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Se realiza cuando las crías aún no pueden volar:

El anillamiento de flamencos permite comprender su particular forma de vida

jueves, 28 de abril de 2016

AMALIA TORRES
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Pueden viajar cientos de kilómetros en un día para encontrar comida y llegan a vivir hasta 25 años en libertad. La semana pasada se anillaron 444 flamencos andinos en el Salar de Atacama, el mayor sitio de nidificación de esta especie.



Hay que apagar el celular, no hacer movimientos bruscos ni vestirse con colores llamativos. Los flamencos se estresan tan fácilmente, que no seguir esas instrucciones puede provocar la muerte de alguno de los cerca de 800 ejemplares que descansan en la laguna Puilar, en el Salar de Atacama, ubicado a 2.300 metros sobre el nivel del mar.

Es la mañana de un jueves de abril, y en silencio, biólogos y guardaparques comienzan a rodear a la bandada. Pero al menor movimiento sospechoso, los adultos extienden sus alas rosadas y negras: escapan dejando atrás a las crías.

Los pollos nacidos en enero, con sus plumas aún grisáceas, intentarán volar sin éxito. También se quedará con ellos una nodriza, un flamenco adulto que está a cargo de cuidar a los pequeños y que no los abandonará en ningún momento. Ella también es la encargada de enseñarles a comer, porque los padres solo se hacen cargo de sus hijos durante las primeras semanas de vida.

Vulnerables

Luego de arrear a los pollos hasta un corral especialmente construido, comienza el anillamiento. Con cuidado se elige a las crías más grandes, y con guantes y mascarillas -para evitar contagiarles algún virus- les ponen un anillo de plástico en la pata derecha. En él están escritas cuatro letras que permitirán identificarlos durante toda su vida.

El anillamiento es una iniciativa conjunta de la Conaf, SQM y la comunidad indígena Toconao. "En 2012 se reactivó el anillamiento, y como empresa estamos contentos de haberlo retomado porque permite saber cómo se van moviendo y tenemos mayor claridad de cómo se comporta la población de flamencos", dice Ximena Aravena, jefa de medio ambiente de SQM.

El flamenco andino vive en la puna, entre Chile, Perú, Bolivia y Argentina, y a diferencia del chileno o del de James, su población es escasa. "El chileno y el de James sobrepasan los 200 mil ejemplares a nivel sudamericano, en cambio el andino no sobrepasa los 50 mil", dice Marcos Cortés, guardaparques de la Reserva Nacional Los Flamencos, donde se ubica la laguna Puilar.

En total son 444 las aves anilladas en esta actividad. Algunas son pesadas y a otras, investigadores de la UC y la U. de Chile, les sacan muestras de sangre para análisis posteriores.

"Se ha visto que hacen viajes diarios a forreajear a otras lagunas y después vuelven. Bolivia está a la vuelta de la esquina, atrás del Licancabur. Gracias a los anillos y a los arneses satelitales (otra forma de monitorearlos) implementados en el Salar de Atacama hemos pesquisado ejemplares en Paracas (Perú), a mil kilómetros al noreste, o en Mar Chiquita (Argentina), a mil kilómetros al este. El salar destaca por ser el punto medio entre esos dos extremos", dice Nelson Amado, encargado regional de biodiversidad de la Conaf de Antofagasta.

Estos datos también les han permitido saber que el mayor sitio de nidificación en Chile de esta especie es el Salar de Atacama, y que en libertad estas aves, consideradas vulnerables, pueden vivir hasta los 25 años, la mitad que en cautiverio.

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