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El documento será entregado pocos días antes del plazo final:

Los temas que preocupan a Chile ad portas de presentar su contramemoria

domingo, 10 de abril de 2016

Matías Bakit R.
Reportajes
El Mercurio

Documento contendrá correcciones a errores históricos de Bolivia, y ahondará en cuatro momentos específicos -los acuerdos de Charaña, las notas de 1950, el acta de 1920 y la agenda de los 13 puntos- para descartar la pretendida "obligación de negociar". Mientras, el nuevo viaje de Evo al Vaticano y el debate en el país por el Pacto de Bogotá inquietan a la Cancillería.



C uando en mayo el equipo chileno a cargo de la defensa ante La Haya por la demanda marítima de Bolivia se reúna nuevamente en París, la contramemoria nacional estará casi lista, faltando solo revisiones específicas.

Es que ya desde hace algunas semanas los contenidos del documento están totalmente definidos, incluyendo gran parte de la estructura y los temas que se tratarán.

En esta línea, fuentes de gobierno confirman a "El Mercurio" que la contramemoria -que se debe presentar ante la Corte Internacional de Justicia a más tardar el 25 de julio- constará básicamente de tres elementos: una introducción potente, el desarrollo de los argumentos jurídicos del país y un recorrido y aclaración desde varias perspectivas de los principales episodios a partir de las cuales Bolivia ha intentado fundamentar la supuesta "obligación de negociar" que, según alega, tendría Chile.

Decisión tomada: no dejar pasar falacias históricas

Un punto importante del contenido serán los argumentos históricos. La decisión adoptada es abordar el asunto en la introducción del documento. La idea del equipo es que -independientemente de la incidencia que pueda o no tener el tema en el juicio- el país no puede dejar pasar falacias de Bolivia o imprecisiones del propio tribunal, como por ejemplo las contenidas en el fallo preliminar de septiembre, que tergiversó el origen de la Guerra del Pacífico.

Asimismo, los anexos del documento ahondarán en puntos más específicos.

Parte central de la contramemoria se destinará, en tanto, a revisar cuatro momentos específicos resaltados por Bolivia para sustentar su demanda y respecto de los cuales se analizará por qué no puede desprenderse de ellos la alegada "obligación de negociar".

El más importante de todos es el proceso de Charaña de 1975, dado que es el único caso en que Chile y Bolivia se sentaron efectivamente a negociar un corredor soberano al océano Pacífico al norte de Arica. Acá se explicará cómo la oposición de Perú a las tratativas y el posterior desconocimiento de Bolivia de la condición fundamental de negociar un canje territorial hicieron fracasar esa negociación. Se hará notar que incluso Chile nombró a un representante especial -Enrique Bernstein- para dar impulso al tema pero que Bolivia no lo hizo, por lo que mal podría desprenderse de este episodio obligación alguna para nuestro país.

Otro punto relevante será el tratamiento del intercambio de notas de 1950, en las que se consideró la posibilidad de dar a la nación altiplánica una franja de terreno a cambio de la utilización de aguas del lago Titicaca. Chile argumentaría que estas comunicaciones no constituyeron un acuerdo formal y que las tratativas fracasaron debido a la oposición interna de Bolivia y Perú (también dueño de las aguas del lago) al canje.

Igualmente se abordará el Acta Protocolizada de 1920, en la que Chile establece "el mayor deseo de procurar un acuerdo que le permita a Bolivia obtener una salida al mar". Si bien en el texto se habla de la posibilidad de una salida en el límite norte del país, se especifica que esto dependería del proceso plebiscitario que Chile y Perú llevarían a cabo por los territorios de Tacna y Arica, que finalmente no se realizó. Por el contrario, ambas naciones se repartieron las ciudades y establecieron que Lima debía ser consultada ante cualquier intento de ceder territorio que antes le perteneció.

El otro hito que será abordado en profundidad por Chile será la Agenda de los 13 puntos, impulsada en el primer gobierno de la Presidenta Bachelet; aunque en esta se incluyó el tema del mar, nunca se habló de soberanía. La agenda fracasó en 2011, luego de que el Presidente Evo Morales anunciara la demanda en La Haya.

El cronograma que se viene

Si bien la respuesta ya está casi lista, en el Gobierno descartan que su entrega a La Haya se adelante mucho. Por el contrario, en el afán de revisarla bien, lo más probable es que Chile lleve el documento al Palacio de La Paz solo un par de días antes del plazo final.

Luego de esto, se cree que Bolivia optaría por hacer uso de la posibilidad de replicar, para lo que pediría un plazo amplio de aproximadamente seis meses. Chile después solicitaría un tiempo similar para su dúplica.

Los focos de preocupación

En el equipo chileno hay optimismo sobre el futuro del juicio, puesto que se considera que los argumentos vertidos en la respuesta escrita serán sólidos. Y pese a que se reconoce que hay enojo con Palacio Quemado por los permanentes ataques de las últimas semanas -manifestados en la amenaza de una nueva demanda, esta vez por el uso de las aguas del Silala-, en el Gobierno se los atribuye a la delicada situación política por la que atraviesa Evo Morales, que ha generado además un quiebre en la unidad del equipo boliviano a cargo de la demanda.

Por otro lado, en el equipo chileno existe el convencimiento de que las declaraciones bolivianas le están haciendo mucho daño a su demanda. Esto, considerando todas las encuestas que muestran que cada vez son más los chilenos que no quieren dar ningún beneficio al país vecino. "Bolivia es su principal enemigo", es una frase que se repite y que también se hace ver en el extranjero.

Un punto que sí inquieta fuertemente al Gobierno es que la agresividad boliviana aliente aún más a quienes en Chile piden el retiro del Pacto de Bogotá, medida por ahora descartada. Frente a tales voces (cuyo respaldo en la opinión pública es alto, según reveló la encuesta UDD publicada por "El Mercurio" la semana pasada, donde el 73% se mostró partidario de revisar el tema), el argumento es que, de retirarse, Chile arriesgaría su reputación de país dialogante e iría contra su propia tradición. Aún más, en Cancillería se cree que uno de los objetivos de Palacio Quemado podría ser precisamente el de que Chile se retire del convenio, por los eventuales costos de imagen que supondría y por el efecto en la propia Corte: según estudios que han hecho en el equipo, la mayoría de los países que toman esa decisión con un juicio en curso han terminado perdiéndolo.

Otro punto que preocupa al Gobierno es la visita que Evo Morales realizará al Vaticano a fines de la próxima semana, con motivo de una cumbre de movimientos sociales, lo que le dará la oportunidad de volver a hablar con el Papa Francisco. En el Ejecutivo se cree que -pese a que la neutralidad de la diplomacia vaticana a este respecto estaría garantizada- el Mandatario boliviano ha logrado establecer lazos con miembros del entorno más cercano al Pontífice (aquel integrado mayoritariamente por otros argentinos), aprovechándolos para plantear su demanda marítima. El problema es que Chile no ha logrado el mismo acceso, teniendo una relación, según expertos, mucho más protocolar.

Por esto, el Vaticano es considerado uno de los pocos lugares de importancia donde el mensaje chileno no ha podido alcanzar el mismo nivel de penetración que el boliviano. Por lo mismo, muchos en el mundo diplomático no descartan la posibilidad de un cambio de embajador ante la Santa Sede.

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