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El gigante alemán insiste y ofrece una prima de casi 40%: US$ 62 mil millones

Los transgénicos, un problema que Bayer compra con Monsanto

martes, 24 de mayo de 2016

Jacob Bunge y Christopher Alessi
The Wall Street Journal Americas
El Mercurio

Las semillas modificadas pasan por largas evaluaciones regulatorias y sus derechos de propiedad intelectual han sido cuestionados en los países en desarrollo.



La oferta de Bayer AG para adquirir Monsanto Co. por US$ 62 mil millones en efectivo metería de lleno a la farmacéutica alemana en el lucrativo pero socialmente controvertido negocio de los cultivos transgénicos, al mismo tiempo que reduciría el peso de la división de salud en sus operaciones.

El precio que Bayer está dispuesta a pagar por Monsanto, de St. Louis, Missouri, representa una prima de 37% frente al cierre de la acción de la estadounidense el 9 de mayo, el día previo al envío de la propuesta de compra por escrito. Monsanto informó el lunes que su junta directiva estaba "revisando cuidadosamente" la propuesta. Los inversionistas de la estadounidense se mostraron receptivos, aunque esperan que la junta apunte a un precio más alto.

Bayer dijo que financiaría el acuerdo -el mayor esfuerzo de adquisición corporativo de una empresa alemana hasta la fecha- con una combinación de deuda y capital bursátil, incluyendo una venta de acciones por un monto equivalente a alrededor de 25% del valor total de la transacción. Eso significa que la compañía pondrá en marcha una ampliación de capital de unos US$ 15.400 millones, dijo el director financiero, Johannes Dietsch.

El acuerdo podría toparse con la oposición de los accionistas de Bayer, muchos de los cuales han expresado preocupación sobre si el alto nivel de deuda de la empresa le permitiría asumir una transacción de esa escala. "Estamos dispuestos a asumir un mayor nivel de deuda con un fuerte deseo de reducirlo posteriormente con fuertes flujos de caja", señaló Dietsch.

Monsanto, que desarrolla genes y los licencia a fabricantes de semillas rivales, es un proveedor dominante en un mercado valuado en miles de millones de dólares que ha transformado la agricultura en algunos países, pero que enfrenta desafíos comerciales y regulatorios.

Con la incorporación de Monsanto, la mayor compañía de semillas del mundo por ventas, los ingresos de Bayer por productos agrícolas representarían cerca de la mitad de su facturación total, estiman analistas.

De todas formas, muchos accionistas han invertido en Bayer principalmente por su negocio de cuidado de la salud y están menos familiarizados con la agricultura y los cultivos modificados genéticamente, dice Markus Manns, gestor de fondos de Union Investment, uno de los inversionistas en Bayer. "No estoy seguro de que estemos conformes con el cambio de enfoque", observa.

Los cultivos transgénicos -que por lo general consisten en incorporar a las plantas genes que les permiten sobrevivir a los herbicidas que eliminan malezas o desarrollar proteínas que repelen los insectos- están entre las tecnologías más rápidamente adoptadas de la historia, según los analistas.

Introducidas hace 20 años, tales semillas abarcan actualmente más de 90% de los cultivos de maíz, soya y algodón de Estados Unidos, y están arraigadas en los graneros de América del Sur, como la región de Mato Grosso en Brasil.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), la Organización Mundial de la Salud y la Comisión Europea han llegado a la conclusión de que los cultivos modificados genéticamente son igual de seguros de consumir que las variedades convencionales. Un reciente informe de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE.UU. los encuentra sanos y mayormente inocuos para el medio ambiente.

No obstante, las ventas mundiales de los cultivos biotecnológicos dejaron de crecer en los últimos años y la superficie sembrada en el mundo con esos cultivos se redujo el año pasado por primera vez desde 1996, cuando Monsanto sacó a la venta sus primeras semillas modificadas genéticamente.

Los grupos ecológicos han criticado el uso de cultivos transgénicos y han señalado que pueden dañar el medio ambiente. Las semillas modificadas deben pasar por largas evaluaciones regulatorias y sus derechos de propiedad intelectual han sido cuestionados en los países en desarrollo, lo que plantea problemas cada vez mayores para sus desarrolladores.

Desafíos para la compañía germana

En India, la empresa estadounidense está inmersa en una batalla en los tribunales contra el Ministerio de Agricultura para determinar cuánto pueden cobrar compañías como Monsanto por los genes de semillas que repelen los insectos, que saturan los campos de algodón del país.

En Argentina, Monsanto canceló la semana pasada sus planes para vender nuevas variedades de soya biotecnológica para la próxima siembra, después que el gobierno cuestionó un sistema de pruebas creado por la firma para garantizar que los agricultores paguen por los genes biotecnológicos. En EE.UU., su mayor mercado, Monsanto está en conversaciones con los principales comercializadores de granos después de que algunos de ellos, como Archer Daniels Midland Co. y Bunge Ltd., dijeron que no comprarían soya obtenida a partir de nuevas semillas de Monsanto.

Monsanto comenzó a vender esas semillas este año pese a no contar con la aprobación para exportar a la Unión Europea, un mercado clave para la soya estadounidense. Las empresas de granos temen perder ventas si los cultivos transgénicos no aprobados se meten en los buques con destino a Europa y son rechazados por las autoridades de importación.

"Este es un problema real y seguirá siendo un problema para esta tecnología, ya que los países continuarán examinando los temas de seguridad (alimentaria) a ritmos diferentes", dice Greg Jaffe, director de biotecnología del Centro para la Ciencia en el Interés Público.

Para algunos consumidores, los cultivos biotecnológicos siguen siendo polémicos. En Europa sólo se permite cultivar una variedad de maíz transgénico y en cantidades muy limitadas. Bayer alguna vez intentó introducirlos sin éxito.

En EE.UU., donde los cultivos genéticamente modificados están muy extendidos, sus críticos han realizado campañas estado por estado para etiquetar los alimentos transgénicos.

El papel de Monsanto como pionero de los cultivos biotecnológicos y su renuencia inicial a confrontar públicamente a sus detractores han fomentado una cierta desconfianza del público hacia la empresa, que normalmente se encuentra en la parte baja de la clasificación de reputación corporativa entre 100 empresas estadounidenses que realiza la firma Harris Poll.

Aun en el caso de que concretara la compra de Monsanto, vaticinan expertos, es improbable que Bayer vuelva a tratar de introducir los transgénicos en el mercado europeo. Peter Spengler, analista del alemán DZ Bank, asevera que la opinión pública de Alemania probablemente se opondrá al intento de compra de Monsanto, una empresa que, según él, tiene una "imagen muy negativa" en el país. Pero si la operación se concreta, el daño será de corto plazo, dice. "La capacidad de atención de la gente es corta", indica.

Admisión
Los cultivos transgénicos están entre las tecnologías más rápidamente adoptadas de la historia, según los analistas.

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