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Eduardo Lara Tapia no alcanzó a escapar y murió de un paro cardiorrespiratorio en el Hospital Van Buren:

Guardia que murió en incendio causado por turba había avisado que dejaba el edificio

domingo, 22 de mayo de 2016

MAURICIO SILVA
Nacional
El Mercurio

Encapuchados inutilizaron la cámara que vigilaba el recinto y testigos los vieron rociar un líquido y lanzar una molotov.



A las 10:50 de la mañana, el guardia Eduardo Lara Tapia (71 años, 3 hijos) llamó a las oficinas municipales de avenida Argentina avisando que dejaba el edificio donde están ubicadas las oficinas de los concejales y de la secretaría municipal, cuyo resguardo estaba a su cargo. Quien atendió el teléfono le escuchó comentar que el humo que despedía el fuego causado por los manifestantes ascendía hasta el segundo piso del vetusto recinto, en la esquina de las calles Las Heras y Pedro Montt, y eso le impedía permanecer en el lugar.

Fue la última noticia que se tuvo del vigilante, con 20 años de carrera en el municipio y descrito como alegre y que tomaba su trabajo con responsabilidad y disciplina. Lara debía dejar el edificio y refugiarse en las dependencias municipales centrales en avenida Condell, pero pasaban los minutos, no llegaba y no respondía los llamados.

A las 11:03 de la mañana, Bomberos fue alertado de la emergencia. En el primer ingreso, los equipos no hallaron a nadie entre el espeso humo. En un segundo ingreso, un voluntario dio con el hombre, que yacía inconsciente cerca de su escritorio.

Con síntomas de asfixia, fue trasladado a la Unidad de Emergencia del Hospital Van Buren, donde ingresó a las 11:43 horas. Veintiocho minutos después, tras fracasar los intentos por reanimarlo, falleció en el recinto asistencial y se convertía en la primera víctima fatal en disturbios por un 21 de mayo desde que Valparaíso es el escenario del mensaje presidencial. El reporte firmado por el médico Carlos Romero indica que la inhalación de monóxido de carbono le causó una insuficiencia respiratoria y un paro cardiorrespiratorio.

Su muerte caló profundo en el municipio. Lara era el primer rostro que atendía a las personas que iban a las oficinas de los concejales, con quienes además tenía una cercana relación. La tarde anterior, el concejal Marcelo Barraza había bromeado con él, preguntándole si descansaría en el feriado de ayer: "Me respondió 'no pues, concejal. Si debo cumplir mi deber como funcionario municipal'".

Sus compañeros de trabajo se preguntaban por qué, finalmente, no dejó el edificio, si incluso había una segunda vía de escape lateral. Algunos planteaban la teoría de que su disciplina extrema le habría hecho desistir de dejar abandonado el recinto a la turba.

La secretaria municipal, Mariela Valdés, visiblemente afectada, apuntó a una descoordinación comunal que habría impedido alertar a tiempo a Bomberos que en el edificio siniestrado seguía una persona adentro. "Los efectivos de Bomberos estaban convencidos de que no había nadie hasta que yo llegué", dijo. Recordó que para la alarma de tsunami de septiembre pasado, Lara se resistió a dejar ese mismo lugar, porque no recibía autorización superior.

En el municipio prevalece la tesis de que fue víctima de una violencia organizada y al caer desvanecido no pudo huir. A las 10:25 horas, la cámara de vigilancia ubicada justo frente al edificio se fue a negro, constatándose que sus cables eléctricos habían sido cortados. Algo similar pasó con la que está ubicada a una cuadra de ahí, en Pedro Montt con Carrera, y donde tuvo lugar el segundo incendio. Pero esta alcanzó a grabar a tres sujetos que sacaban alicates de sus mochilas.

Una vecina vio desde su departamento a la turba descerrajar la cortina metálica de la farmacia ubicada en el primer piso del recinto municipal. "Un encapuchado roció un líquido con un bidón. Después otro arrojó algo como una molotov", relató.

Carabinero
Casado con Irma Soto, Lara era padre de tres hijos, uno de ellos, carabinero.

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