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Entrevista a Karl-Theodor zu Guttenberg:

"Alemania se ha adaptado a los desafíos globales de forma creativa y tiene que volver a hacerlo"

sábado, 07 de mayo de 2016

Juan Pablo Toro V.
Internacional
El Mercurio

El ex ministro de Angela Merkel considera que la política de "puertas abiertas" para los inmigrantes fue demasiado intempestiva y afirma que su país está listo para comprometerse aún más en materia de seguridad internacional.



El barón Karl-Theodor Maria Nikolaus Johann Jakob Philipp Franz Joseph Sylvester Freiherr von und zu Guttenberg o sencillamente "KT", como le dicen sus cercanos, solía ser mencionado como una de las esperadas figuras de recambio de la política alemana.

Nombrado ministro de Finanzas y luego de Defensa, con solo 37 años, no fueron pocos los que vieron un delfín de la Canciller Angela Merkel. Pero en 2011 renunció al cargo, tras descubrirse que había plagiado párrafos de su tesis doctoral.

Entonces, se trasladó a Estados Unidos, donde escribió informes para el Center for Strategic and International Studies y columnas para The New York Times, en los cuales enfatizaba sus dos obsesiones: una relación transatlántica más estrecha y un mayor rol internacional de Alemania. Ahora hace parte del holding Mountain Partners, que administra un portafolio de US$ 200 millones de inversionistas suizos y alemanes, razón que lo trajo esta semana a Chile.

En medio de las turbulencias que enfrenta Alemania por la ola migratoria y los nuevos desafíos a la seguridad europea, el nombre de Zu Guttenberg ha vuelto a sonar.

Prestigiosos medios, como Financial Times y Der Spiegel, se están preguntando si llegó la hora del regreso de este aristocrático político, miembro de los demócratas cristianos bávaros y casado con una descendiente de Bismark. De esto, de Alemania y Europa habló Zu Guttenberg (44) con "El Mercurio".

-Tras la reunificación, Alemania logró consolidarse como un país rico, estable y pacífico. ¿Cree que esta historia de éxito puede ser puesta en peligro por la crisis de los refugiados? Su país recibió un millón de inmigrantes el año pasado.

"No veo en peligro la exitosa historia alemana. Pero estamos enfrentando una clase diferente de desafío, que no es comparable con otras olas migratorias que llegaron antes a Europa central, y que ofrece oportunidades y a la vez muchos esfuerzos demandantes, no solo de los alemanes, sino de todo el espectro político, que deben pensar sobre nuevas soluciones. Tanto a nivel europeo como de Alemania.

Creo también que esta historia exitosa tiene que ver con el hecho de que Alemania ha sido capaz de adaptarse a nuevos desafíos globales de una forma creativa. Hay que encontrar el camino para que el país lo vuelva a hacer".

-¿Cuál es su opinión acerca de la "política de puertas abiertas" de Merkel para los inmigrantes?

"Fue, para decirlo de forma moderada, una decisión muy sorprendente y atípica de ella. Parece que fue una decisión de último minuto, que vino muy rápido y no fue producto de una coordinación con otros socios europeos. Desde una perspectiva humanitaria es entendible. Pero es algo que necesita ser manejado y no puede ser decidido en una tarde y continuado al día siguiente.

Creo que ella también se vio sorprendida por la dimensión política que cobró esto las primeras semanas, cuando tras una luna de miel inicial empezó a haber un creciente sentimiento de incomodidad entre los alemanes.

Ella ya parece haber ajustado su posición en ciertos aspectos y será necesario que lo siga haciendo en los meses venideros. No se puede imponer una idea y esperar a que todos la sigan, como hemos visto con lo difícil que ha sido mantener en el mismo bote a sus propios socios de la coalición. Hoy, el bote se está sacudiendo, pero ella sigue siendo la capitana y tiene la energía y experiencia para llevarlo en la dirección correcta. Aunque es una tarea difícil".

-Más allá del drama humanitario, pareciera que la Unión Europea (UE) siempre va reaccionando de crisis en crisis. ¿Dónde está la falla en la política europea?

"Por un lado, la UE es una historia de éxito tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial. Por otro, es una historia de maniobras entre crisis y crisis, y de lidiar con el mito fundante de una 'Europa de iguales', lo cual nunca va a poder ser alcanzado. Hay niveles de desarrollo económico extremadamente distintos y a diferentes velocidades en la forma en que se crean las instituciones que nos mantienen unidos. Además, en la UE tenemos la tendencia a decir siempre que al final del día las crisis nos hacen más fuertes. Eso no tiene sentido.

En el último par de años no nos hemos vuelto una entidad más unida y en este momento, es más bien lo opuesto. Enfrentamos una enorme cantidad de 'desolidarización', de fragmentación, vemos intentos de algunos de los miembros más fuertes de la UE de dejar el bloque y el resurgimiento de nacionalismos. Estos son factores que no nos permiten decir las últimas crisis nos han vuelto más fuertes.

Y creo que no hemos sido exitosos a nivel político a la hora de redefinir la idea y narrativa de la UE para que la gente diga que esto es algo que debe ser apoyado. Las generaciones jóvenes toman por descontado logros fantásticos de la UE. Y no veo en un sentido emocional positivo la voluntad por luchar por estos logros. Al contrario, se ve un auge del populismo y la demagogia en países miembros tradicionales".

-¿En el caso de Alemania, por qué los líderes políticos todavía siguen creyendo que el peso económico del país es suficiente para jugar un papel en la política internacional? Hoy existen grandes amenazas que golpean en las puertas de Europa, y Alemania podría ser más activa.

"Tenemos una historia de ser muy contenidos cuando se trata de comprometerse internacionalmente, en especial en el plano militar, después de haber vivido algunos de los capítulos más oscuros de nuestra historia. Este guión, seguido tras las décadas que sucedieron a la Segunda Guerra Mundial, ha tenido un gran valor para Alemania, puesto que la restableció en el escenario internacional.

Habiendo dicho eso, creo que la 'diplomacia de la chequera', de la cual hemos sido acusados por muchos años, no es sustituto para el compromiso. Una de las cosas que tenemos que hacer es ser más precisos y abiertos sobre los notables cambios en nuestra política exterior y de seguridad que hemos hecho en los últimos 20 años.

Nos hemos comprometido en numerosas misiones. Somos el tercer contribuyente de tropas en Afganistán desde hace años. Hemos estado en el Congo, en Mali y en lugares que hacen preguntarse a los alemanes ¿qué hacemos ahí? Pero hay mucho que hacer con la reticencia que hay en Alemania para definir nuestros intereses nacionales, alineándolos con los intereses de seguridad.

Esto es históricamente entendible, pero a la vez anticuado. Lo que cada nación alrededor del globo debe hacer es decirse 'tenemos intereses nacionales, los que probablemente tendremos que defender fuera de nuestras fronteras'. No se trata solo de ser una alianza defensiva pegada a nuestras fronteras, porque las amenazas que enfrentamos hoy son asimétricas, emergen en los más remotos rincones del mundo y no podemos seguir con una actitud que diga que el trabajo sucio de la guerra será llevado a cabo por los estadounidenses y luego, probablemente, nos tocará hacer el trabajo de limpieza. Ciertamente, no es la solución, así es que tenemos que seguir avanzando".

-¿Cómo podría Alemania enterrar su cultura de reticencia? Quizás habrá que esperar al próximo ataque terrorista...

"Tenemos que incentivar la discusión a nivel doméstico. Enfrentar a la gente con la realidad de lo que hemos venido haciendo. Y luego enfrentarla con la clase de peligros, amenazas y desafíos que nos rodean, dejando en claro que la paciencia de otros para hacer cosas por nosotros, mientras seguimos discutiendo, es extremadamente limitada.

Además, hay que hacerles entender que nuestros intereses económicos están estrechamente ligados a nuestros intereses de seguridad. Hemos tenido un par de discusiones extrañas sobre la necesidad de combatir la piratería en el Cuerno de África o en el estrecho de Malacca. La gente dice, 'cómo pueden enviar los soldados a escenarios de guerra' y 'cómo se puede librar una guerra por nuestra economía'. No se trata de librar una guerra, sino de crear estabilidad para que las rutas del comercio global estén seguras, lo que se entrecruza con los intereses de nuestras compañías en casa y se traduce en puestos de trabajo.

También hay que incrustar esto dentro de estructuras multinacionales, como la UE y la OTAN, para plantear qué recursos necesitan y desafíos confrontan estas alianzas.

Esto es algo en lo que Alemania no puede agachar la cabeza y debe jugar un rol proactivo".

-Diferentes medios de comunicación especulan acerca de su regreso a la política contingente alemana. ¿Está listo?

"Algunos me han llamado y sigo diciéndoles que estoy muy contento con lo que hago ahora. Me cambié al sector privado. Tengo muchas responsabilidades con la gente y mi compañía.

Yo decidí meterme en política cuando era muy joven y he tenido la fortuna de aprender mucho de ese período, de mis errores, de los extremos con que me topé y me mantengo absolutamente interesado en seguir la política, pero en este momento no hay un camino para mí en la política".

''En la Unión Europea tenemos la tendencia a decir siempre que al final del día las crisis nos hacen más fuertes. Eso no tiene sentido".

''La 'diplomacia de la chequera', de la cual hemos ido acusados por muchos años, no es sustituto para el compromiso".

''Merkel ya parece haber ajustado su posición en ciertos aspectos (sobre la inmigración) y será necesario que lo siga haciendo en los meses venideros. No se puede imponer una idea y esperar a que todos la sigan, como hemos visto con lo difícil que ha sido mantener en el mismo bote a sus propios socios de la coalición".

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