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Hasta ahora el organismo se había enfocado principalmente en los indígenas:

Informe del INDH revela impactantes testimonios de víctimas de la violencia en La Araucanía

domingo, 22 de mayo de 2016

Marcelo Pinto E.
Reportajes
El Mercurio

Por primera vez, la entidad ahonda detalladamente en la situación de quienes sufren los ataques. Afectados hablan desde las estrategias hogareñas para proteger a los niños en las balaceras hasta el "miedo" de los carabineros.



Como en el resto del país, los niños de La Araucanía van a clases con uniforme. Pero en la llamada "zona roja" del conflicto indígena, algunos de ellos deben ponerse, además, un chaleco antibalas, frente al riesgo de sufrir un ataque camino de la escuela.

Lo dice un informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH). Organismo que por primera vez desde su creación, en 2010, analiza en detalle la situación de las víctimas "no indígenas" frente a la violencia que desde hace casi dos décadas golpea a esa parte del país.

"Mis hijos van con chaleco antibalas al colegio, porque el camino de nosotros tiene mucho bosque", se lee puntualmente en el reporte, aprobado por el consejo de la entidad el 28 de marzo pasado.

Hasta ahora, el INDH se había enfocado primordialmente en los mapuches. Como evidencian las intervenciones de algunos consejeros en las sesiones del organismo. O las acciones judiciales en favor de los indígenas (ver relacionado).

El contenido del documento se conoce en momentos en que los atentados arrecian en la zona: una vasta extensión que incluye a La Araucanía, así como el sur y el norte de las regiones del Biobío y de Los Ríos, respectivamente.

El caso de los niños que se enfundan en chalecos antibalas para ir a clases es apenas una de las manifestaciones del clima de temor que develan las víctimas en el estudio del INDH. Hablan igualmente del "miedo" de los carabineros frente a los violentistas. De jinetes que irrumpen de noche en los potreros para quemarlos "al galope". De la ansiedad que los hace levantarse hasta "seis veces" por la madrugada...

"Para ellos (los mapuches) es todo gratis"

El reporte se estructura sobre la base de testimonios recogidos en terreno durante 2014. El INDH hizo 11 entrevistas individuales o colectivas, tanto a víctimas como a entidades que los representan. En el grupo se cuentan propietarios agrícolas -grandes, medianos y pequeños- de Angol y de Ercilla (IX Región).

Ante el instituto, las personas reivindican su condición de dueños de las tierras, de contribuyentes y de "llevar generaciones viviendo" allí.

Sienten que están en una posición desventajosa frente a los indígenas. Y apuntan a una "discriminación": Para nosotros no hay ninguna ayuda (...) Para ellos (los mapuches) es todo gratis", se quejan en una parcela.

"Gente que no quiere hablar, porque se larga a llorar"

En medio de la violencia, advierten, existe el peligro de que algunas víctimas, cansadas de esperar, terminen buscando la justicia por sí mismas: "Hay gente que no quiere hablar porque se larga a llorar, (...) hay otras personas que lo único que quieren es meter bala".

Son especialmente críticos a la hora de evaluar la política estatal de entrega de tierras a los indígenas, a cargo de la Conadi. Principalmente, porque ven en ella una especie de círculo vicioso, en el que la cesión de predios incentivaría la violencia, en vez de aplacarla. "Estuvimos con una comunidad que nos dijo: 'Sí, nosotros estuvimos esperando 8 años hasta que nos aprobaron el campo, lo hicimos sin violencia, pero ya estábamos a punto de usar la violencia; si no, no se consigue nada' ", cuentan en la Sofo, entidad que aglutina a los agricultores de Temuco.

"Empezamos a ser los malos"

En la zona relacionan el inicio de la violencia con la entrada en vigencia de la Ley Indígena, a fines de 1993. Cuando se comienza a hablar de la "usurpación" de las tierras y de su "restitución": "Y empezamos a ser los malos de la película", se lamenta un agricultor.

El informe consigna testimonios de que incluso los propios indígenas "aconsejan" a los propietarios para que vendan sus predios: "(Llegan) dos personas mapuches en moto preguntando si vende, porque si no lo vende, después van a llegar otros melenudos, chascones, que son más violentos".

Pero lo que más inquieta a los entrevistados es la permanente inseguridad. De hecho, uno de ellos teme que los violentistas puedan incurrir en el secuestro. Su inquietud obedece a una experiencia personal. "Los gallos me llamaron y me dijeron 'oye, tu hija mayor no está en el colegio'. Me volví loco, llamé a todo el mundo. Me fui al colegio...". Al final, era solo una bravata.

"Dije: no me vuelven a pillar sin armas"

La amenaza de los atentados sume a familias completas en un estado de angustia. Una víctima cuenta que se levanta "cuatro veces todas las noches, o cinco o seis, apenas ladran los perros". Lo que forma parte de la anomalía en que están sumidos, como reflexionan en una parcela: "No es normal tener detallado lo que se va a hacer en caso de un ataque. Tú no le puedes decir a un niño de 9 años: 'Si llegan a tu casa, tú te metes al baño, porque en el baño hay cemento y si disparan no te llegan los disparos' ".

Esas estrategias de defensa surgen muchas veces después de haberse visto cara a cara con los extremistas. "Llegaron armados. Desde ese día dije: 'No me vuelven a pillar sin armas'. Ese mismo día me compré una escopeta", recuerda un "gran parcelero", como se lo identifica.

"Dos carabineros muertos de miedo, con balines de goma"

Ante el INDH, los entrevistados ahondan en el papel que cumple un tercer actor fundamental del conflicto: Carabineros.

De cara a los uniformados, hay una posición ambivalente. "Se acepta (que con su presencia) se siente más seguridad, pero por el otro lado se menciona que las parcelas con protección son más atacadas y que también se restringe la libertad y privacidad", como anota el informe.

Una de las entrevistadas se sincera: "Yo no quiero vivir con carabineros en casa, porque no corresponde (...) yo no voy a vivir con carabineros las 24 horas, porque es provocación, para ellos (los violentistas)".

En la zona, el INDH detectó una preocupación por el nivel de seguridad que pueden brindar efectivamente los carabineros, pues se percibe que están "sobrepasados".

Algunas de las víctimas aluden al "miedo" que tendrían los policías. "Sea en cuanto a las consecuencias profesionales o debido a las consecuencias físicas que pueden tener (poner en riesgo su vida)", se anota en el reporte.

La Asociación de Víctimas de la Violencia Rural (Avru) hace un análisis similar. Pues plantea que por disparar contra indígenas en medio de operativos, los carabineros han terminado enjuiciados o echados.

En una parcela lo resumen así ante el INDH: "Para ellos (los carabineros), la vida de un mapuche es sagrada, ellos mismos me han confesado: prefiero que mueran ustedes y no maten a un mapuche, porque saben los problemas que se les vienen".

Igual de directa es, según el reporte, la manera en que la Multigremial, principal gremio de la zona, explica lo que entiende por resguardo policial: "Son dos carabineros muertos de miedo con una escopeta de balines de goma".

Empobrecimiento: "Los gallos nos quemaban las siembras"

Pero la inseguridad de la que hablan las víctimas tiene también repercusiones en el plano de la subsistencia familiar.

El informe consigna el caso de unos parceleros que estuvieron dos años sin poder cultivar sus campos: "Los gallos no nos dejaban, porque nos quemaban las siembras".

Los afectados hablan derechamente de empobrecimiento. Porque al no trabajar sus tierras, pierden sus ingresos e incluso los "alimentos básicos" que esas mismas labores les proporcionaban.

Algunos tratan de resistir, pero al final el miedo les dobla la mano. El testimonio de un "gran parcelero", como lo identifica el informe, es elocuente: "Esa noche pasó un gallo a caballo, a todo galope por el potrero, quemando todo (...) Ahí tomamos la decisión con mi hermano de ir al banco, ver cuánto se debía y renegociar la deuda. Desde ahí no sembramos nada, nos quemaron la maquinaria, nos mataron creo que en total más de 400 vacas".

INDH pide defensa para víctimas sin recursos

Los testimonios reunidos permitieron al INDH formular algunas conclusiones. Una de ellas es que estas personas viven sumidas en una "sensación de abandono, frustración y desprotección".

Ante lo cual el informe recuerda que el organismo "ya ha remarcado la necesidad de un defensor para víctimas que carecen de recursos".

Hacia el final, la entidad se detiene en la "deuda del Estado de Chile" en el plano de la investigación y castigo de los ataques que se dan en la zona. Y exhorta a las autoridades para que inicien un "diálogo", tanto con los mapuches como con "la población no indígena".

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