la gratuidad un pie forzado para el Gobierno desde su origen, desde la misma campaña presidencial?

Valle: "No es incompatible avanzar con urgencia en gratuidad para los sectores más desfavorecidos y fortalecer un sistema de educación superior que genere investigación, conocimiento, ideas, interacción intelectual. No se puede confundir desarrollo con cobertura. La gratuidad es un instrumento valioso, pero es un instrumento".

Vivaldi: "Este proyecto alguna preocupación tiene por definir lo que es universidad y no se había hecho, pone énfasis en la calidad de investigación, de docencia. Pudo haber sido mejor, sin duda; pero para ser justos, da pasos importantes".

Lavanchy: "Uno comparte sus objetivos: crear un nuevo sistema de educación superior que desarrolle capacidades, aporte al país, a la región y a sus personas, pero no creo que se vaya a lograr cuando leo lo que propone el proyecto".

-¿Creen que vaya a ver la luz así como está planteado?

Covarrubias: "Tendrá cambios drásticos".

Valle: "Espero que tenga cambios importantes. De lo contrario, se habrá perdido una oportunidad porque los países no pueden estar haciendo reformas a cada rato".

"El riesgo es llegar a una suerte de punto muerto"

-¿Les preocupa que pase lo mismo que con la reforma escolar, que comenzó con 60% de apoyo y hoy el 70% la rechaza?

Valle: "Aquí va a ser al revés".

Sánchez: "Dependerá mucho de la discusión que se dé en el Parlamento".

Benítez: "Comienza en período eleccionario y la Nueva Mayoría ha dicho que este es su legado, que prácticamente depende de él que pueda seguir en el poder. Cuando los proyectos se politizan es difícil que los argumentos se encuentren. El riesgo es llegar a una suerte de punto muerto".

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