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Arremetida contra las universidades privadas

martes, 21 de junio de 2016


Editorial
El Mercurio

Extraña que algunas de las universidades privadas que enfrentan este conflicto sean instituciones a las que nadie supone algún fin de lucro.



Los universitarios agrupados en la Confech han declarado que 2016 será "el año de las universidades privadas", dando cuenta de que esperan centrar los movimientos sociales en estas instituciones. Esta situación explica el que -a diferencia de lo que ocurrió en 2011- las universidades estatales y privadas tradicionales exhiban un menor nivel de conflictividad, en contraste con varias universidades privadas donde existen paros y tomas.

Es de lamentar que en nuestro país se haya tenido desde hace ya bastante tiempo una actitud absolutamente laxa respecto de medidas de fuerza inaceptables, fruto de las cuales muchas veces se imponen grupos minoritarios pero audaces, que secuestran el espacio de la convivencia académica, en muchos casos dañan la infraestructura y en todos los casos impiden el desarrollo de la misión de esas casas de estudio, que es la de brindar educación.

La irrupción de los estudiantes del sector privado -muchos de los cuales paralizan por primera vez- se explica, de acuerdo con lo que han dicho sus dirigentes, por el alto nivel de endeudamiento de los jóvenes y por las acusaciones de lucro hacia las instituciones.

Extrañamente, sin embargo, muchas de las universidades en las que existe conflicto están fuera de todo cuestionamiento de lucro -como son por ejemplo la Universidad Alberto Hurtado, la Diego Portales o la Católica Silva Henríquez-, y el endeudamiento del Crédito con Aval del Estado desde el Gobierno pasado ha bajado su tasa y está condicionado al ingreso.

Es posible apreciar argumentos poco claros, aspiraciones difusas y una evidente orquestación de grupos de extrema izquierda. Dentro de los objetivos de estos grupos está el terminar con la educación universitaria privada en nuestro país. Ello ha sido explícito y en algunos casos se ha pedido derechamente la estatización.

Más allá de la radicalidad de estos grupos de estudiantes, lo que están buscando es desprestigiar a un sector que ha sido clave en el despliegue de la educación universitaria en Chile. Muchas de las universidades privadas han logrado además niveles de excelencia muy superiores a las estatales, pese a tener menos recursos.

Si bien existen algunas instituciones que no han logrado la calidad esperada, perdiendo así su acreditación, existen otras con clara vocación pública, y que por haber sido creadas con posterioridad a 1981, tienen menos acceso a fondos públicos para investigación y cuyos estudiantes siguen siendo tratados de forma desigual respecto de quienes asisten a instituciones del CRUCh.

A pocos días de que se presente el proyecto de educación superior, sería deseable que las autoridades, por una parte, fueran explícitas en condenar los hechos de fuerza de los estudiantes; y, por otra, resaltaran la importancia de la provisión mixta de educación, poniendo énfasis en la búsqueda de la calidad, y no en la añoranza de un mundo universitario público, que en la realidad era mucho más elitista que el actual sistema.

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