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José Antonio Guzmán desclasifica episodios inéditos de su relación con el ex Mandatario:

Ex presidente de la CPC y su relación con Aylwin: "Él estaba seguro de que sin estabilidad económica el éxito de la transición sería muy difícil"

domingo, 24 de abril de 2016


Economía y Negocios Domingo
El Mercurio

Lo conoció en un almuerzo organizado por Manuel Feliú en el Banco Concepción, en 1989. Ninguno de los dos se restó de polemizar con el otro, pero el empresario destaca que se sintió respetado y escuchado por Patricio Aylwin. Valeria Ibarra



"Luego del plebiscito de octubre de 1988 y una vez que Patricio Aylwin se perfilaba como futuro Presidente, él mismo propició un acercamiento con el sector empresarial, convencido de que la transición a la democracia no iba a resultar exitosa si el país volvía a una incertidumbre económica. Así, en un almuerzo en el Banco Concepción, invitado por Manuel Feliú, es como yo conocí a Patricio Aylwin", rememora quien fuera presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) entre 1990 y 1996, José Antonio Guzmán.

En esos reservados encuentros, desde agosto a diciembre de ese crucial año, muchas figuras de la Concertación que después serían ministros -Enrique Silva Cimma, Alejandro Foxley, René Cortázar, René Abeliuk, entre otros- debatieron con el empresariado los temas más candentes: si se iba a mantener el modelo de libre mercado, cuál iba a ser el rol de la empresa privada, si el Banco Central iba a ser independiente, si habría apertura comercial, cómo se iba a derrotar la pobreza, cuál sería el gasto social. "Fue una transición a la transición", resume el empresario.

Manuel Feliú, a la sazón presidente de la CPC, delegó en Guzmán, entonces timonel de la Cámara Chilena de la Construcción, la realización de tales reuniones. "Ahí fuimos perdiendo el miedo, estas reuniones contribuyeron a disipar prejuicios y conjeturas", confidencia hoy este ex presidente de la multigremial. Guzmán -quien había optado por el "Sí" en el plebiscito y luego votó por Hernán Büchi en las elecciones presidenciales del 89- sí tenía aprensiones y no era el único. "Había la legítima duda de que si esta gente llegaba al gobierno iba a ser 'borrón y cuenta nueva'".

-¿Cómo se relacionaron usted y el empresariado con Patricio Aylwin?

"Era un hombre de fuertes convicciones políticas de centro-izquierda, de una clara predilección por el Estado y un profundo sentido social. Y su relación con los empresarios fue realista y se enmarca en un contexto muy preciso".

-¿Qué marcó esa relación?

"Él estaba absolutamente seguro de que sin estabilidad económica, el éxito de la transición política sería muy difícil, eso a pesar de que él no creía en el mercado".

"Lo segundo es que la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, que mostró el fracaso rotundo de los socialismos reales y casi coincidió con la elección presidencial, fue muy importante para moderar el discurso económico que traía la Concertación y tal vez el propio Presidente Aylwin. Era muy impresentable arrastrar a Chile en una dirección contraria hacia donde iba el mundo".

"Otro factor era que la economía chilena venía recuperándose tras la crisis del 82, el desempleo había disminuido y había un reconocimiento externo de que Chile lo estaba haciendo bien, y ese factor también pesó en esta relación".

"La globalización era un fenómeno que se estaba manifestando y era muy difícil abstraerse de ello. El equipo económico sabía que como el tamaño de la economía chilena era pequeño, no había ninguna posibilidad de un desarrollo hacia adentro".

-¿Disipó sus dudas cuando Aylwin presentó a su equipo económico?

"Dio mayor tranquilidad. Primero, porque habíamos tenido este ciclo de reuniones; y segundo, eran personas de reconocida prudencia, no había ningún personaje que exacerbara la situación. En enero de 1990, Aylwin instruyó nuevas reuniones de la CPC y los gremios con su equipo económico para entrar al "área chica" de algunas políticas de su programa: reformas laboral y tributaria, manejo macro e inserción internacional".

-¿Qué tan duro fue negociar la reforma laboral?

"Las conversaciones se iniciaron en noviembre de 1989, antes del triunfo electoral de Aylwin. La encabezaba el asesor laboral de la CUT y después ministro del Trabajo, René Cortázar, junto a la CPC y la CUT, en manos de Manuel Feliú y Manuel Bustos, respectivamente. Ellos firmaron en mayo de 1990 un acuerdo marco que incluía reconocer el rol del mercado en la economía, el rol de la empresa como motor de desarrollo y el compromiso con el crecimiento económico como factor de progreso, entre otras cosas".

"Ese acuerdo fue muy criticado dentro de la Concertación, que acusaron a la CUT de claudicar en sus principios".

-¿Y acaso no lo era?

"No, porque el acuerdo también reconocía que el desarrollo debía ser con equidad y la negociación colectiva. Había ahí un reconocimiento de la realidad del momento y una pauta básica para facilitar los acuerdos, de hecho después sirvió para negociar el salario mínimo. Ese acuerdo marco facilitó la discusión y la aprobación de la reforma laboral, el proyecto se moderó en muchos aspectos, pese a que el sector empresarial consideró que introducía inflexibilidad al mercado laboral y encarecía fuertemente los costos de los despidos".

"Existía una buena disposición de los empresarios y trabajadores de conversar y de buscar acuerdos. A esa altura del partido ya la gente estaba harta del conflicto y la polarización. Esa disposición fue recogida por Patricio Aylwin".

"Manuel Bustos estaba convencido de la importancia de la estabilidad económica para el país y tenía una buena relación con Manuel Feliú, que lo fue a ver cuando estaba relegado, antes de la elección presidencial (de 1989)".

-Usted negoció el salario mínimo. ¿También costó?

"Nos pusimos de acuerdo en varias ocasiones, pero pasó algo muy curioso. En una ocasión yo dije un valor que me pareció apropiado de salario mínimo por la prensa y me llamó un ministro, no diré quién, para decirme que me estaba poniendo demasiado generoso".

-Dado el clima de diálogo, ¿fue fácil sacar la reforma tributaria en 1990?

"No, fue más duro. En 1990 el país iniciaba su recuperación después de la crisis del año 80, el desempleo se había reducido de casi el 25%, pero había mucho subempleo; la economía crecía pero había signos de recalentamiento; la inflación tendía a desbordarse en ese primer año del gobierno de Aylwin y los indicadores de pobreza eran altísimos, de más de 35%. Se hacía necesario hacer un ajuste, so riesgo de provocar desequilibrios macroeconómicos importantes".

"El Presidente Aylwin se había comprometido con el electorado a reducir la deuda social en vivienda, salud y educación, lo cual implicaba subir los impuestos. La propuesta de reforma tributaria generó un duro rechazo del sector empresarial por su magnitud e incoherencia, con el propósito de dar al sector privado un rol protagónico en la economía. Pero estas aprensiones no fueron recogidas en el Congreso".

El aumento de impuestos fue de 10% a 15% y se cambió la base de cálculo (de utilidades retiradas a devengadas), así como un aumento del IVA de 16% a 18% en forma transitoria.

"En 1993, cuando vencía el plazo de algunas alzas de esta reforma (había un compromiso para que bajaran en esa fecha), se volvió a suscitar una controversia. Ese acuerdo se firmó en mi casa: en un piso estaba Foxley con el subsecretario Manuel Marfán, y en el otro piso, los senadores (Andrés) Allamand y (Francisco) Prat. Yo me movía entre uno y otro piso con la postura del sector empresarial, hasta que se llegó a un acuerdo".

-Aylwin acuñó la frase "el mercado es cruel". ¿Cómo reaccionó cuando la escuchó?

"No me extrañó nada, porque era muy coherente con su forma de ver las cosas. Esa frase lo retrataba de cuerpo entero y además obedecía a hechos reales, a tribulaciones que pasaba mucha gente. Pero entonces le repliqué que más cruel era no tener empleo y hacer cola para conseguir alimentos. Leí que Alejandro Foxley le dijo, a propósito de esa frase, que la política era más cruel que el mercado".

-¿Cómo era la relación del ex Presidente con grandes empresarios: Luksic, Angelini, Matte...?

"No sé si mantenían relaciones a nivel personal, probablemente en algunos casos sí".

-¿Con Anacleto Angelini?

"Probablemente sí. Esos grandes empresarios respaldaron plenamente a la CPC en el manejo que tenía con el Gobierno, lo cual no es menor, porque en algunos casos estos grandes empresarios discrepan de los gremios, como ocurrió más tarde".

-¿Cuáles fueron los mejores ministros de Aylwin y cuáles los peores ?

"Prefiero referirme a los buenos... Alejandro Foxley en Hacienda, con quien tuve muchas discrepancias públicas, pero siempre conversamos y nos escuchamos. René Cortázar en Trabajo; José Pablo Arellano, como director de Presupuesto; Carlos Ominami, que fue un gran articulador de la inserción de los empresarios chilenos en el exterior. También Ricardo Lagos, que fue ministro de Educación y quien desde el principio tuvo mucha relación con la CPC porque reconocía el rol importante del sector privado en el mejoramiento de la educación".

"En Obras Públicas, Carlos Hurtado fue el gran artífice de las concesiones. En Vivienda, Alberto Etchegaray se procupó de la vivienda social".

-Usted es bien frontal. ¿Tuvo desencuentros con los ministros de Aylwin o con él mismo?

"No, porque me sentí respetado, y de hecho la relación con el Presidente Aylwin fue de mucha deferencia. Aparte del reconocimiento que le hago a su honestidad, integridad, su austeridad, él fue una persona muy deferente conmigo, pese a que yo expresaba públicamente mis opiniones. En la Enade de 1991 tuvimos una discrepancia fuerte: yo dije una cosa y él inmediatamente me replicó, no se contuvo".

"El gobierno de Aylwin fue una etapa fructífera para Chile, no solo en el aspecto político, sino también en lo económico".

"Refrendó que sin crecimiento no hay equidad posible, no se puede distribuir riqueza si no se genera, cosa que el actual gobierno ni lo ve ni lo vio así".

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