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Preocupados por la seguridad del bloque:

Países de la UE compartirán más inteligencia tras últimos ataques

viernes, 25 de marzo de 2016

Nicolás García de Val
Internacional
El Mercurio

Antes de los atentados en Bruselas se tuvieron múltiples pistas sobre un nuevo golpe de la célula yihadista que se movía entre Siria, Bélgica y Francia.



La falta de preparación, coordinación y medios que demostraron tener las fuerzas de seguridad de Bélgica para frenar un ataque terrorista que era considerado inminente, han hecho que todas las miradas apunten hacia ese país que estaría poniendo en peligro la seguridad de los demás.

Por este motivo, los ministros del Interior de los 28 estados de la Unión Europea (UE) expresaron ayer en Bruselas su intención de acelerar la adopción de herramientas para mejorar la circulación de informaciones de inteligencia.

"Debemos sacar las lecciones" de los atentados del martes, estimó Thomas de Maizière, ministro del Interior alemán.

Mientras que su par francés, Bernard Cazeneuve, afirmó que la base de datos del sistema de información Schengen "debe ser sistemáticamente consultada y alimentada de manera homogénea por todos los países de la UE, algo que hoy no ocurre".

El ministro galo pidió, además, que el Parlamento Europeo adopte rápidamente otra medida utilizada en la lucha antiterrorista y contra el crimen organizado: el PNR, un registro de nombres de pasajeros aéreos, considerado como una herramienta indispensable y que se discute hace años.

En un comunicado conjunto, los ministros también manifestaron que estudiarán cómo intensificar su cooperación con las compañías proveedoras de internet, para contrarrestar la propaganda terrorista -una de las principales herramientas de estos grupos extremistas- y para acceder a las comunicaciones sensibles. El objetivo es, plantea el documento, "desarrollar para junio de 2016 un código de conducta contra los mensajes de odio en la red".

Rivalidades y fondos

La reunión de emergencia de ayer da cuenta de que la UE considera que algunos de sus miembros no están tomando las medidas necesarias para garantizar la seguridad del bloque, entre ellos, Bélgica.

Los reproches contra los servicios de seguridad ya habían empezado tras los atentados del 13 de noviembre en París, planificados y preparados en los barrios de Molenbeek y Schaerbeek, ambos en Bruselas, pero también en la ciudad de Charleroi y en una casa del pequeño pueblo de Auvelais, sur de Bélgica.

Pero lo ocurrido el martes fue la gota que rebasó el vaso.

Tras los ataques, los servicios de seguridad belgas han estado en el ojo del huracán. Pese a que lograron capturar a Salah Abdeslam, principal sospechoso de los atentados de noviembre en París, este hombre estuvo más de cuatro meses escondido en su territorio.

Las informaciones del gobierno turco, que el miércoles aseguró que Ibrahim el Bakraoui -uno de los kamikazes de los atentados- fue detenido en julio y entregado a las autoridades belgas, que luego lo dejaron ir, ha complicado aún más las cosas para Bruselas, que niega que este hombre tuviera antecedentes terroristas cuando llegó al país.

El gobierno belga reconoció ayer "errores" cometidos en la lucha contra el terrorismo, aunque rechazó la dimisión presentada por los ministros del Interior y de Justicia.

"La posibilidad de un ataque era predecible y debería haberse prevenido, pero existe una gran deficiencia en la cooperación entre la policía y la agencia de inteligencia. Este episodio es prueba de que países como Bélgica y Francia deben despertar", dijo a "El Mercurio" Anthony Glees, director del Centro de Estudios de Seguridad e Inteligencia de la Universidad de Buckingham.

La evidencia recopilada hasta ahora apunta a que la inteligencia belga sabía que había extremistas en el país relacionados con la célula que atacó París.

"La policía no es efectiva. No les importa lo que pase aquí. ¿Para qué vamos a colaborar denunciando lo que vemos si no va a servir para nada y si ni siquiera nos garantizan la seguridad dentro de la comunidad?", dijo al diario El País de España un vecino de Molenbeek, el barrio donde creció Abdeslam.

El problema de coordinación se explica en parte por la complejidad de Bélgica, un país federal que tiene varios niveles administrativos, pero también por la rivalidad entre las autoridades de la parte francófona y flamenca.

A las deficiencias policiales hay que añadir los despidos de unos 600 agentes durante los últimos años de crisis, que dejaron "en los huesos" a los servicios secretos.

Con más de 300 ciudadanos que han combatido en Siria, Bélgica es el mayor proveedor de yihadistas extranjeros, en proporción al total de población, en Europa. Pese a todo, el ministro del Interior, Jan Jambon, anunció ayer que su país disminuiría en un grado la alerta terrorista pues "no hay amenazas inminentes" de atentados.

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