Dólar Obs: $ 948,61 | -0,72% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.237,20
IPC: 0,40%


Listo para un nuevo ciclo

sábado, 09 de abril de 2016


Decoración
El Mercurio

Moderno y funcional es este dúplex ubicado en Lo Curro. Hace poco fue remodelado y decorado por las socias de Estudio Fernández Larraín, quienes literalmente lo desvistieron para que contara con recintos mejor conectados, fuera más luminoso y tuviera otra energía.



Loreto Fernández y Alejandra Larraín son arquitectas de la Universidad Finis Terrae. Pertenecen a diferentes generaciones, pero tienen una visión común de cómo abordar y ejercer su profesión. "Lo fundamental es que la arquitectura naturalmente contribuya a mejorar la calidad de vida de las personas; eso es prioritario, incluso por sobre optimizar y armonizar estéticamente los espacios", dicen las socias de Estudio Fernández Larraín, firma que crearon a fines de 2012, luego de trabajar en la oficina del arquitecto y decorador Sergio Echeverría, donde participaron en el interiorismo de varios restoranes y hoteles como W Santiago y Westin Lima.

Sobre este proyecto, que llegó a sus manos a través de un conocido, cuentan que surgió como un encargo atípico, ya que los clientes primero pidieron que les ayudaran a encontrar una casa o departamento grande, en el sector oriente, y con acceso expedito a las autopistas para que estuviera muy bien conectado. Podía ser nueva o usada para remodelar. "Es una pareja que estaba a punto de partir a Estados Unidos a estudiar, pero necesitaban dejar una propiedad armada en Santiago porque él tiene cinco hijos, razón por la cual eventualmente podrían estar yendo y viniendo", cuenta Loreto Fernández.

Al principio hicieron un poco el trabajo de un corredor de propiedades. Les presentaron varias alternativas, y todos coincidieron en quedarse con esta, un departamento de dos pisos en Lo Curro, que visualizaron como un muy buen desafío porque tenía espacios oscuros y muy contenidos, sin buena conexión entre sí. "Ellos pueden estar en un primer piso cómodo y solo habilitar el segundo cuando sea necesario. Además, cuenta con jardín, piscina y grandes terrazas en ambos niveles. Más bien parece una casa", comenta Alejandra Larraín.

Como el departamento ocupa el cuarto y último piso de un edificio de cinco (construido en 2002), las arquitectas pudieron ampliar algunos recintos como el baño principal, botaron un par de tabiques y construyeron otros, levantaron el cielo en el área de servicio y prácticamente sacaron todas las terminaciones interiores. "Pudimos abrir espacios al exterior y jugar con la estructura porque sabíamos que esta soportaría los cambios que realizamos", explican Loreto y Alejandra, quienes armaron una caja en blanco, es decir, desvistieron el departamento para luego volver a vestirlo. Por ejemplo, rehicieron la cocina, pusieron pisos de porcelanato y encina rústica en todo el primer piso, modificaron la baranda de la escalera, cambiaron las ventanas de aluminio por termopaneles y pintaron todos los muros grises, dejando blancos los cielos, guardapolvos y marcos de vanos. Eso, junto con rediseñar la iluminación y el paisajismo con equipos de profesionales especializados en esas materias.

En definitiva, establecieron una base neutra, combinando maderas y tonos grafito, para luego sumar mobiliario de líneas contemporáneas en cada uno de los recintos y dar toques de color acotados, a través de la decoración, en ciertos ambientes. Así, revistieron el respaldo de algunas sillas del comedor con una gamuza amarilla, pusieron otras de ese color en una de las salas de estar e incorporaron objetos decorativos naranja en el living. Tanto la suite matrimonial como la pieza de una de las hijas tienen notas en la gama de los azules. "Partimos de cero porque la idea es que el departamento tuviera un nuevo carácter, otra energía", opinan Loreto Fernández y Alejandra Larraín (www.fernandezlarrain.cl).

Texto, Jimena Silva Cubillos. Producción, Carolina Ovalle N. Fotografías, Viviana Morales R.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia