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Abraham Skorka:

El amigo rabino del Papa Francisco desclasifica sus diálogos poscónclave

domingo, 03 de abril de 2016

Mariela Herrera Muzio
Reportajes
El Mercurio

Cultivan una amistad de 25 años, ambos escribieron el libro "Sobre el cielo y la tierra" y mantienen un contacto fluido a pesar de que uno está en el Vaticano y el otro en Buenos Aires. También lo acompañó en una de sus iniciativas más emblemáticas: la peregrinación a Tierra Santa.



"H abla Bergoglio". Esas dos palabras escuchó en su celular el rabino Abraham Skorka mientras caminaba por Buenos Aires a mediados de marzo de 2013. El rector del Seminario Rabínico Latinoamericano se alegró por la llamada de su amigo Jorge Mario Bergoglio, que pocos días atrás había sido elegido sucesor de Benedicto XVI. No esperaba conversar con él, pues al día siguiente asumiría como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. "Hola querido amigo", le respondió el rabino. Y desde el Vaticano, el nuevo Papa, con su típico tono medio en broma, medio en serio, le dijo: "Mire... me agarraron acá y no me dejaron volver".

Con emoción y risas recuerda esa anécdota Skorka, quien es una de las personas más cercanas al Papa Francisco. Uno judío y el otro católico, mantienen un lazo de afecto desde comienzos de los 90, cuando les tocaba compartir en los tedeums de Argentina cada 25 de marzo y el entonces cardenal lideraba las ceremonias en Buenos Aires.

A tal punto llega esta amistad que fue el mismo Francisco, en 2009, quien pidió que su amigo escribiera el prólogo de su biografía "El Jesuita". Y un año después ambos publicaron "Sobre el cielo y la tierra", un texto que recoge sus diálogos sobre lo terrenal y lo divino.

Esta semana Abraham Skorka estuvo en Chile, invitado por la comunidad judía, para participar en un encuentro ecuménico en el que católicos, judíos y musulmanes rezaron por la paz.

Al rabino se lo ve orgulloso de su cercanía con el Papa. Y recuerda con detalles una conversación que ambos tuvieron en el Vaticano, dos meses después de la elección. Allí Bergoglio le relató los minutos que vivió en el cónclave antes de convertirse en el nuevo Papa.

"Me dijo que estaba con sus pensamientos, con sus cosas, reflexionando sobre su Iglesia, cuando de repente se le acercó el arzobispo de Nigeria y le dice: '¿Cómo anda usted de salud?'". El entonces cardenal -recuerda Skorka- no entendía por qué le estaban haciendo esa consulta. "¿Qué quiere saber este hombre de mi vida?", se preguntaba, pero de todas formas le respondió. "Estoy bárbaro, estoy bien". Tras eso, el cardenal nigeriano insistió: "¿Y cómo anda del pulmón?". El rabino aclara que en los años 50 el Papa tuvo una infección pulmonar que requirió una operación, pero ya era cosa del pasado. "Pero yo ando bien... ando bien, gracias", contestó el entonces cardenal argentino.

La particular situación se vivió mientras se realizaba el cónclave y ya sonaban algunos votos a favor del argentino. Tras el nigeriano, otro cardenal se le acerca y le pregunta: "Escúcheme, ¿si lo llegasen a elegir Papa, usted aceptaría?". Relata Skorka que Bergoglio respondió: "Aquel que es hoy en día electo Papa, no puede negarse".

La respuesta taxativa se relacionaba con el complejo escenario que se vivía en la cúpula de la Iglesia Católica tras la renuncia de Joseph Ratzinger. Rememora Skorka las palabras que Bergoglio le dijo entonces: "Créame, yo no tenía la más mínima idea de lo que estaban arreglando detrás de mí. Después de la última votación, ahí vi que empecé a tener una catarata de votos a favor mío, así que me empecé a preocupar", recuerda entre risas el rabino tras parafrasear a su amigo.

Luego de cuatro votaciones, antes de la quinta y final, fue el arzobispo de La Habana quien se acercó a Bergoglio para pedirle el discurso que el cardenal había dado sobre la Iglesia Católica, puesto que le había gustado mucho.

"Mire, la verdad es que yo no lo escribí, tengo una hojita con los puntos que fui desarrollando, le puedo sacar una fotocopia y se la entrego", le respondió el trasandino, según cuenta Skorka. "Y en el momento que le da la copia, el cardenal de La Habana le dice: '¿Sabe por qué se lo pido? Porque quiero tener un recuerdo del nuevo Papa'", cuenta el representante del judaísmo, quien dice que en ese momento Bergoglio comprendió. "Me dijo: 'En ese momento caí... entre los votos y esto...".

Si bien hoy no se ven tan seguido como antes, cuando incluso grabaron para la televisión del Arzobispado de Buenos Aires 30 programas de TV, aun así mantienen un estrecho lazo.

"No hay que ser indiferente y tomar con naturalidad la muerte de otro"

-Hoy, luego de tres años de su papado, ¿cuáles cree que han sido los hitos que ha marcado el pontificado de Francisco?

-Uno de los logros es el canal que él abrió para que haya diálogo entre los Estados Unidos y Cuba. Sabemos que hay muchos diferendos todavía, pero lo clave es el diálogo. Ese es el paso más importante que se puede dar entre partes que no hablan, que están enemistadas.

"El otro momento importante -que a mí me toca muy de cerca, porque trabajé codo a codo para eso, y a la que asistí- fue su peregrinación a Tierra Santa y que tuvo un epílogo en los jardines del Vaticano, al reunirse allí el Papa Francisco, Shimon Peres, y Mahmoud Abbas. Si bien después hubo una guerra entre Israel y los palestinos de la Franja de Gaza, lo que rescato es lo que el Papa me escribió en un e -mail : 'la imagen va a quedar como una búsqueda de paz'. Y aunque los discursos de Peres y de Abbas no tuvieron una estructura religiosa, los valores eran los valores bíblicos; la importancia de la paz para nosotros es fundamental".

-También usted se abrazó en el lugar con el Papa y con el líder musulmán argentino Omar Abboud. Son imágenes muy simbólicas, pero concretamente, ¿qué se puede hacer más allá del gesto?

-Siempre se genera una ansiedad difícil de calmar. Estamos viviendo una realidad muy dura que tiene muchísimo de insensatez, o directamente de demencia, porque matar porque el otro es distinto es un acto de una ceguera humanística superlativa. Lo importante es no mantenerse callado como, por ejemplo, con el momento tan dramático que pasó Bélgica. Es esencial que haya voces muy potentes y fuertes que llamen a la sensatez, por los valores de la dignidad humana. No hay que ser indiferente y tomar con cierta "naturalidad" la muerte del otro, jamás. Eso es lo que podemos aportar. Lo otro depende de muchos factores, hay factores políticos, hay intereses que impiden una paz en muchas regiones del mundo.

"El problema del terrorismo es algo que se extiende y, Dios no lo permita, no puede tener de ninguna manera expresiones de violencia en nuestra América. Tenemos que ser un ejemplo de concordia".

"Quienes ponen bombas cuentan con la apatía de muchos"

-En el libro que escribieron con el Papa, usted plantea que, "usando técnicas consideradas rituales religiosos por algunos, fueron encendidas las más funestas pasiones de las masas en el siglo XX". Pero hoy eso se sigue viendo a diario. ¿Cómo se debería "atacar" aquello en el siglo XXI, más allá de un llamado a la paz?

-Yo te digo cómo se puede hacer más efectivo el llamado. El día que sin ambigüedad alguna la gran mayoría del mundo exclame con todo el poder de su voz "dejemos las armas, ese no es el camino". Y, usando palabras de Bergoglio, "pongámonos en los zapatos del otro". En el momento en que haya muchos líderes religiosos que salgan a la calle y levanten la bandera de la paz y la concordia de los pueblos, lo que estamos haciendo va a tener mucho más efecto. Todos aquellos que plantan cizaña, odio, que ponen bombas, cuentan con la apatía y la indiferencia de muchos.

-Hay analistas que plantean que algunos brotes de terrorismo están relacionados con la frustración de jóvenes ante la desigualdad social, las carencias económicas...

-Hay maneras pacíficas de presionar contra la injusticia. Y esa es la única manera. Hay algo que tenemos que aprender de la historia. Tenemos que preguntarnos por qué la Revolución Francesa no tuvo el éxito que debió tener. Y lo mismo con la Revolución Rusa. La Unión Soviética colapsó porque se luchó en contra de la injusticia, pero los que llegaron después, los nuevos líderes, fueron tan corruptos o peor que la época zarista. La revolución real es la revolución del espíritu y no una revolución de palabras meramente falsas. ¿Qué pasó con la Revolución Francesa? Tuvo mucho valor desde el punto de vista cultural, y todo lo que el iluminismo hizo, pero después apareció Napoleón y el imperio para conquistar Europa e "implantar" las ideas de libertad, igualdad, fraternidad. Esa Europa, ciento y tantos años después, terminó en el fracaso espiritual más grande con la construcción de los campos de concentración. ¿Qué pasó con el iluminismo? ¿Por qué no se hizo carne? Ahí está el problema.

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