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Novela "La montaña festiva":

La islamización del Cáucaso

lunes, 20 de junio de 2016

GASPAR RAMÍREZ
Internacional
El Mercurio

La escritora y periodista daguestaní Alisa Ganíeva muestra una sociedad trastornada por el fanatismo religioso.



Alisa Ganíeva tiene 30 años, vive en Moscú, pero nació y estudió en Daguestán. Alisa dice que, durante los últimos años, en esa zona del Cáucaso el islamismo creció, que se puso de moda rezar y hablar de religión. Alisa recuerda que cuando estaba en el colegio, a las clases de Biología llegaban personas que negaban la teoría de la evolución, que les recomendaban rezar cinco veces al día y que había que creer en un Dios y en un profeta.

Alisa se fue a Rusia a estudiar Literatura. Después se dedicó a la narrativa, y con sus recuerdos de Daguestán escribió párrafos como este: "La noche era el reino de oscuros personajes que predicaban la fe en un solo Dios y prendían fuego a teatros, salas de concierto y restaurantes. Todos los bustos y monumentos yacían volcados de sus pedestales con las orejas y las narices mutiladas".

La descripción -que podría ser del avance del Estado Islámico hacia lugares como Palmira- es un extracto de la novela "La montaña festiva" (Turner, 2015, distribuye Océano), en que Ganíeva cuenta la islamización progresiva del Cáucaso, una zona que los extremismos religiosos del Medio Oriente han dejado en segundo plano.

Ganíeva nació en 1985 en Majachkalá, la capital de Daguestán, donde transcurre su novela, la segunda que publica. A la redacción del diario donde trabaja Shamil, el protagonista del libro, llega el rumor de que Moscú construye un muro en la frontera con Daguestán para aislar a la ex república soviética del resto de la Federación.

El rumor cunde por la ciudad, hay mítines populares, las autoridades llaman a la calma; la tranquilidad desaparece de a poco, las autoridades huyen, y el vacío de poder es llenado por los fanáticos islamistas. Quienes sufren con el nuevo régimen son los artistas, los científicos, los musulmanes corrientes, los ateos. Un cambio progresivo impulsado por muchos factores y actores.

"El nivel de islamización ha crecido en el Cáucaso. Muchas personas ignorantes, incultas, de repente obtuvieron cargos oficiales en el gobierno religioso. Se empezó a reemplazar la educación secular por la estúpida propaganda islámica", dice Ganíeva a "El Mercurio".

Los ataques del Estado Islámico en Europa y Medio Oriente concentran la atención mundial, pero en el Cáucaso también hay fanatismos religiosos. "Mi novela muestra fundamentalmente el mismo proceso de surgimiento del Estado Islámico, con un estado utópico regido por salafíes que siguen sus textos sagrados al pie de la letra y con fervor, sin importar lo incongruentes, oscurantistas e inhumanos que sean", dice la escritora.

En cuanto a las razones del crecimiento del islamismo en el Cáucaso, la novelista dice que a veces hay motivos "más políticos que religiosos", y que las personas que se unen a la yihad tienen historias personales diferentes y toman la religión como "la forma más conveniente para su rebelión".

Entre las razones, Ganíeva menciona "la lucha contra la burocracia descompuesta, el nepotismo, la ilegalidad policial". "Otros se unen a los radicales para chantajear a empresarios y autoridades de gobierno: son delincuentes comunes bajo un disfraz religioso", dice la escritora.

Daguestán es la principal república de Cáucaso Norte con casi 3 millones de habitantes, y es una zona de gran diversidad étnica, cultural y religiosa, por lo que el glosario al final del libro ayuda a navegar entre términos como Ajvalal , bashlik , nutsal , tujum y muchos otros.

En la novela, Ganíeva muestra una sociedad que bruscamente pasa del régimen soviético al libre mercado, y luego a la amenaza islamista. "El sistema social sufrió tantos vuelcos, hubo tantos cambios dramáticos durante el siglo XX -la Revolución Bolchevique de 1917, la colectivización, la persecución, el colapso de la Unión Soviética, la guerra en Chechenia-, que la gente en el Cáucaso casi ha perdido todo el sentido de justicia, de leyes que funcionen e incluso su propia identidad", dice la narradora desde Moscú.

Pero Alisa es optimista: "Cuando las personas aman su trabajo, cuando reciben una educación secular, son menos proclives a encantarse con cuentos utópicos sobre el paraíso islámico en la Tierra. Por eso espero que, alguna vez, la propaganda de la ciencia sustituya a la propaganda de los logros del profeta Mahoma".

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