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Proyectos Tronador II y VLS:

Argentina y Brasil desarrollan cohetes propios para enviar sus satélites al espacio

miércoles, 08 de junio de 2016

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Los científicos trasandinos probarán un prototipo avanzado el próximo mes. En tanto, Chile ha desarrollado una cohetería muy incipiente y solo a nivel universitario.



A mediados del próximo mes debe despegar desde la localidad de Pipinas, al sureste de Buenos Aires (Argentina), el cohete experimental VEX 5A.

Se trata de la prueba más importante desde que en la década pasada comenzó el proyecto para dotar a ese país de capacidad de lanzamiento satelital propia, objetivo que también persigue Brasil.

En el caso trasandino, la idea es que un vehículo definitivo ya sea una realidad en la próxima década, pero van paso a paso, explica el ingeniero de la Universidad de Buenos Aires, Pablo Servidia.

Él es investigador principal del proyecto Tronador II de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae). "Nuestro objetivo para este año es hacer una prueba en vuelo con el vehículo experimental suborbital VEX 5A, que es el primero de dos etapas (partes en que se divide el cohete tras despegar) que hemos desarrollado. No es todavía el vehículo orbital que, finalmente, tendrá la velocidad necesaria para llegar a la órbita donde se instalan los satélites". Es decir, este no llegará a los 200 kilómetros de altura, lo que sí hará el Tronador II.

Durante la prueba comprobarán la propulsión en cada una de las etapas, que se haga efectiva la separación de ambas, y que el encendido del motor se produzca a la altura prevista.

El proyecto continuará con el desarrollo de otros vehículos de dos etapas, pero con mayor capacidad de combustible. "(Ahora) estamos haciéndolo con la menor cantidad posible de ambos para evitar mayores riesgos, pero a medida que vayamos aprendiendo iremos consolidando con vehículos más grandes", agrega.

El siguiente cohete, por ejemplo, podrá abrirse en la punta, lo que permitirá extraer carga útil. El objetivo es llevar ahí los satélites de 250 a 300 kilos, que observarán la Tierra desde una órbita polar.

Servidia explica que hoy en el mundo no existen lanzaderas para carga pequeña y esta debe ser llevada como complemento de misiones mayores y solo cuando hay cupo disponible. Por eso ellos trabajan para ser autónomos. "Con el desarrollo de vehículos propios se gana autonomía en cuanto a poder decidir cuándo lanzar y en qué orbita, en función de las necesidades propios", explica.

De hecho, aunque la lanzadera está siendo desarrollada para los satélites argentinos, no descarta que también puedan abrirse a cubrir las necesidades de otros países de la región que requieran del servicio.

El programa brasileño, con más de tres décadas de desarrollo, también ha avanzado con sus pruebas de cohetes aunque ha debido enfrentar una serie de accidentes, incluyendo la tragedia del 23 de agosto de 2003, cuando minutos antes de despegar el cohete VLS 1V03 se incendió y luego estalló en la plataforma de lanzamiento, lo que costó la vida a 21 personas.

Un tema de seguridad

A casi 13 años del desastre, los científicos brasileños todavía no han logrado remontar. En noviembre pasado, también pocos minutos antes del despegue desde el centro de lanzamiento de Alcántara (al norte de Brasil), el cohete VS40 M estalló, pero afortunadamente esta vez no produjo víctimas. Sí se perdieron importantes experimentos y marcó un nuevo retraso en su sueño de desarrollar una cohetería propia desde suelo local. No todas son malas noticias: su cohete suborbital VSB-30 ha conseguido lanzamientos exitosos, pero desde Suecia y Australia.

En Chile, en tanto, el desarrollo de la cohetería es incipiente y dos grupos universitarios, uno en la U. de Concepción y otro en la U. de Chile, hacen pruebas con prototipos pequeños, cuenta Mauricio Henríquez, ingeniero del laboratorio de estudios espaciales de la U. Austral, sede Puerto Montt. Reconoce que el mayor problema que enfrentan es el acceso a combustibles, porque por un tema de seguridad nacional es muy restringido. "Lamentablemente, un cohete es igual que una bomba, pero con la explosión controlada. De todas maneras, los materiales que salen del propulsor son altamente explosivos y requieren de muchas normas de seguridad".

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