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Los extranjeros que trabajan en el país mandan $150 mil en promedio por envío:

US$ 625 millones en remesas familiares salieron en un año de Chile en un mercado poco regulado

domingo, 20 de marzo de 2016

Bernardita Aguirre Pascal
Economía y Negocios Domingo
El Mercurio

Empresas de transferencia de dinero no necesitan permisos especiales para funcionar y no son reguladas por ninguna superintendencia.



Durante la última década, la inmigración ha crecido a un ritmo acelerado. Hoy, en Chile hay 410.988 extranjeros residentes, cifra que representa un incremento de 93% respecto de 2005, cuando eran 212.935. También crece el número de extranjeros con visas temporales: sujetas a contrato, temporarias y de estudiantes. En 2005 se entregaron 41.985 y el año pasado, 137.972, lo que significó un crecimiento de 229% en diez años, según cifras del Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior.

La llegada masiva de peruanos, argentinos, colombianos y bolivianos, unido a las recientes migraciones de haitianos, españoles y dominicanos -estas tres últimas nacionalidades son las que más crecen en visas de trabajo-, ha generado un mercado que va más allá de la comida y las compañías de relocation. Se trata de las empresas de transferencia de dinero a través de las cuales los extranjeros le mandan dinero a sus familiares que siguen en sus países de origen.

En 2014 salieron de Chile US$ 625 millones en remesas familiares, cifra que casi duplica (92% más) los US$ 326 millones que se enviaron en 2010, año en que por primera vez el monto mandado desde Chile al extranjero superó al recibido en el país por este mismo concepto. Desde ese momento, los montos que llegan a Chile se mantienen anualmente cerca de los US$ 300 millones anuales y los envíos van en alza, de acuerdo a las cifras del Banco Central (ver infografía)

El año pasado los envíos crecieron. En Afex, que tiene más del 30% del mercado, los montos enviados aumentaron 7% y el número de operaciones creció 15%, llegando a 1,3 millones de transacciones y para este año pronostican que debieran llegar a 1,4 millones.

Sin banco la opción son las empresas de remesas

Las empresas de transferencia de dinero son prácticamente la única opción que tienen los extranjeros para mandar fondos a sus familiares, sobre todo los que son empleados, los pequeños empresarios y contratistas, que no tienen cuenta bancaria. "Es inaudito que un extranjero no pueda abrir una cuenta corriente si no tiene permanencia definitiva después de años", dice el representante de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes, Rodolfo Noriega.

Cuenta que él asesora a microempresarios y sociedades pequeñas con hasta cuatro años de funcionamiento y para abrir una cuenta corriente les exigen a todos los socios tener permanencia definitiva. Noriega considera que esa rigidez del mercado financiero hace que la gente no se formalice.

Entonces, para mandar dinero los extranjeros deben hacerlo a través de estas compañías de transferencia, la mayoría con local en la "Pequeña Lima", como se llama popularmente al barrio que está en Santiago Centro en la intersección de las calles Catedral y Bandera, a pasos de la Plaza de Armas. El sector hoy reúne a mucho más que los peruanos que dieron origen a su nombre. Colombianos, dominicanos y haitianos también están ahí, comprando comida, haciendo llamados y, en la actividad principal a principios de mes: hacer transferencias de dinero.

A fines de 2014 llegó a Chile Ria, la tercera empresa de remesas a nivel mundial. Hoy tiene seis puntos de venta en el país, cuatro en Santiago, uno de ellos en Bandera y otro en Catedral, que están llenos hasta afuera de personas que cotizan los envíos. La firma acaba de hacer una alianza con Walmart para hacer transferencias en los supermercados de Lider. Ya está en dos y a fin de año pronostican llegar a 12 locales.

Afex, que también es casa de cambio, tiene en la zona de la "Pequeña Lima" un local en Catedral y otro en el Mall del Centro. Al interior del caracol Bandera las empresas Argos y otra que anuncia envíos por DHL se codean con los mercadillos peruanos, restaurantes colombianos y peluquerías dominicanas. Afuera está Perú Services, un centro de llamados que también ofrece courier y transferencias de dinero.

En Guiñazu, que hace giros y cambios de moneda y tiene 19 sucursales, comentan que "hace cinco años aproximadamente este negocio ha venido en aumento y era inevitable que más empresas entraran en este mercado a competir", dice el gerente de Nuevos Negocios Guiñazu Transfer, Julio César Arancibia.

Los sistemas de transferencias y las condiciones de cada compañía son diferentes

En nuestro país cada empresa de transferencia determina sus condiciones de funcionamiento, el precio al que cotiza el tipo de cambio y la comisión que cobra. Algunas solo reciben el dinero en pesos chilenos y pagan la remesa en la moneda de la nación donde se recepciona. Otras permiten mandar dólares desde Chile y pagan en esa moneda en el destino y también están las que reciben dólares en Chile pero pagan en moneda local en el país de destino.

Cuando se dan estos cambios de moneda los clientes deben estar atentos al tipo de cambio, además de exigir que en el boleto de la transacción se explicite el monto de dinero que se recibirá en el destino. Esto, que está normado en otros países para proteger al consumidor, en Chile no es obligatorio.

A pesar de que la moneda que reciben es diferente, en lo que coinciden las distintas firmas de remesas es en que el dinero debe pagarse con efectivo, lo que genera riesgos de asaltos en los barrios donde se concentran estas oficinas, como en el sector de la "Pequeña Lima".

En Guiñazu proponen mejoras en los sistemas de pago, por ejemplo con tarjetas bancarias y transferencias que disminuyan el uso de efectivo. "Para ello es necesario que las empresas remesadoras sean vistas como empresas de servicio que apoyan y potencian a los inmigrantes de nuestro país. En la actualidad existe poco apoyo del sector financiero, dificultando los procesos operativos", manifiesta Julio César Arancibia.

Respecto al cobro por la transferencia, algunas firmas de remesas cobran un porcentaje del monto enviado. La mayoría pide el 3%, como Ria y Afex. Pero esta última además tiene un sistema de cobro fijo por tramos para envíos de dinero a Perú. Los envíos menores a US$ 300 ($201 mil) cuestan US$ 5 ($3.360), y para los clientes con tarjeta de fidelización, US$ 4 ($2.688).

En Guiñazu el costo asociado a un envío en dólares corresponde al 3%. Durante marzo tienen una promoción del 2%, excepto en transferencias hechas por MoneyGram, con la que funcionan para pagar algunas remesas fuera.

En Argos, del caracol Bandera, hay varias ofertas asociadas a los envíos, en carteles escritos a mano. Dicen que cobran 2% de comisión, que por envíos a partir de US$ 20 regalan una llamada gratuita y que cada diez operaciones los clientes obtendrán una gratis.

Los riesgos de un negocio con escasa regulación

En 2003 JG Courier desapareció. En ese año, hacía poco que Julio Guzmán, su dueño, había sido elegido el peruano del año por el gobierno chileno, apoyado por el consulado peruano. Un tiempo después, durante un fin de semana a principios de mes, ofreció envíos a un dólar. Rodolfo Noriega, representante de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes, recuerda que la fila de gente que esperaba para hacer sus transferencias daba la vuelta a la manzana y que el lunes la empresa había cerrado.

El sistema de JG era bastante artesanal. Julio Guzmán enviaba el dinero junto a cartas y paquetes que recibía en su servicio de courier en bolsos y maletas que llevaban personas a los que ofrecía viajar gratis a Perú. Su funcionamiento se hizo conocido en 2002 cuando asaltantes mataron a un empleado de JG Courier que llevaba a un peruano al aeropuerto para embarcarlo con una maleta con US$ 30 mil en efectivo y que fue robada.

A pesar de esto, esta industria sigue operando sin regulaciones especiales ni es vigilada por ninguna superintendencia, a diferencia de lo que ocurre en otros países.

La única exigencia es que al entrar en funcionamiento deben registrarse en la Unidad de Análisis Financiero (UAF), encargada de prevenir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. Pero este no es un ente fiscalizador, sino un organismo al que las 30 empresas inscritas deben informar los movimientos sospechosos.

"Aquí hay una regulación de la UAF que obliga a seguir normas de reporte. Pero la UAF no dice si puede operar o no, no existe un tema de regulación o norma", explica el gerente comercial y de productos de Afex, Andrés Aguilar.

Sostiene que Afex está a favor de que haya una regulación. "Ni la Superintendencia de Bancos ni la de Valores lo regula. En otros países lo hacen, porque estas son transacciones. Es bueno regular al mercado y proteger a los clientes. Nosotros nos imponemos una norma que traemos de Estados Unidos", asegura Aguilar.

Explica que Afex nació en Estados Unidos en 1978. "Allá para funcionar hay que tener licencias firmadas por autoridades de alto rango, como Condolezza Rice. Hay que dejar un depósito, que en los estados más grandes debe estar en torno a entre cuatro y cinco millones de dólares", detalla.

En Ria coinciden en que la normativa en Chile en el tema de remesas está más que nada centrado en la prevención del lavado de activos y financiamiento del terrorismo y explican que ellos han ido más allá al imponer en su trabajo aquí la regulación de otros países.

"No existen en Chile requisitos de capital mínimo o de salvaguarda de dinero en depósito para respaldar el dinero recibido por los consumidores como sí existe en otras legislaciones", dice Luz Lapeyre, vicepresidenta de Compliance Americas de Ria.

Agrega que en otros países se exigen políticas claras orientadas a la transparencia de la información, privacidad, prevención de fraude al consumidor y prácticas para prevenir el cohecho.

Cuenta que en Estados Unidos los regula el gobierno federal a través de FINCEN (Financial Crimes Enforcement Network). Además tienen regulación de cada estado donde funcionan, deben cumplir con las normas que emite el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos a través de OFAC (Office of Foreign Assets and Control) y la Oficina de Protección Financiera al Consumidor (Consumer Financial Protection Bureau - CFPB), organismos que velan por la transparencia en la información para evitar posibles prácticas abusivas o engañosas.

En Europa la regulación y supervisión es de la FCA (Financial Conduct Authority), también de reguladores locales y de las Unidades de Inteligencia Financiera. "En Chile no hay una normativa que consolide el tratamiento de remesas y todo lo que implica este negocio", dicen en Ria.

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