miércoles, 18 de abril de 2007
Economía y Negocios, El Mercurio
Críticas al estilo de Velasco y una nueva estrategia opositora están entre los elementos tras el tropiezo del Gobierno.
1
Influencia de Andrés Velasco Parlamentarios, políticos y economistas coinciden en que el papel del ministro de Hacienda de un gobierno es el más estratégico. El poder de Andrés Velasco ha sobrepasado, además, su propio campo de acción y se extiende al político, como uno de los hombres de mayor confianza de la Presidenta Bachelet, lo que le ha generado roces con algunos dirigentes reacios a la política económica liberal impuesta.
2
Quiebre con parlamentarios Como una de las consecuencias de lo anterior, cada vez son más sonadas las quejas de los congresistas del oficialismo contra el ministro. Lo acusan de un estilo "arrogante" y de "poco diálogo".
3
Errores del Transantiago El impacto del Transantiago ha perjudicado la imagen general del Gobierno y fue el motivo principal del reciente cambio de gabinete. Este ajuste de ministros provocó molestia en los partidos oficialistas y dio espacio para que los parlamentarios más duros se atrevieran a cuestionar la conducción del Gobierno. En particular, uno de sus objetivos fue el titular de Hacienda, debido al papel que se le adjudica en la decisión de la Presidenta Michelle Bachelet de implementar el nuevo sistema a partir del 10 de febrero en vez de haberlo postergado.
4
Equipo político no pasa la prueba Aunque la responsabilidad política principal por sacar adelante este proyecto recayó en Hacienda, lo cierto es que el Gobierno como un todo se la jugó por su aprobación. De partida, fue la propia Presidenta Michelle Bachelet quien pidió los votos el jueves pasado, cuando salió a respaldar la gestión de Velasco. Pero durante estos días el ministro secretario general de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo, debió salir a demostrar su muñeca política y no logró convencer a senadores concertacionistas ni tampoco consiguió un pacto con la Alianza.
5
Alianza modifica estrategia Desde un principio, el Gobierno apostó al blindaje que el empresariado hizo sobre las propuestas económicas de Hacienda. Con ello, evaluaron en La Moneda, se aseguraban el apoyo de la Alianza. Pero ese plan falló, pues la oposición cambió de estrategia. La UDI y RN unieron el discurso para desmarcarse de las grandes empresas, mostrar su afinidad con los problemas de las pymes y dar una lección de independencia de las cúpulas gremiales. Además, aprovecharon la coyuntura para obligar al Gobierno a tener que negociar sus iniciativas con el bloque opositor, que así se muestra con propuestas concretas. De hecho, plantearon cuatro ideas en pro de las pymes: eliminar el impuesto de timbres y estampillas, que el pago de impuestos sea sobre utilidades retiradas y no reinvertidas; nuevos plazos de repactación de deudas tributarias y previsionales, y menores tasas de interés de castigo de la Tesorería.
Comente este artículo...
