El deterioro del mercado de oficinas, el magro desempeño bursátil y la necesidad de inversionistas institucionales de rentabilizar sus recursos, está impulsando un nuevo negocio: la renta habitacional a gran escala. Varias inmobiliarias están construyendo edificios para destinarlos a la renta de forma directa o vendiéndolos en su totalidad a fondos de inversión, family offices y compañías de seguros, que apuestan al arriendo. En el sector descartan que el alquiler de viviendas decaiga, ya que las nuevas exigencias de los bancos para los créditos hipotecarios -20% de pie- harán que quienes estaban buscando comprar deban seguir arrendando. A esto se añade el encarecimiento de las propiedades, por la escasez de suelo y el aumento de la población de inmigrantes, entre otros factores.