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Mark VIII, el "indestructible" guante chileno que quiere conquistar el mundo

lunes, 04 de julio de 2016

Pablo Tirado
El Mercurio

Gracias a un plástico flexible, el dispositivo logró un producto capaz de proteger los dedos de los trabajadores, pero sin restarles sensibilidad ni capacidad de maniobra.

En Chile se calcula que uno de cada tres accidentes laborales afecta a las manos de los trabajadores.

Eso lo pudo comprobar en terreno el ingeniero civil Jorge Sgombich durante los más de 10 años que trabajó en la industria minera, uno de los sectores que más invierten en seguridad.

Pese a que en el mercado existían herramientas como cascos para proteger la cabeza o zapatos de seguridad, a Sgombich le llamaba la atención que no se utilizaran guantes más resistentes para proteger las manos. "Y me puse a pensar cómo no había nada mejor que el guante de seguridad, que no es nada más que un forro, una cubierta de cuero", recuerda el emprendedor, quien en ese momento, hace más de cuatro años, intentó replicar la idea de los zapatos de seguridad, pero para manos. "Empecé a investigar cosas similares y no encontré nada en la industria. Ahí me contacté con una empresa asesora en temas de patentamientos y ellos hicieron un estado del arte y ahí me di cuenta de que la forma, la pieza que originalmente yo había pensado, ya existía y había muchas. Ahí me vi en la obligación de pensar y repensar el tema", recuerda.

Y el nuevo planteamiento llegó rápido, ya que al poco tiempo ya estaba con una nueva idea en marcha. Esta vez, sin embargo, no había precedentes en el mundo: el guante de protección dactilar Mark VIII, que acaba de ganar medalla de oro en la feria de inventos y nuevos productos INPEX, que se llevó a cabo en Pittsburg, Estados Unidos.

Según comenta el creador, una vez recuperado del primer intento fallido, lo que más le preocupaba en su invento era conseguir un producto que protegiera efectivamente las manos, pero que no redujera la movilidad y la sensibilidad. "Ahí llegué a una pieza que utiliza como base tres puntos de apoyo, con un punto fuerte adelante y dos patas en la parte posterior. Y cubriendo todo el dorso de la primera falange y la punta del dedo. La gran ventaja es que deja libre la yema de los dedos y puedes tomar sin problemas cualquier cosa, una máquina, un perfil, etc., y manteniendo un grado de protección importante", explica Sgombich.

La clave de la resistencia del guante está en una pieza fabricada en un plástico especial -un material semirrígido- que cuando se somete a presión, se deforma levemente. "Esa deformación lo que está haciendo es absorber la energía y traspasarla a las tres patas, y una vez que la presión cesa vuelve a su forma original. Obviamente, con un límite", explica el emprendedor.

Con esta tecnología, el guante es capaz de resistir sin mayores problemas el golpe de un martillo o un accidente con una cortadora, algunos de los siniestros más habituales en la industria.

Exportando ideas

Actualmente, la producción del guante está bajo el alero de la empresa Atiks, fundada por Sgombich junto a parte de su familia. La patente del dispositivo les fue concedida en 2014 y hoy están en proceso para conseguirla también en otros países como Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, con la intención de masificar la idea.

Con clientes locales principalmente ligados al mundo de la minería, Jorge Sgombich tiene claro que lo que él busca no es convertirse en un fabricante de guantes de seguridad, sino que más bien en un innovador. "El objetivo final es poder traspasar esta tecnología a una empresa que se dedique a la distribución de elementos de protección personal, ojalá internacional, una multinacional grande", explica.

El proceso, eso sí, no ha sido para nada fácil, principalmente por la reticencia que existe en el mercado chileno a probar productos nuevos: "A las empresas les cuesta bastante probar una innovación. Siempre están preguntando dónde se ha probado antes, y cuando les dices que es nuevo, no se ven tan receptivos", dice.

En ese sentido, su reciente victoria en Estados Unidos le amplió el panorama, ya que tuvo oportunidad de contactarse con empresas de todo el mundo dispuestas a probar innovaciones para aplicarlas en sus negocios. "La feria fue un tremendo apoyo en ese sentido. Durante los tres días que duró la exposición, diría que todos los que tuvieron acceso al guante les encantó", dice.

Tan exitoso fue su paso por el certamen que actualmente se encuentra en conversaciones con algunas compañías para concretar su plan de licenciar su guante. El primer contrato, espera Sgombich, debiese firmarse antes de que termine 2016.

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