Dos días después que Donald Trump prácticamente asegurara su nominación como el candidato del Partido Republicano a la Casa Blanca, ha estallado una verdadera rebelión al interior del Grand Old Party (GOP). Pesos pesados, entre los que se incluyen ex Presidentes de EE.UU., el presidente de la Cámara Baja, legisladores y donantes, han declinado públicamente apoyar al multimillonario. Incluso algunos manifestaron claramente su intención de votar por la demócrata Hillary Clinton, si llega como candidata a las elecciones del 8 de noviembre. Paul Ryan, quien como presidente de la Cámara de Representantes es el republicano con el cargo de mayor rango en la actualidad, dijo ayer a CNN que "simplemente aún no estoy listo" para respaldar al magnate. "Espero llegar a estarlo, eso quiero, pero creo que lo que se necesita es que unamos a este partido". A la resistencia de Ryan se sumó también el de los Bush, la dinastía republicana más prominente de Estados Unidos. Los ex presidentes George H. W. Bush (1989-1993) y George W. Bush (2001-2009) dieron a conocer su decisión a través de sus respectivos voceros. Según declararon al diario The Texas Tribune, ambos ex mandatarios tienen previsto "guardar silencio" durante la campaña. Serán las primeras elecciones presidenciales en las que los Bush no se involucren en la candidatura republicana desde que ambos dejaron su cargo. Por su lado, el ex candidato presidencial republicano 2012 Mitt Romney, quien desde el inicio de la campaña dijo que no votaría por Trump, no asistirá a la convención del partido a mediados de año donde se prevé que el magnate sea nombrado candidato, según dijo una fuente cercana al político. En el Congreso, algunos de sus miembros que se presentarán a las elecciones legislativas de noviembre, también se alejan de Trump por temor a que su imagen los perjudique en sus propias campañas. Es el caso del senador por Arizona y ex abanderado presidencial, John McCain. "Si Donald Trump es el candidato a la Presidencia, aquí en Arizona -con más del 30 % del electorado latino-, no tengo ninguna duda de que esto puede ser la carrera más complicada de mi vida", afirmó el senador. Y es que pese a tener la nominación prácticamente asegurada, Trump tiene un elevado grado de impopularidad, debido principalmente a que ha molestado a buena parte del electorado con sus comentarios sobre las mujeres, los mexicanos y los musulmanes. Dos tercios de los electores (65%) tiene una opinión desfavorable del multimillonario y solo un cuarto (24%) una opinión favorable, según un reciente sondeo de Wall Street Journal/NBC. "Su impopularidad es una de las razones de por qué tantos líderes republicanos están tan preocupados por la elección de noviembre. Y con toda razón, ya que con Trump como candidato se podrían reducir las mayorías republicanas en el Senado e incluso en la Cámara de Representantes", comenta a "El Mercurio" Mark A. Peterson, experto de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA). El académico agrega en todo caso que "tenemos muchos meses por delante ante esta candidatura y esta elección que no tienen precedentes en la historia moderna de Estados Unidos". Otro de los mayores críticos de Trump dentro de su partido es el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, para quien la candidatura de Trump destruirá a los republicanos. "Si nominamos a Trump, vamos a destruirnos... Y lo tendremos merecido", escribió el legislador en su cuenta oficial de Twitter. La falta de apoyo también podría afectar a las finanzas del futuro nominado republicano. Representantes de los hermanos Charles y David Koch, los multimillonarios industriales que ayudaron financieramente al surgimiento del Tea Party, advirtieron que no participarán para nada en la campaña presidencial, e incluso dejaron ver que podrían apoyar a Clinton. Bill Achtmeyer, el fundador de la consultora Parthenon Group, con sede en Boston, y quien ha donado 200.000 dólares a republicanos en la última década, también considera votar a Clinton. "Si puede moverse hacia el centro y pensar de forma tan creativa y reflexiva como su marido (...) Según lo que sé hoy, sería muy difícil para mí no votar por Hillary frente a lo que defiende Trump", dijo Achtmeyer. Pese a los esfuerzos que ahora está haciendo Trump para recomponer las relaciones con los dirigentes de su partido para avanzar en su carrera electoral, el panorama se le presenta difícil. "Llegar a la elección general con un partido republicano dividido le hace daño a su candidatura. Trump corre el riesgo de que muchos desencantados del establishment republicano se queden en casa el día de las elecciones o voten por Hillary Clinton. Como dice el refrán: Quien siembra vientos cosecha tempestades. Creo que Donald Trump herederá las tempestades el día de la elección", dice a este diario Thomas Whalen, profesor de la Boston University.