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Varios afectados crearon un grupo en Whatsapp y coordinan con abogados acciones legales:

Afectados por Alberto Chang cuentan cómo y por qué decidieron invertir en su empresa

domingo, 17 de abril de 2016


Economía y Negocios Domingo
El Mercurio

Experto en derecho financiero estima que se trata de una organización que, a pesar de su apariencia legal, tiene un modo de operar que vulnera la Ley de Mercado de Valores y evita la sujeción a la Superintendencia de Valores y Seguros, en la que por número de clientes y patrimonio administrado debió estar inscrita y por la cual debió ser fiscalizada. María de los Ángeles Naudón



Una visita fortuita a las oficinas de Onix Capital S.A. -sociedad de propiedad de Alberto Chang y que captaba los fondos que después se invertían en empresas del Grupo Arcano- fue el inicio de la tragedia por la que hoy atraviesa Andrea (43 años, divorciada, dos hijos), quien invirtió los $98 millones que recibió como herencia tras la muerte de una tía, y que constituían su único patrimonio.

Pidiendo resguardar su identidad por temor a lo que pueda suceder, cuenta que corría agosto de 2015 cuando llegó hasta el edificio en el sector San Damián, donde funcionaba la empresa, solo para hacerle un trámite a una hermana que tenía invertido parte de sus ahorros ahí. "Me llamó la atención la elegancia y la amabilidad de la gente. Todo se veía de primer nivel", comenta, y agrega: "Nada, pero nada hacía pensar que se tratara de algo irregular".

Las oficinas en el edificio en Las Condes y la elegancia de las ejecutivas captadoras eran parte de la estrategia de la gerencia para atraer inversionistas. De hecho, en un instructivo interno -que dio a conocer Qué Pasa online -, una alta ejecutiva del grupo recomendaba a las captadoras traer a los potenciales inversionistas a sus instalaciones, "porque dan la sensación de un grupo serio y solvente".

Fue tal la buena impresión que le causaron el lugar y los ejecutivos a Andrea, que de inmediato pidió una reunión para estudiar la posibilidad de invertir con Onix el dinero que había recibido y que necesitaba administrar cuidadosamente, porque llevaba seis meses sin trabajo, y ya había consumido gran parte de sus ahorros.

Fueron cuatro las reuniones antes de tomar la decisión; todas ellas, muy formales y con respuestas claras y precisas para todas sus interrogantes. "Fueron extremadamente convincentes", recuerda.

Le prometieron un 1,5% de interés mensual y le explicaron que ello era posible porque Onix invertía en empresas que pertenecían a Grupo Arcano (del mismo dueño), y al no haber intermediarios, se ahorraban comisiones y otros gastos. Además, su dinero también se invertiría en compañías internacionales con un portafolio diversificado de empresas de alta rentabilidad como Uber, Snapchat y otras, le dijeron.

Convencida de estar dando un buen paso, Andrea invirtió $63 millones con retorno entregable a un año plazo y $35 millones con pago de interés mensual: $525 mil que le aliviaban su vida diaria. Este monto lo dejó de recibir por primera vez este mes.

Una situación similar vivió Ignacio (32 años, soltero, un hijo), quien también solicitó resguardar su identidad. Cuenta que invirtió en dos oportunidades cerca del 75% de sus ahorros. La primera vez fue en 2014, y la ganancia la recibió puntualmente al año siguiente. Con ese referente, y el de familiares cercanos a Onix que habían invertido, el año pasado decidió ir por más: invirtió $10 millones, con la promesa de un interés mensual de 1,3%, que se pagó a tiempo hasta marzo de este año.

A él incluso le ofrecieron incorporarse al equipo como captador, le prometieron un sueldo de $1,5 millones líquido mensuales, más comisiones, con jornada de medio día. Para ello, primero debía captar a lo menos $300 millones en inversiones.

En ambos casos, tras firmar el pagaré que cerró el acuerdo, nunca más recibieron documentación oficial de Onix sobre, por ejemplo, en qué empresas se estaba invirtiendo su dinero. Pero el interés pactado se les depositaba mensualmente. Eso sí, coinciden los testimonios, tampoco recibían ningún tipo de documento que acreditara este pago.

"Conocía el portafolio de compañías en las que ellos decían invertir, pero nunca tuve el detalle de en cuáles o dónde estaba específicamente mi plata, ni si esas inversiones habían obtenido las ganancias esperadas", cuenta Ignacio.

Cláusula de salida

Hoy, mirando hacia atrás, estos inversionistas se dan cuenta de que hay detalles que podrían haber levantado sus alarmas. Por ejemplo, en el brochure de inversión que les presentaban -además de enumerar las empresas donde podrían invertir su dinero-, se agregaba al final una página titulada Disclaimer (renuncia). En ella informaban que la presentación que tienen en la mano es "solo para fines informativos" y advierten que los interesados deberían realizar su propia investigación y análisis de la Sociedad y de los datos consignados en el brochure .

"Grupo Arcano no formula ninguna declaración o garantía sobre la exactitud o exhaustividad de esta información y no tendrá responsabilidad alguna por cualquier declaración explícita o implícita respecto de la información contenida (...) o cualquier comunicación escrita o verbal transmitida a quien la reciba en el curso de su evaluación de la sociedad y de sus inversiones", dice el Disclaimer .

"Te podían decir cualquier cosa, y después no era", comenta un inversionista.

Aunque pidió asesoría de un abogado, y a pesar de lo serio que se veía todo, mirando hacia atrás, Andrea se da cuenta hoy de un tema que debió haberla alertado: la poca claridad respecto de la posibilidad de retirar los fondos invertidos antes del plazo estipulado (de mínimo un año). "No había una regla clara; te decían que "en casos especiales" ellos te devolverían tu dinero antes del plazo acordado", recuerda, y agrega que era la empresa la que decidía qué caso se consideraba especial.

De ello da fe Paula (38 años, casada, una hija), quien luego de varias reuniones con ejecutivos de Onix, finalmente decidió no invertir ahí sus ahorros. "Me pareció extraño que la cláusula de salida fuera tan arbitraria; me hizo dudar".

De hecho, cuando en la prensa comenzaron a salir los primeros indicios de problemas con Onix y su fundador, Alberto Chang, Andrea se apersonó en las oficinas de la empresa y le pidió a su ejecutiva retirar su inversión. Esta se negó, le dijo que había cuentas congeladas por el revuelo mediático que había generado el caso y que su inversión aún no cumplía el plazo estipulado. Apeló entonces al concepto de "situación especial", pero tampoco hubo una respuesta positiva.

Luego de esa reunión, no ha vuelto a tener comunicación formal con Onix, no ha recibido ninguna explicación o promesa de pago y, al igual que otros afectados, solo sabe aquello que se publica en los medios.

Por ello, se ha unido con varios afectados, quienes se comunican a través de un grupo de WhatsApp, y por estos días coordinan con sus abogados las acciones legales a tomar. Aunque sin mucha esperanza: "Todos nos han dicho que recuperar nuestra plata es prácticamente imposible", dice.

¿Y el rol de la autoridad?

Más allá de reconocer que pudieron haberse informado mejor o sospechado de rentabilidades tan por sobre las del sistema financiero formal, lo que Carolina e Ignacio se preguntan es cómo es posible que una empresa con más de 800 clientes y que a lo menos administraba fondos de terceros por US$ 100 millones podía pasar tan inadvertida a ojos de la autoridad.

Al respecto, el abogado Cristián Fabres, socio de RiedFabres y experto en derecho financiero, explica que hace poco más de dos años entró en vigencia la "Ley Única de Fondos", que regula la administración de carteras de terceros, cosa que antes no era regulada en Chile, a diferencia de la gran mayoría de las jurisdicciones internacionales.

Esa ley estableció un umbral de 50 entidades o clientes que no sean integrantes de una misma familia o de 500 o más clientes, a los que se les administre al menos 10 mil UF, a partir del cual existe la obligación legal de registrarse en el Registro Único de Administración de Carteras de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), quedando sujeto a fiscalización por parte de esa entidad.

¿Qué pasó entonces con Onix y Grupo Arcano, que claramente superaban la cantidad de clientes y de fondos establecidos en la ley y no estaban registrados ni fiscalizados? Para Fabres, se trata de un caso donde se monta un sistema que a pesar de su aparente legalidad, en la práctica opera de manera que le permite no cumplir con la Ley de Mercado de Valores y evitar la sujeción a los fiscalizadores. "Se pueden montar distintas figuras; por ejemplo, le puedes vender un producto a un cliente, pero no hacerle firmar un mandato, con lo cual puedes decir en el papel que no le administras sus fondos, cuando en la práctica sí lo haces", explica a modo de ejemplo, y agrega que existen otras formas de burlar los controles y la normativa, como es el caso de la oferta pública de valores no inscritos. Con ese tipo de artilugios operaba la empresa de Chang, estima.

Por ello, el abogado recomienda invertir solo en el mercado financiero formal, que si bien puede ofrecer rentabilidades más bajas, tiene respaldo, es regulado, y debe cumplir altos estándares en materia de garantías, solvencia y management , entre otros.

Cuando se sale del mercado financiero formal se corre el riesgo de caer en casos como el de Onix, a cuyos afectados Fabres les ve escasas posibilidades de recuperar el dinero invertido. "Podrían incluso tener una sentencia favorable, pero el asunto de fondo es si la empresa tiene bienes para responder en Chile", explica. Y prosigue diciendo que si los fondos están fuera del país, es posible solicitar que la sentencia se ejecute en otras naciones, pero ese es un proceso largo y caro, que probablemente no valga la pena llevar a cabo en la mayoría de los casos.

INVERSORES RECONOCEN que hubo detalles que pudieron haberlos alertado. Por ejemplo, un acápite del brochure de la firma, en que se explicitaba que "Grupo Arcano no formula ninguna declaración o garantía sobre la exactitud o exhaustividad de esta información".

INVERSIONISTAS DE ONIX cuentan que tras firmar el pagaré, nunca más recibían documentación sobre las inversiones de la firma.

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